Enrique, CEO de Editorial Rubio, y su hijo Luis, director general, hijo y nieto del fundador, Ramón Rubio.

Enrique, CEO de Editorial Rubio, y su hijo Luis, director general, hijo y nieto del fundador, Ramón Rubio. Biel Aliño

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El imperio de los Rubio y sus cuadernos: de hacerlos a mano a vender 4 millones, "muchos de caligrafía" por culpa del móvil

En sus 69 años de historia, la famosa e histórica editorial valenciana ha vendido unos 325 millones de cuadernillos que han acompañado a varias generaciones de españoles.

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Con las vacaciones escolares, las notas y dos meses sin colegio por delante, podría decirse que a finales de junio ellos hacen su agosto, porque es cuando más venden. Los archiconocidos Cuadernos Rubio nacieron hace 69 años en Valencia, de la mano de su fundador, Ramón Rubio, y han acompañado las vacaciones escolares de muchísimos niños españoles de varias generaciones.

Hoy, su hijo Enrique y su nieto Luis Rubio siguen editando los famosísimos cuadernos didácticos, en color verde agua la caligrafía y en color vainilla para las matemáticas. Venden 4 millones de unidades al año y no sólo de ellos: los tienen de repaso, de refuerzo de varias áreas y abrieron una línea de estimulación cognitiva para personas mayores, "que ha sido un éxito tremendo y llevamos más de un millón de unidades vendidas", cuenta Enrique Rubio, CEO de la editorial, a El ESPAÑOL.

El fundador, padre y abuelo, Ramón Rubio, era profesor de Mercantil, "lo que ahora es ser economista", puntualiza su hijo, y daba clases a adultos en la Academia Rubio, en Valencia. Impartía cálculo, contabilidad y secretariado para empresas. Eran los años 50 del pasado siglo y pronto descubrió que para trabajar en esos ámbitos había mucha exigencia, tanto en escritura como para llevar las cuentas.

"Los libros de cuentas se hacían todos a mano. Debían estar impecables, y la caligrafía debía ser muy pulcra y con plumilla, con una letra adornada", explica Enrique Rubio. Así que diseñó unas fichas que hizo a mano con ejercicios de grafomotricidad y operaciones matemáticas con largas sumas.

En principio no estaban concebidas para los niños. "Las probó primero en un colegio de Valencia", recuerda su hijo. En el fondo "fue un visionario porque diseñó un método" que funcionó con los escolares y desterró aquello de la letra con sangre entra. "Hizo 59 cuadernos de problemas y 62 de caligrafía. Lo cierto es que ayudó a la siguiente generación de escolares españoles".

Ramón_Rubio, en un colegio en 1957.

Ramón_Rubio, en un colegio en 1957. Cedida

Primero imprimían hoja a hoja en una habitación de la casa familiar. Luego contrataron imprentas. Porque el boom demográfico español hizo que en las décadas de finales de los 70 y principios de los 80 tuviera lugar la etapa más esplendorosa de la empresa valenciana. Llegaron a vender 10 millones de cuadernillos anuales.

A sus 66 años, Enrique recuerda entre risas que en su niñez "no podía decir a mis amigos a qué se dedicaba mi padre: odiaban los cuadernillos", que además por su precio económico y formato ligero los acompañaban en verano "ya fueran a la playa o a la montaña". No había manera de escapar de ellos.

El niño Enrique era pequeño, pero recuerda cómo su padre "viajaba en verano para visitar colegios. Lo pasó mal porque lo que tenía entre manos era revolucionario para la época, Le cerraban muchas puertas e incluso llegó a querer vender la editorial".

El despegue tras la estafa

En aquellos primeros años, Ramón Rubio contrató a un comercial "para que vendiera los cuadernos por las papelerías y librerías. Fue así como comenzó a haber interés, y cuando vendió mucho, el comercial desapareció con el dinero". Unas 200.000 pesetas de la época.

"Era mucho dinero, Pero aquella labor hizo que de repente empezase a recibir muchísimos pedidos, también por el boca a oreja. Mi padre decía en ocasiones que le encantaría encontrarse al comercial para darle las gracias por aquella estafa, porque le creó un punto de venta".

Padre e hijo, en la flagship de Rubio, que se encuentra en Valencia.

Padre e hijo, en la flagship de Rubio, que se encuentra en Valencia. Biel Aliño

Ramón Rubio falleció en el año 2001 víctima de un derrame cerebral y entonces Enrique, que era economista, se hizo cargo de la empresa. Sobre los colores verde y vainilla, el actual CEO de la empresa recuerda que el verde "manchaba muchísimo al imprimir y hacia que limpiar la máquina". Al llegar, recuperó esos colores que se habían cambiado en los años 80 y 90 por unas portadas más coloristas e infantiles.

"Aquella transformación estuvo a punto de hacernos perder la identidad, porque con el tiempo se había convertido en una marca". Recuerda que nada más coger las riendas de la editorial, "me preguntaron si los Cuadernos Rubio todavía existían".

Aquella pregunta "me hizo daño, pero también me hizo ponerme las pilas". Recuperó el espíritu vintage con sus colores primigenios añadiéndole una revisión actual.

Con la irrupción de las nuevas tecnologías "que aporta muchas ventajas" la empresa se adaptó y sacaron "unas tabletas digitales, porque los niños se desenvuelven bien con ellas. Pero hemos visto que a la larga el uso de las nuevas tecnologías y los móviles han perjudicado la grafía y la ortografía: se escriben abreviaturas, se construyen mal las frases, no se usan comas..."

Una familia, adquiriendo material didáctico en la tienda Rubio de Valencia.

Una familia, adquiriendo material didáctico en la tienda Rubio de Valencia.

A ello se le une "que ha caído la comprensión lectora y la atención se haya dispersado por los vídeos rápidos de las redes sociales. Todo esto ha hecho que hayamos notado una demanda impresionante de los cuadernos de caligrafía, ortografía y comprensión lectora. Es curioso, porque en los años 70 se vendían también más que los de caligrafía, y ahora ha vuelto a suceder".

Escribir a mano

La empresa valenciana también ha detectado que tras la pandemia de la Covid-19 "se ha despertado un interés grande por volver a escribir. Neurólogos y pedagogos dicen que escribir a mano es bueno, tanto para niños como para adultos, porque ayuda a afianzar los contenidos. Lo dice la ciencia también: que los beneficios de la escritura a mano son mucho mayores que hacerlo con un teclado".

Enriue Rubio, en uno de los espacios, con cuadernos de escritura, en la tienda Rubio de VAlencia.

Enriue Rubio, en uno de los espacios, con cuadernos de escritura, en la tienda Rubio de VAlencia. Biel Aliño

Desde su fundación, han vendido casi 325 millones de ejemplares de cuadernos que han acompañado a varias generaciones de españoles. "Mi padre comenzó con 60 cuadernos y ahora tenemos 500. Ortografía, lettering, concentración... también tratamos de transmitir valores a través de los textos y dibujos".

Lo hacen todo en la sede de la empresa, que se encuentra en Paterna (Valencia). "La producción es muy económica, y hemos mimado mucho esto. Aquella pregunta de si aún existíamos me hizo tanto daño que me lo planteé en serio. No era mi vocación esto, pero nos hemos esforzado por ser los más económicos y los mejores. Hay una coherencia en todo: en los colores, en la apuesta por las inteligencias múltiples... para hacernos extensivos a todos los públicos".

De ahí que la caída de la natalidad en España "de las más bajas del mundo, y la curva sigue cayendo" les hizo ver que existía una demanda que no estaba siendo atendida: los cuadernos Rubio para los mayores. Se llaman 'Entrena tu mente', "los hemos elaborado con especialistas y aborda el trabajo para las siete áreas cognitivas. Tienen un éxito tremendo y se usan en muchísimos centros de día".