Nacho Vilariño (d) sostiene un álbum de fotos familiar en el que aparece Matilde Muñoz durante su juventud; a la izquierda y en el centro, fotografías recientes de Mati; abajo a la izquierda, fachada del hotel Bumi Aditya, donde se alojó la desaparecida.

Nacho Vilariño (d) sostiene un álbum de fotos familiar en el que aparece Matilde Muñoz durante su juventud; a la izquierda y en el centro, fotografías recientes de Mati; abajo a la izquierda, fachada del hotel Bumi Aditya, donde se alojó la desaparecida. Cristina Villarino / Arte E. E.

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"Exijo ayuda al Gobierno, sabemos que está muerta": los indicios que llevan al temido final de Mati Muñoz en Lombok

EL ESPAÑOL reconstruye el caso de la española de 72 años desaparecida hace dos meses en Indonesia. "Buscamos un cadáver. Hago un llamamiento al ministerio de Exteriores y al de Interior para que tomen cartas en el asunto".

Más información: La familia de Mati Muñoz señala las contradicciones del personal del hotel de Lombok: "Están metidos en el ajo".

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Nacho Vilariño le da una última calada al cigarro. Se quita las gafas de pasta negras, se frota unos ojos enrojecidos por el estrés y la falta de sueño, abre la cajetilla de Fortuna y saca otro pitillo. Ya no lleva la cuenta de las combustiones. Hace año y medio perdió a su madre, hoy tiene que cuidar a su padre enfermo, debe hacerse cargo de cuatro hijos y ahora, además, ser el nexo entre Madrid y Lombok, pues su tía, Matilde Muñoz Cazorla, Mati, de 72 años, hace dos meses que desapareció durante su viaje por Indonesia.

"Ella fue mi segunda madre cuando la mía murió", asegura Vilariño tratando de aparentar normalidad, mientras mira de reojo hacia la puerta de una de las habitaciones. Allí, confiesa, tiene guardada una maleta de Mati llena de recuerdos. "Los Mossos d'Esquadra me pidieron que no la tocara porque tienen que tomar muestras", justifica el entrevistado, que recibe a EL ESPAÑOL en su domicilio de Alcalá de Henares (Madrid).

Su salón está repleto de espadas colgadas en la pared, de vitrinas con medallas. La historia de esta familia está enraizada en el mundo militar. "El padre de Matilde era coronel de intendencia de la Armada; sus dos hermanos, también. Igual que mi padre. Ella era la díscola. La 'hippie' que, con 18 años, se fue de casa para hacerse azafata y viajar por el mundo. Tenía una personalidad libre. A mí me tenía enganchado a sus andanzas. Estábamos muy unidos".

Ignacio Vilariño sostiene un álbum familiar con fotografías de su tía, Mati Muñoz, cuando era joven; los Muñoz Cazorla eran cuatro hermanos, dos de los cuales han fallecido.

Ignacio Vilariño sostiene un álbum familiar con fotografías de su tía, Mati Muñoz, cuando era joven; los Muñoz Cazorla eran cuatro hermanos, dos de los cuales han fallecido. Cristina Villarino E. E.

Frente al sofá hay una torre con estantes llenos de cajas de películas. Todos los cantos miran hacia la pared. Sólo uno deja asomar su carátula, que muestra el rostro de Nastassja Kinski en Paris, Texas. Uno piensa que ojalá esta película acabara como empieza la de Wim Wenders, con la protagonista desaparecida hallada vagando por el desierto. O por la jungla.

Pero Nacho Vilariño ha perdido la esperanza. "¿Qué podemos esperar? ¿Que esté secuestrada y la estén intentando sacar más dinero? No tiene sentido. Yo estoy buscando un cadáver. Quiero que las investigaciones se centren en la realidad: en encontrar el cuerpo y a los culpables, porque no, no hay esperanza de encontrarla viva. Sus amigas se escandalizan cuando lo digo, pero hay que ser realistas. Sólo espero que no haya sufrido, que fuera rápido, que no le hicieran daño".

Hace un parón, vuelve a dar una calada. "Pensar en las tropelías que le hayan podido hacer me carcome". Mira de reojo la televisión, donde aguarda a que los tertulianos vuelvan a hablar de ella. "¿La han tirado al mar con una piedra? ¿La han descuartizado? Lo único que sé es que tengo la adrenalina disparada y que cuando llega la noche sólo pienso en eso. Me genera mucha ansiedad. Llevo una mochila que pesa demasiado. Lo único que deseo es que todo acabe pronto".

La resolución no parece cercana. Los plazos y tiempos que manejan las autoridades de Lombok están desesperando a la familia. Han pasado 60 días desde que Matilde desapareció y 30 desde que se tramitaron sendas denuncias en los Mossos d'Esquadra de Gerona y en la Policía Nacional de Madrid. También de la que, a petición de la familia, interpuso en la Comisaría de Lombok Occidental Sudiaji Gare, el hombre encargado de gestionar el visado de Mati.

Detalles del álbum familiar de la familia Vilariño, donde se puede ver a Mati Muñoz en su juventud.

Detalles del álbum familiar de la familia Vilariño, donde se puede ver a Mati Muñoz en su juventud. Cristina Villarino E. E.

Las pesquisas arrancaron el 13 de agosto y la policía sólo ha tomado declaración a algunos de los miembros del personal del hotel Bumi Aditya, donde se alojaba Matilde, y cuyo staff de momento es el principal sospechoso. No ha habido más interrogatorios ni, por supuesto, detenciones.

El jueves 28 de agosto se supo que la Policía de Jakarta, por presiones del consulado español en la capital indonesia, tenía intención de desplazar a un equipo especial desde Yakarta para reforzar las pesquisas de la Comisaría de Lombok. También que llevarían perros a la zona. "Creemos que puede estar en una zona frondosa, como selvática, que hay cerca de su bungaló", confesó Elena Herranz, también familiar de Matilde, hace unos días a este diario. "Deberían buscar por ahí".

No obstante, tras la reunión por videollamada que Vilariño mantuvo el viernes por la mañana con Fernando Burgos, segundo jefe de la embajada española en Jakarta, y donde también estuvieron presentes Interpol Indonesia y las autoridades locales, siente que todo se encuentra en el punto de partida. Es decir, que no hay avances significativos. Sólo frustración, enfado y desesperación

"Seguimos esperando la geolocalización del móvil. Creen que la semana que viene Interpol tendrá resultados, porque ya han identificado el correo de mi tía. ¿Qué es lo último que han hecho? Desplazar a un perro que ha olido sus cosas. Han seguido buscando, pero dicen que ya no capta nada porque han pasado dos meses. Yo lo que les dije es que necesitaban perros que buscaran cadáveres".

Ignacio Vilariño posa frente a una bandera de España: Jamás me he avergonzado de nuestra bandera. Por eso, pido al Gobierno de España que nos ayude.

Ignacio Vilariño posa frente a una bandera de España: "Jamás me he avergonzado de nuestra bandera. Por eso, pido al Gobierno de España que nos ayude". Cristina Villarino E. E.

El enfado de Vilariño es notable. "Todo es un desastre. Dicen que hasta dentro de una semana no habrá nuevos datos. Mi nivel de exigencia sube. Interpelo directamente al ministro de Exteriores, José Manuel Albares, y al ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, para que tomen cartas en el asunto".

Y añade, tajante: "No es una petición. Es una exigencia. Quiero que saquen a mi tía del arrozal en el que está. Hay un bosquecillo al lado del hotel, un lodazal. Que se movilicen ahí, que hablen con quien corresponda, que de una vez por todas aparezca su cuerpo".

Quién era Matilde Muñoz

El espíritu aventurero de Matilde Muñoz Cazorla (Ferrol, Coruña, 11 de septiembre de 1952) comenzó en los años ochenta, cuando aún era una joven azafata de la ya extinta aerolínea Spantax. Gracias a un espíritu libérrimo que contradijo siempre los genes militares de su familia, decidió dedicar su vida a viajar. Tras vivir en Londres, Alemania y conocer África, se enamoró de Asia cuando pisó, en los años 80, la India.

Desde entonces, sus viajes al continente no han cesado. Tailandia. Nepal. Malasia. Japón. Y su querida Indonesia. Esta última la consideraba su verdadero hogar. "Llevaba cuatro años yendo allí. Lombok era su casa. Cogió mucho cariño a Indonesia hasta el punto de mimetizarse con ella. Era una más. Tenía muchos amigos locales e intentaba aprender el idioma propio de la isla", cuenta Nacho Vilariño.

Matilde Muñoz durante uno de sus viajes al sudeste asiático.

Matilde Muñoz durante uno de sus viajes al sudeste asiático. EFE

Matilde no tenía pensión, ya que dejó de trabajar como azafata cuando la aerolínea cerró en los años ochenta. "Mi padre le dijo que seguro podía tener acceso a una pensión no contributiva, pero ella se negó". Con el dinero que ganó durante aquellos años, se compró una casa en Palma de Mallorca, la cual alquilaba para poder costearse sus viajes. Eso lo complementaba dando clases de inglés –Matilde sabía siete idiomas: alemán, portugués, italiano, japonés e hindi– y de yoga, ya que fue ordenada por la Escuela Internacional Sivananda Vedanta.

"Con el dinero que le entraba vivía bastante bien en el sudeste asiático. Además, a ella le gustaba lo austero. Era vegetariana, comía sus cuatro cositas. A veces era muy pesetera. Nunca iba a zonas masificadas por el turismo. Quería la experiencia auténtica. Le daba igual estar en una cabaña. Ahora bien, siempre estaba rodeada de amigos. Cuando desapareció, me sorprendió la enorme red de amistades que había cosechado en tantos países. Si bien ella no era solitaria ni errática, de vez en cuando le gustaba tener su momento de soledad".

Matilde estaba enamorada de la turística isla de Bali, pero fue en Lombok donde encontró su lugar de recogimiento. En este entorno paradisíaco viven casi 5 millones de personas, la mayoría del grupo étnico Sasak, musulmanes en cuyas creencias están imbricados componentes hinduistas y animistas. Es un lugar que goza de playas de arena blanca y aguas turquesas, ideales para hacer surf y nadar. No obstante, también es una región extremadamente pobre.

El hotel Bumi Aditya se encuentra a unos 500 metros de una carretera principal y a 30 minutos en coche de Mataram, principal ciudad de la isla. Según señalan algunos españoles que conocen bien el terreno, "el hotel está cercano a un vertedero y la miseria se puede ver en las calles", ya que "el salario de la isla no supera los 150 euros".

Vista de la entrada del hotel en el que se alojaba Mati Muñoz y del que desapareció el pasado 1 de julio.

Vista de la entrada del hotel en el que se alojaba Mati Muñoz y del que desapareció el pasado 1 de julio. Google Maps / Street View

En las reseñas del hotel los clientes especifican que se trata de un lugar "abandonado". Algunos, aseguran, han sido asaltados por los residentes. Lo describen como insalubre y peligroso. "Todo iba bien hasta los dos últimos días, en los que éramos los únicos en el complejo con la recepcionista. Alguien entró en la habitación y robó una gran suma de dinero. Al hotel no le importó en absoluto", reza una de las reseñas, de hace cuatro meses.

Como Mati Muñoz era una persona de rutinas, volvía asiduamente a los lugares que conocía a pesar de que no fuesen los más recomendables. El hotel Bumi Aditya era uno de ellos. Lo consideraba su hogar. Conocía a su personal y hasta había entablado cierta amistad con la gerente y contable del establecimiento, una mujer musulmana llamada Nurmala Hayati, a la que todos conocen como Mala.

"Creemos que el edificio pertenecía a un chino que lo abandonó tras el terremoto de 2018. Cuatro o cinco exempleados, entre ellos Mala, se quedaron con él y lo llevan malamente. Tenemos constancia de que los clientes han tenido problemas de robos con violencia", señala Vilariño. Los últimos días en los que Mati Muñoz aún daba señales de vida estaba prácticamente sola en el alojamiento. Anteriormente, nunca había tenido problemas. Pero algo ocurrió aquella noche...

Cronología de una desaparición

Al llegar a Lombok hacia finales de marzo de 2025, lo primero que hizo Matilde fue contactar con uno de sus amigos, que lleva una empresa de alquiler de motos en la zona. Ella siempre pagaba una para desplazarse por la isla. Por aquellas fechas, entre finales de marzo y principios de abril, la familia no lo puede corroborar con exactitud, Mati hizo el check-in en el Bumi Aditya.

Todo parecía ir sobre ruedas. Cumplía a rajatabla sus rutinas matutinas: desayunar en un local cercano, dar un paseo, ir a la playa, contactar con familiares y amigos, dar clases de inglés a los locales y aprender sasak, el idioma predominante en la isla.

Ignacio Vilariño, durante la entrevista con EL ESPAÑOL en su domicilio en Alcalá de Henares.

Ignacio Vilariño, durante la entrevista con EL ESPAÑOL en su domicilio en Alcalá de Henares. Cristina Villarino E. E.

Unas semanas antes de su desaparición, en mayo, Matilde había viajado a Sumatra y, de ahí, a Malasia para renovar su visado. Allí, infortunios del destino, le habían robado el bolso y sus tarjetas de crédito. Un familiar tuvo que enviarle unos duplicados nuevos a su dirección en Lombok.

Matilde tenía previsto reencontrarse con unos amigos argentinos en la isla hacia finales de mes para, después, hacia el 24 de agosto, ir a Bangkok, Tailandia, donde tenía previsto renovar su DNI. Así que decidió ampliar su estancia en la isla hasta, al menos, el 20 de julio. Una vez recibidas las tarjetas, sacó dinero en rupias indonesias para pagar el alojamiento en efectivo, pero la gerente del hotel, Mala, le pidió que mejor lo hiciera por transferencia. Ella aceptó.

Según el personal del hotel, todo esto habría ocurrido, en primera instancia, el 2 de julio, y que acto seguido se habría ido a "dar un paseo por la playa" y nunca más habría vuelto. Aunque posteriormente, el staff del hotel cambió su versión y aseguró que la entrega del dinero la hizo el 1 de julio, último día en que la vieron.

Las fechas coinciden con el último contacto de Mati Muñoz con sus seres queridos: el 29 de junio felicitó a su hermano por su cumpleaños y, el día 1, envió un mensaje a unos amigos cercanos. Desde entonces, silencio.

Pantallazos de las conversaciones mantenidas por Mala con algunos familiares y amigos de Mati Muñoz.

Pantallazos de las conversaciones mantenidas por Mala con algunos familiares y amigos de Mati Muñoz. Cedidas por la familia

"Mi padre cayó enfermo justo cuando ella desapareció. Le escribí para decirle que estaba mal, pero los mensajes no le llegaban", explica Nacho Vilariño mientras enciende otro cigarrillo. "Unos días después, le insistí: 'Veo que no tienes conexión'. Pensé que se habría ido a Nepal, que no tendría cobertura. Por eso tardamos en denunciar. Fue entonces cuando me enteré de que la estaban buscando y se me encendió la alarma".

El 28 de julio, Olga Marín, amiga cercana de Matilde, presentó una denuncia ante los Mossos d'Esquadra en la comisaría de Sant Feliu de Guíxols, en Gerona, donde se encontraba de vacaciones; el 31 de julio, Ignacio Vilariño se presentó en la comisaría de la Policía Nacional de Alcalá de Henares para hacer lo propio.

La familia contactó con Mala, la gerente del hotel, y le pidió que interpusiera una denuncia en la comisaría de Lombok. No obstante, les dijo que no se lo permitieron porque no era familiar. Desconcertados, contactaron con Sudiaji Gare, el hombre que tramitaba los visados a Mati. Tras presentarse ante las autoridades, él sí pudo tramitar la denuncia sin problemas. "Lo de que no lo dejaron era una mentira".

Así, el 13 de agosto, tras ser alertada por la embajada española en Jakarta, la policía de Indonesia abrió una investigación de oficio. Se presentó en el Bumi Aditya y tomó declaración al staff del hotel. Allí ocurrió una escena rocambolesca, según asegura el escritor Joaquín Campos, el español que se desplazó sobre el terreno para investigar de primera mano el caso.

Mala y otros trabajadores del hotel habrían llevado a las autoridades al bungaló número 111 y no al 107, que es donde se alojaba Matilde Muñoz. Campos, que se encontraba en el lugar, alarmado por un movimiento tan sospechoso, intervino para explicar que esa no era la habitación en la que se alojaba la española desaparecida, y recondujo a los policías al verdadero lugar en el que, sospechan todos, se pudo producir un crimen.

El 23 de agosto, tras varias semanas de desesperación, pesquisas y presiones tanto de la embajada española en Jakarta como del escritor, aparecieron las pertenencias de Matilde en un vertedero cercano. Allí había sandalias, ropa, anotaciones, tarjetas de transporte público. "No estaban ni su pasaporte, ni sus tarjetas de crédito, ni el teléfono móvil ni su cargador. Independientemente de lo que le haya ocurrido, creemos que el móvil ha sido económico".

Vista aérea del hotel Bumi Aditya, en el que se alojaba Matilde Muñoz.

Vista aérea del hotel Bumi Aditya, en el que se alojaba Matilde Muñoz. Google Maps

El misterio del "2week again"

Nacho Vilariño le da un sorbo a una Cocacola que suma al chute de nicotina el de la cafeína y el azúcar. Mueve las piernas con nerviosismo. En la televisión están hablando de Matilde. "Lo siento, pero tengo que escucharlo", ruega, y sube el volumen para escuchar el parte de situación de Joaquín Campos en el programa Y ahora Sonsoles.

El escritor asegura que prácticamente nadie le habla ya en Lombok. Su presencia, sus preguntas insistentes, han levantado demasiadas ampollas.

Mutea el aparato, decepcionado. No hay novedades. "La comunidad se ha cerrado herméticamente. Ni siquiera el hombre de la visa quiere contestarnos. En la comisaría de la región ya no dan información. Creemos que no quieren tratar esto como un posible crimen para no dañar el turismo".

Esto casa con las declaraciones de los españoles que viven en Lombok consultados por EL ESPAÑOL. "Es una isla musulmana y aquí la gente funciona por comunidad, como una familia. Hay un tipo que es el jefe, como un alcalde; el líder de la comunidad que enlaza con el Gobierno de Lombok y este, a su vez, con el de Indonesia. Es como una tribu, pero más avanzada. Estoy seguro de que la comunidad sabe lo que ha pasado, pero no lo va a decir".

Imágenes del bungaló 107, donde se alojaba Matilde Muñoz, antes (i) y después (d) de su desaparición.

Imágenes del bungaló 107, donde se alojaba Matilde Muñoz, antes (i) y después (d) de su desaparición. Cedidas por la familia

Vilariño tiene claro que el proceder del personal del hotel ha sido más que sospechoso y asegura que, de un modo u otro "está metido en el ajo". "Ya sea porque ellos le han hecho algo directamente a mi tía o porque quieren encubrir a alguien muy cercano a su entorno". Precisamente, un español que había estado alojado en el Bumi Aditya describió en televisión cómo los empleados del hotel estaban compinchados con algunos ladrones locales que trataron de robarle cuando.

El sobrino de Mati Muñoz refuerza su argumento apelando a las numerosas contradicciones que ha cometido el staff. Primero dijeron que su tía desapareció el 2 de julio; después, que fue el 1 de julio. Aseguraron que en la habitación de Matilde no había televisión, cuando en las fotografías compartidas por la desaparecida a su familia sí que la había. En los registros del hotel aparece que Matilde hizo el check-out el 5 de julio, sin embargo, fue el 1 de julio la última vez que la vieron.

Esta parte es especialmente crucial, porque la contable del hotel, Mala, aseguró que, ante la ausencia de Matilde, la escribió por WhatsApp muy preocupada. "Halooo. What aru you (Hola, ¿dónde estás?)", escribió la contable, el 5 de julio, a su cliente desaparecida. El día después, Matilde, o alguien que se hacía pasar por Matilde, le respondió desde su teléfono: "Sorry mala,,I Steel in Laos,,i can come back 2week again". A pesar del pésimo inglés, se deduce que quiso decir: "Lo siento, Mala. Sigo en Laos. Volveré dentro de dos semanas".

Este mensaje abre muchísimos interrogantes. Si Matilde le dijo a Mala que volvería en dos semanas, no se explica por qué su moto, que utilizaba para sus desplazamientos, seguía en el parking del hotel. Tampoco por qué el personal dio orden a la empresa que le alquilaba la motocicleta de que viniera a llevársela. Ni por qué añadieron en su libro de registros que Matilde hizo el check-out el día 5 si, presuntamente, iba a volver en dos semanas y, además, había pagado por ello.

Nacho Vilariño, durante la entrevista con EL ESPAÑOL.

Nacho Vilariño, durante la entrevista con EL ESPAÑOL. Cristina Villarino E. E.

Además, Matilde siempre cerraba la puerta de su habitación con un candado que llevaba consigo. Lo dejó puesto en su habitación. Al desaparecer, Mala escribió a los amigos argentinos de Matilde para pedirles permiso para abrir su bungaló. Rompieron el candado y entraron. Misteriosamente, la llave del cerrojo apareció unos días después en la recepción del hotel. "Si Matilde hubiese dejado el candado puesto, se habría llevado la llave", asegura Vilariño.

Otro elemento que desestima la posibilidad de que Matilde hubiese viajado a algún otro país es una caja que siempre dejaba en el local cuando se iba por largos periodos de tiempo. "Es un paquete en el que hay útiles de aseo, una cafetera, un hornillo; cosas que no te vas a llevar a cuestas porque pesan mucho. Es una cajita que se deja ahí para cuando uno vuelva. Eso ha desaparecido. Debe ser que quisieron limpiar demasiado la escena del crimen y también lo desecharon", asegura el sobrino.

Conversación de los amigos argentinos de Mati Muñoz con Mala, la responsable del hotel Bumi Aditya.

Conversación de los amigos argentinos de Mati Muñoz con Mala, la responsable del hotel Bumi Aditya.

Días después de tramitar la denuncia, la Policía confirmó las sospechas de la familia: no hay registro de que Matilde Muñoz hubiera cogido ningún transporte aéreo ni marítimo. Gare, el encargado de su permiso migratorio, confirmó que tampoco existían registros recientes de entrada ni de salida del país a su nombre. Su visado sigue activo hasta noviembre. Mati no se ha ido. Al menos, no por la vía ordinaria.

Días después de su desaparición, Javier y Patricia, los amigos argentinos de Matilde, con quienes supuestamente la española se iba a reunir en Senggigi el día 7 de julio, y quienes alertaron por primera vez a sus amigos de que su amiga no respondía, escribieron a Mala. Le preguntaron si sabía cuándo iba a volver Mati. Ella les respondió: "Meybe 2week again".

Matilde Muñoz en uno de sus viajes.

Matilde Muñoz en uno de sus viajes. Cedida.

Al principio no dieron importancia a este detalle, pero la forma de escribir correspondía exactamente a la misma con la que Matilde, o la falsa Matilde, había escrito a Mala desde Laos. "I can come back 2week again". Vilariño sospecha que fue Mala quien se autoenvió el mensaje de Matilde desde su propio móvil. "Lo comenté con la policía y me dijo que era algo de libro".

Su principal hipótesis es que Matilde ha sido víctima de un delito económico y que, con toda probabilidad, ha sido asesinada. "Creo que le entraron al bungaló mientras dormía, de madrugada, para robarle. Se defiende. La cosa va mal o les pilla in fraganti. Si hubiera chillado habría dado igual, porque no había casi nadie en el hotel. Se deshicieron de las cosas. Las tiraron. Pusieron un mensajito de que se había ido a Laos para despistar a la familia pensando que, como no tenía marido ni hijos, nadie la iba a buscar. Como son unos chapuceros, sé que mi tía está cerca del hotel".

La respuesta oficial

El Ministerio de Asuntos Exteriores ha corroborado a EL ESPAÑOL que la embajada de España en Yakarta fue informada de la desaparición de María Matilde Muñoz Cazorla en Indonesia el 26 de julio de 2025, dos días antes de que Olga Marín interpusiera la denuncia antes los Mossos.

"Desde entonces, se ha mantenido en contacto constante con la familia, a quien se indicó que debía presentar una denuncia en España para iniciar las actuaciones y de quien se solicitó un teléfono para intentar localizar a la ciudadana, sin que pudiera ser localizada", explica en una nota remitida a este diario.

Denuncia interpuesta por Olga Marín a los Mossos d'Esquadra el 28 de julio de 2025.

Denuncia interpuesta por Olga Marín a los Mossos d'Esquadra el 28 de julio de 2025. Cedida

En paralelo, se activaron todos los protocolos con las autoridades locales. Se contactó con el punto focal de emergencias de Indonesia, se realizaron gestiones con la policía de Lombok y se envió una Nota Verbal al Ministerio de Asuntos Exteriores indonesio solicitando formalmente su colaboración para abrir una investigación, entregando la nota en mano.

"La Embajada también contactó con dos hoteles donde se creía que podía alojarse y realizó búsquedas en varios hospitales de la zona, sin éxito. Finalmente, se elevó el caso a Interpol para informar de la desaparición y ampliar la búsqueda a nivel internacional".

Por lo pronto, en España, tanto los Mossos d’Esquadra como la Policía Nacional han judicializado el caso. El cuerpo autonómico catalán ha pedido al juzgado de Sant Feliu de Guíxols la tarificación de las llamadas desde el móvil de Matilde y los últimos movimientos de sus tarjetas bancarias.

Olga Marín, sin embargo, se ha mostrado muy crítica con la gestión. "Desde que pusimos la denuncia, ha tardado 21 días en publicarse en Interpol. No ha habido mucha comunicación, hasta ahora. A Exteriores llevábamos preguntándoles desde el 2 de agosto. Al consulado le pedimos que se desplace in situ. Lo que no puede ser es que se hagan las cosas a cientos de kilómetros desde un despacho en Yakarta".

Matilde Muñoz durante uno de sus viajes al sudeste asiático.

Matilde Muñoz durante uno de sus viajes al sudeste asiático. Cedida por la familia.

Y añade: "El miércoles me reuní con los Mossos; el jueves dijeron que estaban haciendo batidas con perros. Luego hablamos con Joaquín Costa y dijo que no había visto ni un sólo animal. Esta mañana han llamado diciendo que habían ido con un perro y que el resultado había sido negativo. No han conseguido nada. Pregunté a Mossos quién era el agregado [consular] y dónde estaba, porque es el mismo para Malasia, Singapur e Indonesia, y dijeron que creían que en Yakarta, pero no lo sabemos".

Nacho Vilariño le pega una última calada a su cigarrillo, sin quitar un ojo a la televisión. Critica la mala praxis de las autoridades españolas y señala que España está dando la imagen de ser "un país sin recursos y sin músculo diplomático". Su única esperanza es que la geolocalización del teléfono móvil de su tía de sus frutos cuanto antes, aunque teme que hasta dentro de una semana no haya novedades.

"No sé lo que tardará. La policía de Lombok, y en general la de Indonesia, cuentan con medios muy precarios. Por eso pedimos al consulado que se desplace alguien allí para que visione y meta presión. Dicen que no se puede, pero en otros casos, como ocurrió en Filipinas [se refiere al caso de Diego Bello], sí se ha hecho".

"Lo mismo le exigimos al Gobierno. Que intervenga, que tome cartas en el asunto para que se encuentre a mi tía cuanto antes. Hoy es Mati, mañana puedes ser tú, tu hija, tu padre, tu hermano o tu tía. España no puede dar la imagen de que abandona a los suyos. España merece más".