A la izquierda, el capataz de la BRIF de La Iglesuela, José Pedro Hernández; y a la derecha, el presidente del comité de empresa de los bomberos de Madrid, Jesús Molina.

A la izquierda, el capataz de la BRIF de La Iglesuela, José Pedro Hernández; y a la derecha, el presidente del comité de empresa de los bomberos de Madrid, Jesús Molina. Cedidas

Reportajes

Los bomberos estallan contra la gestión de los incendios: "Faltan medios, hay mucho personal sin experiencia en la extinción"

Profesionales de extinciones forestales de distintos puntos del país coinciden en que la prevención de las llamas es una de las asignaturas pendientes: "El monte está abandonado por la pérdida de ganadería y agricultura".

Más información: Las llamas devoran varias poblaciones de León, Zamora, Orense, Extremadura y Asturias: "Damos el pueblo por perdido".

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España arde. En lo que va de año, las llamas han devorado una superficie de 105.106 hectáreas, y a mediodía de este miércoles permanecían activos 14 incendios. En estos casos, todo está en manos de los bomberos. Pero estos trabajadores que arriesgan sus vidas en cada intervención también arrastran el peso de unas condiciones laborales que hacen que su trabajo sea todavía más difícil.

"La gestión de los incendios forestales es nefasta". Lo dice José Pedro Hernández, bombero capataz de la Brigada de Refuerzo de Incendios Forestales (BRIF) de La Iglesuela (Toledo). "Hay una mala gestión en todo el territorio nacional, y el principal problema es que en cada comunidad existe un dispositivo diferente".

Hernández habla para EL ESPAÑOL desde la experiencia del que lleva toda la vida dedicado a un trabajo que consiste en correr a los lugares de los que todo el mundo huye. Lo ha visto todo, incluso la muerte. Por eso las carencias del sistema le irritan. Especialmente, cuando recuerda a su amigo y compañero, Javier Tirado, que perdió la vida el 8 de agosto de 2005 en el incendio de Casavieja.

José Pedro Hernández, entre el equipo de bomberos forestales compañeros del fallecido Javier Tirado, vuelven al lugar donde su amigo perdió la vida en 2005.

José Pedro Hernández, entre el equipo de bomberos forestales compañeros del fallecido Javier Tirado, vuelven al lugar donde su amigo perdió la vida en 2005. Cedida

Pregunta.– ¿Cuáles son las principales limitaciones que afrontan los bomberos forestales?

Respuesta.– Son tantas las cosas que se están haciendo mal... En primer lugar, el éxodo rural ha provocado que nos encontremos escenarios nuevos, y mucho abandono.

Eso se puede ver en los aterrazados de los pueblos, que tienen 30, 40 años, están comidos. Esto se produce porque no hay subvenciones para los agricultores, no hay ganadería extensiva, y como consecuencia, el monte está muy abandonado.

La relación entre el abandono del campo y el incremento de la fuerza de los incendios es directa. No en vano, el ganado y los agricultores se encargan de controlar la maleza, que si se deja crecer a sus anchas se convierte en un gran combustible para las llamas.

Pero la falta de prevención no es el único problema que señala este bombero. Otra de los cosas que limita la capacidad de estos profesionales es la falta de experiencia de una parte de las plantillas. "Este año tengo gente que no sabe lo que es un incendio forestal porque no ha trabajado en uno jamás".

P.– ¿A qué se debe esa falta de experiencia?

R.– Hay personal que este está siendo su primer año, tienen 21 o 22 años. Hay que dar oportunidades a todo el mundo, pero no puedes poner a personas con esa edad, que solo han recibido una formación de 16 horas, en un incendio forestal de las características de los que están ocurriendo en España.

Esa poca experiencia también se debe a la alta rotación del personal: "Cobramos una miseria, y la gente, en cuanto tiene una oportunidad un poco mejor, se va".

El bombero de la BRIF de La Iglesuela (Toledo), en 2022, en un incendio en Extremadura.

El bombero de la BRIF de La Iglesuela (Toledo), en 2022, en un incendio en Extremadura. Cedida

P.– En una operación real, ¿en qué se echa de menos esa experiencia?

R.– En Castilla La Mancha tienen equipos que realmente funcionan, pero hay comunidades en las que los propios directores no tienen experiencia ni idea. Se trata de personas que han aprobado una oposición, y que solo tienen una formación de 72 horas en incendios forestales. Y con eso, tras aprobar, tienen que ponerse a dirigir a todos los equipos que intervienen en una operación.

De manera que muchas veces vamos como pollo sin cabeza. A lo mejor un director te pide atacar a la cabeza, y no puedes hacerlo porque tienes un frente de llama de entre 5 y 10 kilómetros...

Y a eso añade que "faltan muchísimos medios: autobombas, coches... Y muchos de los que tenemos están mal porque llevan muchos años trabajando. En Castilla y León, por ejemplo, solo van dos personas por autobomba: el operario y el conductor. Así es muy difícil operarlas, aunque ahora están intentando reforzarlas".

"Lo más preocupante es la indiferencia de quienes deberían liderar la prevención: gobiernos, comunidades y especialmente muchos ayuntamientos. Proteger nuestros bosques no es rentable ni da beneficios económicos inmediatos, y eso pesa más que el bienestar colectivo.

"Aunque hay excepciones, la mayoría de los ayuntamientos cumplen con lo mínimo exigido por ley, sin implicarse de verdad. No garantizan que los perímetros cercanos a núcleos urbanos estén limpios, ni que caminos y carreteras puedan usarse como accesos seguros en caso de incendio".

"Se permite a los propietarios tener fincas en completo abandono, que suponen un peligro para todos. No existen planes de evacuación, rutas de escape ni zonas seguras. Es más: muchos desconocen siquiera qué significan estos conceptos"

P.– ¿Cuáles son las actuaciones más acuciantes para mejorar las condiciones de los bomberos forestales?

R.– Son muchas las cosas que hay que hacer. Desde nuestro punto de vista no tienen que existir las empresas, y tenemos que avanzar hacia un marco único y general: que tengamos la uniformidad igual o similar, un sistema de comunicación homogéneo entre todas las comunidades, los mismos medios…

Y luego, en cuanto a prevención, se tiene que volver a meter el ganado en los montes de manera controlada, hay que financiar a ganaderos y agricultores para recuperar los pueblos. Porque el abandono rural nos lleva a este tipo de situaciones.

Problemas particulares

Más allá de los problemas que enumera Hernández, la fragmentación de los diferentes cuerpos de bomberos forestales autonómicos genera una serie de situaciones particulares que hay que mirar de forma independiente.

Es el caso de los bomberos de la Comunidad de Madrid. El portavoz de su comité de empresa, Jesús Molina, arranca la entrevista con este diario con una frase lapidaria: "Trabajamos en precario".

El bombero Jesús Molina, de espaldas, este viernes, en el incendio de San Bartolomé de Pinares.

El bombero Jesús Molina, de espaldas, este viernes, en el incendio de San Bartolomé de Pinares. Cedida

"El convenio que rige nuestras normas está caduco desde 2008. Además, llevamos 15 años en los que los salarios apenas se han movido: cobramos 1.300 euros al mes que para vivir en Madrid, una de las comunidades más caras de España".

"También tenemos un exceso muy grande de temporalidad entre los compañeros: el 40% solo trabaja 4 meses al año, de manera que en invierno no podemos realizar las labores de prevención para cuando llegan los incendios de verano".

"Tampoco estamos protegidos ante agentes cancerígenos, ya que tanto en invierno como en verano respiramos sustancias tóxicas, y no se nos protege adecuadamente. A esto se suma que tenemos bases obsoletas que llevan 20 años en abandono y no cumplen la normativa de seguridad laboral".

P.– ¿Cómo afectan estas limitaciones a la labor de los bomberos de la Comunidad de Madrid?

R.– Si el 40% de los compañeros solo trabaja 4 meses, supone que en las labores preventivas se actúa sobre un 40% menos de hectáreas de las que se debería, lo que hace los incendios sean más virulentos.

Luego, la precariedad es un lastre que se traduce en una fuga de un capital humano que ya está formado. Hay una rotación constante, y por eso no se termina de tener un dispositivo 100% profesional. Esto no es culpa de los compañeros, sino que a los profesionales hay que pagarlos. Los pilotos de helicóptero de otros países ganan el triple.

Además, las plazas no se cubren, y falta alrededor de un 7% del personal. Eso hace que haya brigadas que deberían estar formadas por 7 personas, pero en las que solo hay 6 o 5 trabajadores, lo que merma su capacidad de extinción.

Para hacer oír sus demandas, los bomberos forestales de Madrid llevan en huelga desde el 15 de julio, funcionando solo con los servicios mínimos. "Los pilotos de helicóptero empezarán también el 20 de agosto otra huelga".