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La Jungla / Social Día Mundial de los Docentes

Diez cosas que aún estás a tiempo de agradecer hoy a tu profesor

En la jungla. Hicieron mucho más por ti que inculcarte saberes librescos. Hoy es su día, no dejes pasar la oportunidad.

5 octubre, 2016 09:58

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El 5 de octubre la UNESCO celebra el Día Internacional del Docente. 'Valoremos al docente, mejoremos su condición profesional' es el lema de la convocatoria de 2016, un llamamiento a reclutar para 2030 a 3,2 millones de profesores en todos el mundo para hacer realidad un viejo sueño, la educación primaria universal. 5,1 millones de profesionales, además, deberían dotarse para proporcionar enseñanza secundaria básica a todos los niños del planeta.

"Contar con las competencias necesarias, ser contratados y remunerados de forma adecuada, recibir una buena formación, estar profesionalmente calificados, encontrarse motivados, y recibir apoyo dentro de sistemas dotados de recursos, eficaces y bien administrados”. Estos son los derechos básicos que enumera el organismo internacional para el profesorado, una profesión a menudo víctima de abusos, obstáculos administrativos y recortes que los propios docentes suplen con sacrificios personales para que no afecten a sus alumnos en medio de tópicos y clichés que provocan la incomprensión del resto de la sociedad.

Hoy es su día, y no queremos quedarnos en las grandes cifras. Tarde o temprano llega un momento en el que tomamos conciencia de cuánto significó aquella maestra, aquél profesor, en aquél momento en el que éramos un estudiante ceñudo que prefería cualquier cosa antes que ir a clase. Las redes sociales nos ponen muy fácil encontrar a un antiguo maestro: esta es nuestra propuesta sobre qué podríamos agradecerles hoy, no sea que lo lamentemos más tarde.

1. Gracias por el día que descubrí que me empezaba a gustar la literatura

Fue una sensación extraña. Tuve que admitirme a mí mismo que empezaba a leer mamotretos de otro siglo con interés y placer, no por obligación. Y entendí por qué tanta insistencia, cómo enriquecía mi vida experimentar a través de los ojos de otro.

2. Gracias por la paciencia y el cariño cuando era pequeño

Los primeros años son los más difíciles de encauzar. Lo hiciste con canciones, con dibujos, con juegos. Me inculcaste el respeto por los demás, el amor por aprender y mejorar.

3. Gracias por quitarme el miedo a las matemáticas

Eran una tarea horrible, fría, incomprensible. Tú me demostraste la belleza y la gracilidad que esconden, la incomparable satisfacción de que todo encaje.

4. Gracias por obligarme a poner a prueba mis límites

Odiaba la Educación Física, eso era para deportistas. ¿Qué sentido tenía esa tortura arbitraria? La de prepararme para la disciplina y el esfuerzo indispensables para la batalla por la vida, entendí después. Puede que nunca me hubiese atrevido con el ejercicio que como adulto me mantiene en pie de no haber comprobado de adolescente que era posible.

5. Gracias por ayudarme a encontrar mi camino en la vida

De pequeño uno quiere ser de mayor astronauta, piloto... Aventurera, presidenta del Gobierno... es en clase, sin embargo, donde despiertan las vocaciones, que el ojo experimentado de un maestro sabe reconocer y alentar.

6. Gracias por ir más allá del deber

No tenías por qué hacerlo. No entraba en tus obligaciones. Sabías que probablemente, años después, no lo recordaría. Pero también sabías que era importante para mí. Lo hiciste porque más allá de las aulas esta es también una manera de formar a una persona.

7. Gracias por permitir que te devolviera el cariño

A menudo fueron gestos de ingenuidad y embarazo. Pero supiste levantar las barreras de la relación docente-alumno cuando correspondía, estrechando los lazos que no puede mantener únicamente el sistema.

8.  Gracias por no rendirte - ni permitir que lo hiciéramos

Muchas veces fuiste para mí una autoridad impuesta, antipática y ridícula. Yo, para tí, también fui el enemigo. No dejaste que las frustraciones hicieran mella. Nunca dejaste de ver el potencial que había en nosotros.

9. Gracias por tomarme de la mano para descubrirme el universo

Los tomos contenían maravillas que la mera idea de hincar los codos y empollar nos hacían rechazar. Pero tú eras zorro viejo: sabías cómo estimular una curiosidad intelectual que todavía nos acompaña.

10. Gracias por hacer posible que estemos leyendo estas palabras