El debate sobre si instaurar el sistema militar obligatorio o voluntario con conscripción si no se cumplen los cupos mínimos sobrevuela Europa.

El debate sobre si instaurar el sistema militar obligatorio o voluntario con conscripción si no se cumplen los cupos mínimos sobrevuela Europa. Arte / E. E.

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Mili sí o mili no: la idea de un servicio voluntario para nutrir la reserva gana cada vez más adeptos en España

Alemania propuso en agosto un proyecto de ley para instaurar un servicio militar voluntario con posibilidad de convertirlo en obligatorio. Los países bálticos y nórdicos lo han reintroducido con sistemas híbridos de sorteo.

Más información: Alemania implantará la 'mili' obligatoria para los jóvenes de 18 años si no consigue reclutar suficientes voluntarios.

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Mili sí... o mili no. Obligatoria o voluntaria. El debate sobrevuela las cabezas de cada vez más ciudadanos europeos ante el incremento de las amenazas bélicas. La principal, la invasión rusa de Ucrania y la imposibilidad de llegar a un acuerdo de paz con Putin.

Por ello, en agosto, el canciller Friedrich Merz propuso para Alemania un polémico nuevo servicio militar voluntario con posibilidad de volverse obligatorio. Este prevé, a partir de 2026, que todos los jóvenes de entre 18 y 25 años deban responder a un formulario para indicar si están dispuestos a formar parte de las Bundeswehr y si son física y psicológicamente aptos.

El plan incluye exámenes médicos obligatorios, incentivos salariales para hacer más atractivo el servicio –la retribución rebasa los 2.000 € mensuales– y la extensión de la medida tanto a hombres como a mujeres nacidos a partir de enero de 2008. También prevé una conscripción obligatoria en caso de que no se cubran los cupos mínimos.

La medida se enmarca en la nueva estrategia de rearme de Europa y en un momento en el que los aliados de la OTAN se han comprometido a ampliar su presupuesto en Defensa.

También llega poco antes de que la Coalición de Voluntarios rubricara su intención de llevar tropas de paz a Ucrania como garantía de un hipotético acuerdo con Rusia y de que Francia instara a sus hospitales a estar plenamente preparados en marzo de 2026 ante la posibilidad de un conflicto militar de gran magnitud en suelo europeo.

En España el debate no ha irrumpido con tanta fuerza como en Alemania porque, más allá de la amenaza proveniente de su flanco sur, no cuenta con un peligro inminente como el que puede suponer Rusia para los países del Báltico.

Sin embargo, a tenor de los tambores de guerra que llegan de otros lugares del mundo, la discusión ha vuelto. Las encuestas indican que alrededor del 40% de la población estaría de acuerdo con cambiar el sistema militar vigente.

Ejercicio militar de la Fuerza de Guerra Naval Especial (FGNE).

Ejercicio militar de la Fuerza de Guerra Naval Especial (FGNE). Fotografía realizada con Leica SL3 Rodrigo Mínguez

La opción de volver a una mili obligatoria ni se plantea seriamente en el Gobierno ni entre los partidos de la oposición. La sociedad española es antibelicista por naturaleza y el coste político podría ser muy alto. Eso no impide que cada vez sean más las voces dentro de las Fuerzas Armadas que plantean la opción de, al menos, mejorar el modelo profesional actual, de perfeccionarlo.

No tanto con la intención de implantar una instrucción forzosa con fines belicistas sino con el objeto de instruir a una parte de la sociedad en los principios y valores militares para crear así una mejor cultura de defensa. Los militares también ponen la vista en mejorar el cupo de reservistas ante una hipotética situación de crisis en la que se requieran más esfuerzos humanos.

Puede ser por una guerra o, simplemente, por una situación de catástrofe como la de la dana de Valencia o una oleada de incendios. De tal opinión es el Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), Teodoro Esteban López Calderón, quien descarta restaurar el servicio militar obligatorio pero apuesta por potenciar los reservistas voluntarios y por fomentar una "cultura de defensa ciudadana".

Parecida consideración tiene la Asociación de Tropa y Marinería Española (ATME), que rechazó la vuelta de la mili y exigió, en su lugar, un ejército profesional mejor remunerado, condiciones laborales dignas y una reserva voluntaria eficiente.

"Nuestras Fuerzas Armadas necesitan una actualización y un refuerzo porque, efectivamente, no están en condiciones de afrontar un conflicto de alta intensidad en un ámbito multinacional", asegura en conversación con EL ESPAÑOL el exdirector del CESEDEN y teniente general de Infantería de Marina retirado Francisco Bisbal Pons.

"La Ley de la Carrera Militar establece los efectivos máximos de las FAS en una horquilla de entre 120.000 y 140.000 efectivos [...] Tanto el JEMAD como los jefes de estado mayor de los Ejércitos y la Armada han manifestado en reiteradas ocasiones que están por debajo de los necesarios". Para alcanzar un número óptimo, "sería muy positivo disponer de un sistema complementario, que muy bien podría ser un servicio militar".

Actualmente España cuenta con un modelo de militares profesionales de carrera, con su salario, sus derechos laborales y su estabilidad dentro de las FAS.

Un servicio militar parecido al que plantea Bisbal Pons, aunque fuera íntegramente voluntario, implicaría que cualquier ciudadano joven pudiera pasar por un periodo de tiempo de servicio y formación antes de engrosar "una reserva movilizable bien organizada", lo cual permitiría "disminuir los costes que supone aumentar los efectivos únicamente con personal militar profesional".

Tal modelo se parecería más al que debate instaurar Alemania y guarda similitudes con los de Austria, Estonia, Chipre y Croacia, donde hay instrucción militar breve de carácter obligatorio y, después, un paso a la reserva movilizable. También se parece al modelo escandinavo, donde la defensa está basada tanto en profesionales como en una amplia base social instruida para casos de crisis.

El teniente general Bisbal Pons considera que España tiene el suficiente criterio como para diseñar su modelo de éxito sin seguir a otros. En su opinión, este debería pasar por un servicio militar voluntario y retribuido abierto a cualquier miembro de la sociedad.

"Estimo su duración entre 12 y 18 meses, de los cuales unos dos o tres deberían transcurrir en centros de formación. El sistema de prestación de servicio militar debería estar ligado directamente con el sistema de reservistas. De este modo, al finalizar el servicio militar, se pasaría automáticamente a una reserva activable, para ejercicios periódicos, para no perder el adiestramiento, u otras misiones".

Aquellos que finalizaran el servicio militar, añade el oficial retirado, deberían recibir contraprestaciones, "tales como bonificaciones de puntuación para acceso a puestos de la administración, bonificaciones en el gravamen de algunos impuestos, acceso a descuentos comerciales o acceso preferente a vivienda social". El reclutamiento pasa por unos buenos incentivos.

Un oficial del Ejército de Tierra en activo que prefiere mantener su anonimato asegura a EL ESPAÑOL que "tener un modelo normalizado de aumento de los efectivos y de generación de reemplazos en caso de un conflicto armado" similar a la guerra de Ucrania "es lo recomendable para evitar improvisaciones", y recuerda "que una guerra la pueden declarar sin que uno la quiera, por lo que toda previsión es poca".

No obstante, considera que, más allá de la amenaza que representa Rusia para las fronteras de Europa, España debe tomar decisiones mirando hacia el sur. "Hay que tener en cuenta que las regiones del Magreb como el Sahel presentan múltiples factores de potencial inestabilidad que, en un momento dado, podrían requerir la intervención de las FAS".

En estas regiones del sur proliferan amenazas para la seguridad, tales como el terrorismo yihadista, el tráfico ilícito (incluido el de personas), la falta de gobernanza o las migraciones descontroladas.

"Todo ello podría provocar inestabilidad social y también política, que desembocara en un conflicto en el que España, de una u otra manera, podría verse involucrada, dado que tenemos en estas zonas intereses comerciales, energéticos o diplomáticos".

Hacia una cultura de defensa

La ministra de Defensa, Margarita Robles, zanjó en marzo de 2024 el debate sobre la posibilidad de reinstaurar la mili con una respuesta a una pregunta del portavoz de ERC formulada en la Comisión de Defensa del Congreso: "No va a haber servicio militar en España, en absoluto, ni creo que se le haya pasado por la cabeza a nadie".

La mili, exclusivamente para hombres, fue eliminada por José María Aznar en 2001. Era obligatoria durante 9 meses, a excepción de los casos de objeción de conciencia, que realizaban una prestación social sustitutoria. Ante la falta de amenaza bélica, y también por el rechazo social, España tomó la senda de otros países europeos, como Francia, que la abolió en 1997.

Una soldado, teniente del EZAPAC y JTAC (Controladora de Ataque Terminal Conjunto), tras realizar su ejercicio de paracaidismo nocturno.

Una soldado, teniente del EZAPAC y JTAC (Controladora de Ataque Terminal Conjunto), tras realizar su ejercicio de paracaidismo nocturno. Rodrigo Mínguez E. E.

No obstante, la geopolítica es cambiante y sus efectos colaterales, impredecibles. España, Europa y la OTAN, con su rearme y aumento del gasto, vuelven a abonar el debate.

El coronel Juan Bustamante, reservista y exjefe de Operaciones de Información de la OTAN, considera que este debe responder a una pregunta fundamental: para qué. "Desde el punto de vista geopolítico tendría poco sentido para España volver a un sistema militar obligatorio. El que tenemos actualmente es perfectamente válido".

Bustamante considera que "no hay una amenaza directa", por lo que la reinstauración de la mili "tendría una protesta social muy alta y un coste político fortísimo". Añade que el reto geopolítico actual no justifica por sí mismo su regreso. Su enfoque estratégico parte del planeamiento por escenarios reales y no hipotéticos.

"No tiene sentido anticipar medidas drásticas como movilizaciones o refuerzo de hospitales sin un diagnóstico claro del panorama internacional", y subraya la importancia de que la sociedad y las instituciones establezcan objetivos claros antes de cualquier reforma significativa.

Sin embargo, a título individual, no se cierra a la posibilidad de apostar por un servicio militar como el que plantea Alemania. Pero más por una cuestión sociológica que eminentemente bélica. De nuevo, aquí es importante el 'para qué'.

"Yo detecto unas carencias en la sociedad española", añade Bustamante. "Una falta de cohesión nacional, una dispersión. También percibo una falta de disciplina en los jóvenes que se traduce en una excesiva individualidad. O en la falta de formación para crear equipos. Si como sociedad hemos detectado eso y no sabemos solucionarlo en los colegios y las universidades, un servicio militar podría tener un pase".

La mili, recuerda el coronel, implica "disciplina, horarios, uniformidad; dentro uno es igual que otro, forma parte de un equipo; desarrolla solidaridad, implica sacrificio; obliga a hacer gimnasia a las 8 de la mañana aunque se esté a ocho bajo cero en Valladolid; la comunicación es fuerte. No estás con el móvil. Tienes aire libre. Desarrollas dureza y constancia. Eso es algo que marca. A alguien que luego busca trabajo fuera, le cuesta menos".

De opinión similar es otra de las fuentes consultadas por EL ESPAÑOL, un alto cargo de las FAS que prefiere mantener su identidad y cargo en el anonimato.

"El problema que tiene Europa no se soluciona con un servicio militar, ya sea obligatorio o voluntario. Es algo que requiere una aproximación global que pasa por la educación y la formación, pero no sólo militar. Habría que hablar aquí de la cultura de defensa europea".

La formación militar, en opinión de este oficial, "lo es todo", ya que aporta "carácter y educación", que derivan "en respeto". En este contexto, un servicio militar voluntario como el que planteaba el teniente general Bisbal Pons "aportaría mucho como parte de algo más global y siempre que fuera voluntario".

Entrenamiento de la FGNE, la unidad de operaciones especiales de la Armada que caza piratas en el Índico.

Entrenamiento de la FGNE, la unidad de operaciones especiales de la Armada que caza piratas en el Índico.

"Volver al sistema obligatorio, siendo realistas, traería más desventajas que ventajas, además de burocracia. No obstante, un periodo básico de formación militar aportaría conocimiento práctico de valores, algo perdido en muchos sentidos en la sociedad".

Además, explica, la guerra de Ucrania ha mostrado que no todo se resuelve con una masa humana de soldados. La defensa también pasa por un mayor conocimiento en materias de ciberseguridad, de inteligencia artificial, de desarrollo de satélites y de drones. Una "mili del siglo XXI", explica esta fuente, podría enfocarse más "en competencias tecnológicas, de logística o sanitarias que en la instrucción clásica".

El teniente general Bisbal Pons completa la reflexión apelando a la Estrategia de Seguridad Nacional, de 2021. "Cuando hablamos de seguridad, ya no nos referimos únicamente a la seguridad física, sino a la seguridad energética, la sanitaria, la alimentaria, la del ciberespacio y la de los espacios marítimos. Estas deben ser incluidas para poder hablar de una seguridad plena".

"España es diferente, y cuando copiamos nos va mal", rematan las fuentes consultadas. "Tenemos nuestra cultura, modelo e historia, además de la suficiente identidad como para tener un modelo propio. Lo ideal es encontrar el modelo que cubra nuestras necesidades y disponga de un alto nivel de aceptación por el conjunto de la sociedad".