Esta pelota gigante ha sembrado el pánico en las playas de Florida

Esta pelota gigante ha sembrado el pánico en las playas de Florida

La Jungla / Social

Esta reseña de Amazon es mejor que una peli de Godzilla

En la Jungla. Hay reseñas que superan con creces a los productos a los que acompañan. Otras, como esta, además rozan la más absoluta épica. 

9 febrero, 2018 19:30

No es la primera vez (ni será la última) que las reseñas que encontramos en las webs nos hacen reír a carcajadas. Cuando vamos a adquirir cualquier producto buscamos las opiniones de otros usuarios y eso hace que nos decidamos a meterlo en nuestro carrito o, por el contrario, optemos por buscar algo mejor en lo que invertir nuestro dinero.

En este caso, la verdad, el producto no es que fuese a llamar nuestra atención de inmediato como una de nuestras potenciales compras. ¿Quién en su sano juicio puede gastarse unos 90 euros en una pelota hinchable gigante? Pues sí, hay gente que lo ha hecho y, benditos sean, han dejado su testimonio para persuadirnos y hacernos pasar un buen rato de paso.

Un usuario de Amazon, Reid Hamlin, compró la colosal pelota y decidió compartir su experiencia después de un fin de semana probando este peculiar juguete en Florida. Lo primero que llama la atención es que “solo” estuvieron más de dos horas para inflarla. Olé sus pulmones. Suponemos que tras varios mareos consiguieron completar su hazaña.

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Continúa su relato diciendo que “estuvimos jugando con ella 10 minutos llenos de diversión” antes de que se desencadenase la dramática escena. “Entonces llegó el viento, se la llevó y la mandó rodando por la playa a unos 40 nudos” -unos 74 kilómetros por hora-, especifica el hombre.

Lo que llega después es digno de la mejor película de acción hollywoodiense. “Destruyó todo lo que encontraba en su camino. Los niños gritaban aterrorizados ante el gigante monstruo hinchable que aplastaba sus castillos de arena. Hombres maduros eran aplastados al intentar salvar a sus familias”, escribió.

“Cuánto más rápido la perseguíamos, más rápido rodada”, seguía el relato del hombre, confesando que “al final, tuvimos que dejar de correr tras ella porque la senda de dolor y destrucción que estaba dejando nos iba a costar una fortuna en tarifas legales”.

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