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Eva Hache es esa mujer refrescante que hace continuamente lo que quiere: ese era el verdadero oficio, el de la libertad. Hace poco se estrenó como directora de cine con Un mal día lo tiene cualquiera, protagonizada por Ana Polvorosa y con guion de Alex de la Iglesia, y ahora se suelta en las tablas con Nunca he estado en Dublín, en el Teatro Pavón, una comedia sobre la familia y sus puertas secretas.

“El público está encantado”, me cuenta. “Casi, casi tan contento como nosotros, que tenemos una función muy divertida de ver y de hacer. Es trepidante. Nos van a convalidar el gimnasio hasta verano. Trabajamos muchísimo en escena y los cuatro personajes son redondos y están llenos de matices y de historias. ¡Hija, así hasta el 27 de abril!”. Tendrán ustedes que ir a verla. En esta pieza, Hache interpreta a una madre que se reúne con su marido y sus dos hijos por navidad después de mucho tiempo sin ver a su chavala, que ha estado en Inglaterra un tiempo.

“Yo les entiendo muy bien a los cuatro, pero desde mi punto de vista de actriz, adoro a mi personaje. ¡Claro! Es una madre de cierta edad. Madre de adultos… que hace tres años y medio metió la pata muchísimo con su hija lesbiana y ahora espera la reconciliación”, comenta.

“Me gusta mucho Begoña. Es una madre… como todas, con cadáveres debajo de la alfombra, porque las madres no somos sólo madres, ¿no te parece? Todo el mundo ha tenido mucha vida, todo el mundo tiene vicios. Hay que entender que los demás tienen secretos”.

Eva Hache.

Eva Hache. David Morales.

Eva Hache.

Eva Hache. David Morales.

¿Qué le diría Eva Hache a esas madres que la han pifiado con sus criaturas, en un tema tan sensible, por ejemplo, como la salida del armario? “Pues que apechuguen y que intenten aprender. No paramos de aprender nunca. Sobre todo, que se tranquilicen. Todos cometemos errores y hay que pedir perdón y dar las gracias, ya sabes. Lo importante es no castigarse demasiado porque todo el mundo comete errores continuamente”. Eva Hache nos invita a no vivir en un continuo estado de alarma o de culpa. Ella lo consigue sólo existiendo, con su gracia, con su ligereza.

Esta obra habla también de las ficciones que nos montamos los seres humanos para sobrevivir. “Todos intentamos maquillar la realidad”, dice Eva. “Intentamos hacerla más llevadera. En la obra hay una gran mentira de la hija, digamos, que nos resulta muy empática. A todos nos ha pasado ver a alguien que está mintiendo pero no te queda más remedio que seguirle la corriente por lo que sea: porque la circunstancia te obliga, porque no es el momento de tener un conflicto… y claro, la bola se hace más grande”.

Eva cree que “todos acabando viviendo en mentiras que no hemos elegido”: “Incluso con gente que no es tan cercana o familiar, ¿no? Un vecino que ves diariamente o alguien que te atiende en el mercado. Nos mentimos… y los dos sabemos que esto no es así pero hemos decidido jugar a este juego”. En Nunca he estado en Berlín se habla, de alguna manera que no revelaremos, de la posibilidad de la invisibilidad. ¿Qué haría la Hache si pudiese ser invisible? “¡Uy! Pues muchas gamberradas. Gamberrearía lo que quisiera, disfrutaría de lo que quisiera sin ser vista… iría a un festival o a un macroconcierto de muchísima gente sin preocuparme de que nadie me vea o me reconozca, haciendo el cafre más absoluto”, ríe.

Eva en su obra.

Eva en su obra. David Morales.

La cómica piensa que la familia es uno de los grandes temas de la vida. En su caso, la suya le ha dado “la seguridad de saber que puedo hacer lo que quiera”: “Me han dado una educación muy buena desde un punto de vista muy ortodoxo. Tengo una familia muy normal, si es que eso existe, pero que siempre me ha dado la seguridad desde niña de que no tenía que tener ningún techo de cristal ni ningún miedo, y nunca me trataron diferente por ser chica”.

“Me han inculcado respeto por todo el mundo. A mi padre me parezco prácticamente en todo, físicamente y en la forma de ser. Somos muy sociales. Mi padre tiene una gran capacidad para contar chistes, tiene un gran sentido del humor y yo creo que eso lo he aprendido de él. Y mi madre tiene un enorme sentido del espectáculo. Es una artista en su vida diaria, es muy teatral”, sonríe.

¿Qué opina Hache de la última gran polémica del mundo del cine y la cultura de la cancelación: Karla Sofía Gascón? “A veces usamos las redes sociales como si nadie estuviera ahí, ¿no? Me da la impresión de que ha escrito esos tuits con mucha rabia, pero en el fondo, quería hacer reír y buscaba casito. Utiliza sus tuits de forma un tanto ficcionada, deseando show”, reflexiona.

Y alicata: “Lo que cada uno piense está dentro de su raciocinio y su sentimiento y su cosa, pero el trasfondo… a mí esto me hace pensar que está muy sola, y eso me entristece. Yo no pienso ni siento nada de lo que ha escrito ella, pero debería tener un grupo de Whatsapps con sus amigos, como tenemos todos, y que la avisaran de cuando se le está yendo la pinza. Eso nos viene muy bien a todos”.

Eva Hache en su obra.

Eva Hache en su obra. David Morales.

Disfrutó mucho la gala de los Goya. “Ha sido un año impresionante con producciones bárbaras, y me ha gustado que la gente se salte a la torera, a la hora de recoger sus premios, la música cortarrollos esa. Porque los Goya están para los agradecimientos. Y claro que hay gente más brillante o menos, pero dar las gracias es el verdadero cometido de los Goya. ¡Que se lo gocen como quieran! Hay gente que no ha recibido nunca un premio en su carrera o hay gente que sólo tendrá ese, es su momento y hay que gozarlo bien”.

¿Y la polémica contra Carolina Yuste? En Twitter la acusan de blanquear a la policía en ‘La infiltrada’ mientras se opone a los desahucios. “¡Esto es descabellado!”, ríe Eva. “Hay una cosa muy fuerte, y es que la gente a veces confunde realidad y ficción. Claro que se puede hacer de policía y defender que no haya desahucios. Por dios, por dios…”. Y sigue riéndose.