Ramón Guerrero ha cambiado las rejas de prisión por las de la obra

Ramón Guerrero ha cambiado las rejas de prisión por las de la obra David L. Frías

Grandes Historias De la cárcel al cine

Ramón, el quinqui de Alicante que arrasa como actor en internet

Ramón Guerrero debuta en el cine protagonizando la película Criando ratas, que ya suma más de 200.000 visitas en Youtube. Estuvo preso y empleaba sus días de permiso en rodar escenas. 

21 enero, 2017 02:32

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Ramón Guerrero camina por su barrio y ve medio porro tirado en el suelo. Lo observa y exclama: “Mira, un porro”. Casi como un acto reflejo, lo pisotea. “Yo ya no fumo ni me meto nada. Últimamente he cambiado mucho. He dejado las drogas y trabajo con mi tío en la obra todos los días. Eso es gracias a mi paso por la cárcel y por la película”.

Cuando habla de “la película” se refiere a Criando ratas, el film que acaba de estrenarse gratis en Youtube, que en dos semanas tiene más de 200.000 visitas y que él mismo protagoniza. Se trata del debut de Carlos Salado como director, en lo que han acordado etiquetar como cine neo-quinqui. Es una cinta realizada con actores no profesionales y que intenta extrapolar a la actualidad las andanzas de El Vaquilla, El Torete o El Pirri, los quinquis de los 80. Una película que es, a su vez, un proyecto social. Director y productor la han colgado sin coste para el espectador y aseguran que se trata de un film que invita a la reflexión y genera debate. 

Ramón Guerrero también es un quinqui. O al menos tiene esa apariencia. Nacido en Alicante en 1987, ha crecido en los barrios bajos de su ciudad. Jamás había pensado en dedicarse al cine hasta que un amigo de la infancia le propuso protagonizar una película. Hasta entonces, su vida había discurrido por otros derroteros. No era extraño verlo metido en problemas. “Nunca he matado a nadie, ni he violado, ni tengo delitos de sangre. Antes de pegarle un tirón a una vieja me corto la pija. Y si veo a un hombre pegarle a una mujer le arranco la cabeza. Tengo principios. Pero sí que es verdad que siempre he estado metido en trapicheos varios; menudeo y robos que me han metido en problemas”.

Esos trapicheos varios dieron con sus huesos en la cárcel en 2014. Varias causas acumuladas acabaron metiéndolo en prisión. Tal vez en el peor momento, porque para aquel entonces, Ramón Guerrero ya había cambiado el enfoque de su vida y se estaba dedicando en cuerpo y alma a su gran pasión: el cine.

EL QUINQUI CINÉFILO

Ramón Guerrero desconcierta. En efecto, habla y viste como un quinqui y tiene trayectoria de quinqui. Pero cuando conversa sobre cine se transforma casi en un erudito en el séptimo arte. Puede pasar horas hablando de la interpretación de Al Pacino en Scarface, de ciertos gestos de Denzel Washington (su actor favorito) o de algunos giros de Christian Bale, o nombra series independientes o actores casi desconocidos como referentes. Por eso siempre le interesó la vertiente de Carlos Salado como el proyecto de director que ya era de pequeño.

Ramón ha salido de prisión y ahora trabaja en la construcción con su tío

Ramón ha salido de prisión y ahora trabaja en la construcción con su tío David L. Frías

Aunque no eran amigos, Ramón y el director se conocen de toda la vida: "Desde que éramos unos chiquillos" recuerda el protagonista. "Me llamaba la atención que siempre iba con una cámara grabando a sus amigos dando volteretas y cosas así. Luego lo montaba y le quedaban vídeos muy guapos. Pero crecimos y no volví a saber de él en mucho tiempo”.

Aquel niño que grababa a sus amigos dando volteretas se ha convertido en un profesional del sector audiovisual, que trabaja para entidades del calibre de ONCE, Cruz Roja o Naciones Unidas. Cuando reapareció en la vida de Ramón fue para proponerle que protagonizase su primer largometraje: “Me dijo que estaba haciendo una película de género neo-quinqui y que el único protagonista que le valía era yo, que nunca había actuado” explica Guerrero. A grandes rasgos, Carlos Salado le ofreció a Ramón Guerrero interpretar el papel de un toxicómano que debe dinero y que dispone de 24 horas para conseguir 50.000 euros. 

RAMÓN EL CRISTO

¿Por qué el personaje protagonista se llama Ramón El Cristo? La anécdota ilustra la pasión por el cine que siempre ha habido en su casa. “Cuando yo nací, mi padre quiso llamarme Christopher en honor al actor Christopher Lambert. Pero mi madre dijo que no, que ella se llamaba Ramona y que a mí me iban a llamar Ramón. Con Ramón me quedé, pero siempre me ha gustado lo de Christopher". Cuando Carlos Salado le ofreció ese papel, le contó que los nombres eran muy importantes para el desarrollo de la película por su simbología. La primera idea era que el protagonista se llamase El Calavera, Pero Ramón propuso El Cristo. El director y el productor, tras un largo proceso de reflexión, decidieron que el nombre era adecuado. "Y Cristo se quedó", cuenta satisfecho Ramón.

Y así, en 2011, empezó a rodar una cinta que más que una película ha sido un reto. Con un presupuesto de sólo 5.000 euros, Carlos Salado ha inventado un nuevo género al que ha bautizado como neo-quinqui. El film transcurre en los barrios más deprimidos de Alicante y aborda temas como el narcotráfico, la drogodependencia, la prostitución, los robos o los ajustes de cuentas.

El director tenía tanto interés en que los personajes fuesen lo más auténticos posibles, que prescindió de los diálogos. Ramón recuerda que “lo primero que le pedí fue el guión para aprendérmelo, pero me dijo que no había. Que yo tenía que improvisar”. Es decir: además de no haber actuado nunca, tenía que ir creando sus intervenciones a medida que avanzaba el rodaje.

LAS DUDAS, SÓLO AL PRINCIPIO

Reconoce Ramón Guerrero que sólo una vez tuvo dudas. “Fue rodando la primera escena. Me tomo unos chupitos en el bar, luego salgo y subo una cuesta. Me acuerdo que la gente del barrio me miraba y yo sólo pensaba “¿Qué estarán diciendo de mí?”. Pero se me pasó en cuanto vi el resultado en la cámara. Le dije a Carlos que podía hacerlo mucho mejor y repetimos hasta que salió perfecta”.

La película se ha cocinado a fuego lento. El rodaje ha durado seis años, durante los cuales se han ido filtrando escenas que se han viralizado. Es el caso de esta secuencia, que tiene casi 800.000 visitas en Youtube y se ha compartido innumerables veces por Whatsapp. (El que pega la bofetada, por cierto, es Ramón)

Y así, con la película a medio rodar, los trapicheos de juventud de Ramón le llevaron a presidio. Se le acumularon varias causas y el juez lo condenó a cumplir un año de condena. “Le dije a Carlos que se había acabado. Conmigo dentro era imposible que la película saliese y le dije que se buscase a otro”.

¿Qué hizo entonces Carlos Salado? Mantenerse fiel a sus principios. Se negó a buscar otro protagonista. “Si hay alguien que tiene que protagonizar Criando ratas eres tú. Te voy a esperar”, le dijo. Y así lo hizo. Ramón entró al penal de Fontcalent en Alicante con Criando ratas como principal aliciente.

“En la cárcel no le conté a nadie que estaba rodando una película. Sólo a mi hermano, que también estaba allí preso y me ha cuidado mientras he estado cumpliendo condena. Me racionaba el tabaco, el dinero del peculio, las compañías...”. A pesar del secretismo con el que llevó su faceta de actor, cuenta que un día "un funcionario de la prisión vino con una escena de la película en el móvil para preguntarme si era yo el que la protagonizaba". 

LA CÁRCEL LE HA REHABILITADO

Así, la estancia en la cárcel resultó beneficiosa para Ramón Guerrero, que aprovechó para quitarse los malos hábitos allí dentro. “Antes me ponía de porros y trankimazines y me iba a delinquir. En la cárcel dejé los porros, me puse a hacer deporte y gané 12 kilos”. Todo ello mientras se preparaba para rodar, cuando fuese libre, la parte de la película que faltaba.

Paralelamente, el director Carlos Salado actuó como una pareja sentimental que acude de forma periódica a la cárcel. “Venía cada domingo a visitarme para preparar la escena de los búlgaros, que es la más fuerte de la película. Allí hablábamos de mi actuación cuando estuviese en la calle”.

Ramón quiere seguir actuando e interpretar papeles dramáticos

Ramón quiere seguir actuando e interpretar papeles dramáticos David L. Frías

Y cuando llevaba ocho meses en la cárcel, llegó el momento. “Me dijeron que me daban 4 días de permiso. Me recibió mi familia… y Carlos. Nos fuimos todos a Colonia Requena (su barrio natal, una zona con una alta tasa de delincuencia) a casa de mi madre a que nos hiciera una paella. Mucha alegría. Y después de comer, a currar". Ramón pasó los 4 días de permiso rodando la película. “Cuando me tocó despedirme de mi familia para volver a entrar en prisión, mi novia me dijo que no había podido pasar tiempo conmigo y se puso a llorar. Yo también lloré ese día”.

Pero a pesar de las lágrimas, rodar la película se había convertido casi en una obsesión. Y se metió en el papel: “Me acuerdo de que tuve que grabar una escena en la que salgo en el lavabo metiéndome cocaína. Lógicamente no era droga, habían picado unos gelocatiles para que pareciese que era coca. Pero yo pillé la papela y me la metí por la nariz. Me esnifé el paracetamol y hombre, no me subió, pero no me dolió la cabeza más cuando volví a la cárcel”, bromea.

ASIMILANDO LA FAMA

Ahora ya está libre y en un mes nacerá Juan Ramón, su primer hijo. Está limpio, ha pagado condena y quiere estar tranquilo, pero ahora le toca lidiar con la fama. “Yo no quiero fama, la verdad, pero ahora me están llamando todo el rato de medios de comunicación. Entrevista con este periódico, rodaje con este canal… y yo lo hago todo por Carlos. No somos hermanos de sangre, pero somos compañeros de fatigas. Él ha confiado en mí”.

Asegura que no ha firmado un sólo autógrafo, pero que le han pedido muchas fotos. “De la que más me acuerdo es de una vez que vino un chiquillo con su novia a preguntarme si nos podíamos hacer un selfi. El chico estaba tan nervioso que no atinaba ni a desbloquear el móvil. Se lo tuve que hacer yo. Me han pedido muchas fotos, pero la que más me emocionó fue esa”, cuenta mientras materiales de la obra. Coge una red metálica y posa orgulloso con ella: “Mira, he cambiado las rejas de la cárcel por las de la obra”.