Catalina Maria Rayó muestra su Belén a EL ESPAÑOL.

Catalina Maria Rayó muestra su Belén a EL ESPAÑOL. Cedida Jaume Moyà

Reportajes

El Belén de Catalina en su casa de Palma es "el más grande de España": tarda más de un mes en montar sus "miles" de figuras

Catalina Maria Rayó, vecina de Palma de 85 años, monta cada Navidad un nacimiento que ocupa toda la sala de estar de su casa desde el suelo hasta el techo: "Todas las casitas y muchas figuras las he hecho yo".

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J. Martínez
Publicada

En el salón de Catalina Maria Rayó (85 años) no hay televisión ni estanterías, porque no caben. Solamente queda espacio para un sofá, porque el resto está completamente ocupado por un sinfín de figuras que conforman un Belén que se extiende desde el suelo hasta el techo.

"Es el Belén con más figuras de España", expresa Catalina con su cálida voz a EL ESPAÑOL mientras enciende el sinfín de lucecitas que alumbran el decorado. "Puede haber perfectamente mil".

Muchos de los elementos que decoran el salón están hechos por ella misma: "Todas las casitas y algunas figuras".

Catalina Maria Rayó muestra una de las piezas de su Belén.

Catalina Maria Rayó muestra una de las piezas de su Belén. Cedida Jaume Moyà

El resto los ha ido comprando a lo largo del tiempo, desde aquel 2008 en el que dio rienda suelta por primera vez a su creatividad y emprendió el camino que la ha llevado a tener el belén privado más grande del país hecho por una persona en su casa.

PREGUNTA.– ¿Cuáles son las dimensiones del Belén?

RESPUESTA.– Ocupa prácticamente todo el comedor, que es de un tamaño normal. Apenas sobra espacio para un sofá y el pasillo a través del que se pueden ver todos los detalles.

Una vez que el espectador sale de su asombro, lo siguiente en lo que piensa es en el tiempo y esfuerzo que hay detrás de este Belén.

No en vano, incluso el techo está decorado con una lona, bombillitas y otras figuras que simulan ángeles y estrellas.

Catalina Maria Rayó muestra su Belén.

Catalina Maria Rayó muestra su Belén. Cedida Jaume Moyà

"Este año tardé algo más de un mes en construirlo. Es cierto que hubo algún día que no pude avanzar, pero otros estuve trabajando en él desde por la mañana hasta las once de la noche".

Nadie más que ella decide el orden de cada elemento del Belén. "Este año lo he montado todo bien solita", y por eso va a apurar todo lo que pueda para retirarlo: "Al menos hasta febrero no lo voy a quitar".

Los casi dos meses que lo mantiene en el salón los pasa retocando continuamente la ubicación de las figuras, las luces...

El pesebre donde nació Jesús, en el Belén de Catalina Maria Rayó.

El pesebre donde nació Jesús, en el Belén de Catalina Maria Rayó. Cedida Jaume Moyà

"Desmontarlo no supone un gran esfuerzo porque simplemente hay que guardar todas las figuras en cajones".

Para esta mujer, montar el Belén es mucho más que simplemente decorar la sala de estar. Es una liturgia, un rito en el que cada minuto de trabajo la transporta hacia un lugar tan lejano como hace ocho décadas: su infancia.

"Recuerdo con mucho cariño cuando mi madre ponía en casa un Belén, pero era pequeñito".

Ahí nació su amor por el arte. Como consecuencia, la obra que inunda su salón es más grande cada año, como también lo es su sentimiento por un pasado al que mira con nostalgia.

Este cóctel de emociones que transmite en cada palabra mientras muestra sus figuritas revela que en todo el Belén solo hay una cosa que supera la viveza de las escenas que representa este nacimiento.

El Belén de Catalina Maria Rayó.

El Belén de Catalina Maria Rayó. Cedida Jaume Moyà

Es el alma de Catalina, una mujer cuya sonrisa inunda el cuarto con una grandeza humana capaz de brillar con más fuerza que todas las luces con las que decora el nacimiento.

Las marcas de la edad -85 años no pasan en balde para nadie- son el reflejo de una vida vivida al servicio de una familia de la que presume con orgullo: "Tengo cuatro hijos, once nietos y dos bisnietos".

"No sé si voy a tener que pedir ayuda el año que viene para montarlo todo, porque ya tendré 86. Y ya me cuesta trabajo subir y bajar la escalera para montar todo lo que hay en el techo".

Catalina ha vivido mucho. Nacer en el año 1940 en España, un año después de terminada la guerra civil, implicaba tener que soportar las dificultades de la posguerra.

Sus padres pudieron reunir el dinero suficiente para enviarla al colegio cuando tenía 9 años, y a los 14 dejó los estudios.

La firma de Catalina Maria Rayó, en una figura de un edificio hecha por ella misma.

La firma de Catalina Maria Rayó, en una figura de un edificio hecha por ella misma. Cedida Jaume Moyà

Sin embargo, siguió yendo a la escuela para asistir a clases de pintura, su otra gran vocación.

Pero la mayor parte de su vida la pasó desempeñándose como ama de casa, al igual que gran parte de las mujeres de su generación.

Los momentos complicados que ha vivido en su larga vida le han concedido un espíritu empático que la hace sufrir con las miserias ajenas.

Por eso, siempre que puede, colabora con Cáritas enviando el dinero que recibe de algunas donaciones que le entregan amigos y conocidos que van a su casa a ver el Belén.

Aunque no pretende obtener ningún tipo de rédito económico con ello, y por eso reconoce sentirse "abrumada" por la gran cantidad de medios de comunicación que están poniéndose en contacto con ella estos días.

Catalina se despide de EL ESPAÑOL con la ambición de seguir ampliando su nacimiento, y promete al periodista abrirle las puertas de su casa una vez más el año que viene.

Historia del Belén

Montar el Belén es una tradición que se replica en buena parte de los hogares españoles con naturalidad cada año. Sin embargo, se trata de una costumbre con casi un milenio de antigüedad.

El detonante se considera la representación del nacimiento del niño Jesús que organizó san Francisco de Asís en Greccio (Italia) la Nochebuena de 1223, con personas y animales reales.

Esta idea generó un impacto tan grande que numerosas ciudades europeas quisieron repetirla, y con el paso de los siglos fue reconvirtiéndose hasta culminar en el siglo XVIII, cuando llegó a los hogares.