Julio Iglesias, ya se sabe, vino a esta vida a veranear.
Dice España que Julio Iglesias ha sido nuestro padre, pero en verdad Julio ha sido nuestra estación caliente, nuestra filosofía mediterránea, nuestro canalla predilecto y sin embargo, nuestro distante amigo. Julio anda lejos como el bronceado irredento de los años más felices, de los años bohemios en los que estuvimos a punto de atraparlo todo, de los años de la seducción y la alegría.
De esto y de aquello hizo él coplillas eternas, canciones como dagas que lanzó al mundo y luego le regresaban al pecho como un bumerán, por eso siempre cantaba con la mano en el esternón y con los ojos cerrados, en trance lírico: como protegiéndose de sus propias palabras. De su propio poder.
Hace mucho que Julio dejó de ser ¿sólo? el artista hispano más exitoso de todos los tiempos -nadie ha vendido como él, ni en tantos idiomas; nadie recibió tantos premios prestigiosos ni tanta ovación planetaria- para mutar a símbolo. Su nombre es el nombre español más buscado del vasto campo de internet, sólo por detrás de Dalí y de Picasso. Ha sido profeta marítimo, tunante nuestro, poeta mundial y accesible, mediador internacional: Julio Iglesias, Julio Catedrales, Julio Papa, Julio Dios, un hombre hecho religión monoteísta, un exceso todo el rato.

Julio Iglesias.
Fue guapo, Julio, lo bastante guapo como para forjar una leyenda lúbrica que le sobrevivirá, pero no tan bello como para que diera coraje ni como para que la hermosura fuese su único fuerte. Hasta en eso fue inteligente el cielo a la hora de crear a Julio, un héroe español vestido de lino celeste en las playas vibrantes de la Costa del Sol, un George Clooney ibérico bronceado y sonriente en los días de tormenta, un tipo con un traje hecho a medida como armadura vital, querido por el pueblo y por sus élites, transversal como la Coca-cola, transversal como el amor.
Julio ha sido carisma en estado puro, “charm”, como le gusta decir a él, sabiendo que en ninguna lengua podría expresarse ese magnetismo imparable suyo, entre el galán internacional y el granuja cañí, con sus destellos del Lazarillo de Tormes, de Marcello Mastroianni y de Juan Luis Galiardo, machacados sus rasgos en un cóctel mejor. “Soy de aquellos que sueñan con la libertad, capitán de un velero que no tiene mar, soy de aquellos que viven buscando un lugar, soy Quijote de un tiempo que no tiene edad”, cantaba en uno de sus himnos más célebres, a modo de autobiografía.
“Y me gustan las gentes que son de verdad, ser bohemio, poeta y ser golfo me va; soy cantor de silencios que no vive en paz… que presume de ser español donde va”, guiñaba, recordando que era feliz con un vino y un trozo de pan “y también, cómo no, con caviar y champán”, nuestro Julio todoterreno.Iglesias se explicó a sí mismo en sus canciones, consciente de que su palabra era doctrina latina. “Confieso que a veces soy cuerdo y a veces loco, y amo así la vida, y tomo de todo un poco. Me gustan las mujeres, me gusta el vino, y si tengo que olvidarlas, bebo y olvido”, subrayaba en Soy un truhán, soy un señor.
Ahora Ignacio Peyró escribe su vida (y la vida secreta de España) en un libro vigoroso, inteligentísimo, culto, literario y libre, sin la voz del implicado, sin un adjetivo al dictado. El español que enamoró al mundo (Libros del Asteroide) dibuja al hombre que paró un penalti a Di Stefano, que fue amigo de los Reagan y los Clinton, que actuó para Miterrand e intimó con Sarkozy, que cantó con Sinatra, que lo hizo todo, todo, todo, hasta convertirse en meme.
¿Qué es lo que más le ha sorprendido descubrir de Julio Iglesias en su investigación?
Iba a empezar por una horrible (ríe). No es que me haya sorprendido del todo, pero… Julio Iglesias es un gran egoísta. Es uno de esos artistas que dicen “lo mío, lo primero”, “el mundo se ordena en torno a lo que yo tengo que hacer como artista”. Su hijo Enrique, casi retirado, y, por supuesto, de una monogamia perfecta, se rebela contra el modelo de vida de su padre, que elige la música frente a Gwendolyne, su primer amor, y luego vuelve a elegir la música frente a su proyecto vital como padre de familia y marido de una señora llamada Isabel Preysler. España fue abusiva con esta mujer hasta un extremo… aunque fueran años de otras sensibilidades y demás, Julio era un infiel en serie y ella le dijo “yo no te aguanto más”, pero fue a ella a la que se la llamó mala madre y lagarta.
Sí, había algo en ella de geisha. Se la acusaba de haber captado a nuestro chico, Julio, mediante técnicas sexuales milenarias…
Sí, diría que había algo racista de por medio. Julio quedó como si estuviese fuera luchando por ganar el pan de sus hijos y ella fuese una mala madre.

Julio con Isabel Preysler.
¿Ese es el gran dolor de Julio? ¿El rechazo de Isabel Preysler? Ese tipo de hombres no soporta que les chuleen. Pero hasta de ese momento sacó ‘Hey’, una canción maravillosa que económicamente le ha dado muchas alegrías.
A él, Isabel Preysler le desordena la vida, porque él quería repicar el modelo de su padre: yo tengo a mi señora en casa con los niños y vengo de vez en cuando y pongo los garbanzos y tengo mis aventuras. Pero ella no se lo acepta. Al contrario que la madre de Julio, Isabel Preysler no lo acepta, cosa que por cierto no se ha tendido a comentar mucho. Ella le dijo “ahí te quedas, yo no aguanto tus cosas”. Ella no hace cálculos emocionales (“me voy a quedar con este señor porque le quiero tanto que le aguanto todo”) ni económicos (“éste es un imbécil, pero yo tengo para hacerme la pedicura”).
¿Qué más te sorprendió?
Julio es un anti-intelectual militante. No es un hombre atento a las cosas que ocurren en su campo, a la música, a las artes, a las letras, él está convencido (y ojo, no le faltan motivos) de que él es alguien único y con un valor excepcional por sí mismo. Son décadas de fidelidad a sí mismo y sin muchos cambios.
"Julio Iglesias es un gran egoísta, por eso su hijo Enrique se rebela contra el modelo de vida de su padre”
¿A usted le cae mal Julio Iglesias?
No, no, pero me lo planteo. Su gran dote de seducción es que se sabe hacer perdonar. Supongo que mira así un poco, tal, pone cara de pícaro… no es un Tom Jones, con ese fondo de masculinidad agresiva, ni es un tipo con la presencia física de un Luis Miguel, que tiene una belleza más obvia. Julio es más suave y tiene un encanto muy suyo. No me cae mal. Tiene una estética dudosa pero muy poderosa. Cuando se va a Miami, él no sabe lo que se va a encontrar allí: su paraíso estético, su imagen, eso es de lo poco que no está milimetrado en su aterrizaje en EEUU.
Tras dos días paseando junto al mar en guayabera es va a cambiar la imagen que se tiene de él. Mientras tú estás en tu gestoría de nóminas, él está paseando con los pies lamidos por las olas y una palmera desmayándose al fondo. Ese va a ser Julio Iglesias. Quizás se va a arreglar más tarde, quizás se ponga un esmoquin y tome champán rosado en una fiesta. Es esa mezcla de lujo y sofisticación con…
Relajación, ¿no? Esa ropa holgada de los pijos en la playa. Esa elegancia desusada, tranquilona.
Sí. Es que eso no a todo el mundo le sale igual. El carisma no es la belleza, pero también es algo muy físico. Igual un tipo se tumba en un sofá y parece que está pasando una gripe y él se tumba en un sofá y parece que va a llegarle un daiquiri de un momento a otro. Tiene esa fluidez física que ha tenido, por ejemplo, Obama. Es una facilidad para habitar espacios.
¿En qué se parece España a él? Cuando venía acá, veía por igual a Fraga y a Pujol, y a sus conciertos iban Baltasar Garzón y Ana Botella… ¿por qué?
Julio tiene un momento de inocencia. Por decirlo con una de sus letras más problemáticas, de “inocencia salvaje”.

Julio.
“Tu inocencia salvaje me la he bebido yo… Lo mejor de tu vida me lo he llevado yo”. Eso sí que es perder la virginidad, ¿no?
Desde luego (sonríe). Bueno, ese momento: él va a ver a Juan Carlos, que es un joven padre de la patria, y en España todo el mundo cree que va a ganar dinero y que las cosas van a ir mejor, y se quiere estar en Europa… eran los ochenta, los primeros noventa. Luego las cosas se van pudriendo y el tío tiene cierto escarceo con todo eso de la Comunidad Valenciana en torno al año 2000. Y se va. Él es el primero que sale de aquí, es símbolo de España en el mundo. Julio Iglesias seduce, no necesita conquistar. Encarna ese momento en el que las cosas salen bien, encarna el sueño de la clase media en el año ochenta y poco, cuando Miami estaba más lejos que Marte. Era de un exotismo brutal. Él encarna los sueños materialistas.
¿Y en qué se parece Julio al Quijote? Pienso en su idealismo, en su afán de aventura, en esa cosa teatral y pagada de sí mismo… “Soy Quijote de un tiempo que no tiene edad”. ¿Ha hecho más por nuestra cultura que la RAE?
Él tiene una cosa muy importante: su gran legado cultural, y más lo vemos ahora, en tiempos de bastante hispanofobia en EEUU por parte de las autoridades, fue que fue el primer tipo que aparece en el programa nocturno que veía todo el mundo cantando en español. Y contribuye a dar normalidad y visibilidad y prestigio a lo que se ha llamado “lo latino”, y eso incluye la lengua. Es un pionero y hay que tener en cuenta que eso tiene un valor. Ya no se puede entender EEUU sin esa huella.
"Si Julio Iglesias viviese en España, votaría al PP. Es un conservador, no un reaccionario. Su pasión es el dinero. La guerra cultural no le interesa”
Ideológicamente es curioso. La izquierda le respeta porque nunca fue de rebelde ni de antisistema. Dice en el libro: “Los pecios de la Movida se han reciclado en consultores y los cantautores viven en casas idénticas a aquellas donde vivía la gente que odiaban a los 20 años, pero Julio lleva una vida entera de fidelidad gestual a sí mismo”.
Si Julio Iglesias le cae bien a la izquierda es porque todo el mundo tiene unos cuantos minutos antipolíticos al día. La gente se cansa de que la moralicen. Él fue un cantante en época de hombres comprometidos y sin embargo no cedió a eso, ha sido igual siempre, de esa inmovilidad ha hecho una cierta perfección y hasta a lo que parecían sus defectos ha logrado darles cierto encanto. ¡Sus manierismos al cantar… sus cosas…!
"Julio Iglesias es de derechas pero cae bien a la izquierda porque la gente se cansa de que la moralicen"
¿Es Julio Iglesias un icono de la derecha al que la izquierda hedonista, verdaderamente, aspira?
Es un producto de la derecha que en un momento dado las segundas generaciones progresistas (no las primeras, no quien tiene que comprarlo de nuevas en el supermercado del gusto, no quien lo ve nacer en una época en la que lo que hay que hacer es estar leyendo novela experimental o a Jean Paul Sartre) han comprado. Nos podemos permitir que nos haga gracia. No tenemos que persignarnos culturalmente. Podemos disfrutarlo sin mala conciencia.
Dice que Julio Iglesias es como el Real Madrid: trasciende a las clases sociales viniendo de la derecha madrileña.
Sí. Luego lo he pensado y he dicho “ojo”, la derecha madrileña tiene esas dos grandes cosas universales, no sé si la izquierda ha colocado dos productos así.
¿A quién votaría hoy Julio Iglesias si viviese en España? Desde una de sus mansiones dijo que entendía a los indignados del 15-M.
Sí, iba a votar a los que le ocuparían la casa (ríe). No, no. Julio Iglesias, si viviera en España, votaría al PP, no a Vox. Él es un conservador no tan ideológico, no es un reaccionario, su pasión es el dinero, él no es un guerrero cultural y toda su vida ha intentado no serlo. Es mucho más PP que Vox.
Umbral escribió: “Julio Iglesias es el novio de derechas que todas las madres de derechas sueñan para sus niñas de derechas en un mundo de derechas”. Pero, ¿qué estupidez es ésta? ¿Qué madre en su sano juicio querría a Julio Iglesias como novio de su hija sin que la cosiese a cuernos?
Eso digo yo. Ninguna madre de derechas querría que su hija estuviese con un señor como Julio Iglesias: eso es lo que yo creo que falla en una frase, por lo demás, redonda. No es un modelo de nada. La fidelidad no ha estado en el centro de su vida. De todos modos, no nos engañemos: la gente estaba deseando caer en la rara atracción del sex symbol. No va a estar toda la vida junto a ti pero mientras tanto, eso no merma tus afectos ni tu deseo por esa persona, él es así.

Julio Iglesias con Papuchi.
¿Cuánto y cómo miente Julio Iglesias?
Lleva 60 años… intentando controlar el relato de sí mismo. Ya lo hizo en la película La vida sigue igual. Contaba la pequeña trola de que iba a ser un gran futbolista y que como no pudo serlo por una lesión se convirtió en una gran estrella de la canción. Hombre, no. La verdad es que la productora de La vida sigue igual era dada a temas religiosos, a historias edificantes, a motivacionales… y la verdad es que no tuvo un enorme accidente, deja el fútbol y se pone con la canción, sino que tuvo una tumoración en la espalda, que es algo realmente horroroso, y es algo más dramático, porque él ve la muerte ahí y su padre también ve su muerte, porque ve la enfermedad de su hijo con los ojos de la ciencia: era un gran médico. Eso cambia la vida de Julio. Primero, cambia la relación con su padre. Y segundo, el tiempo precioso de su juventud que pasa postrado, sin hacer nada de lo que quería hacer, le hace salir a jugar de otra manera.
Entonces Julio Iglesias ha hecho de su vida una larga juventud por el tiempecillo perdido. Me recuerda a Régine, la inventora de la discoteca moderna. De ella decían: “Todas sus fiestas son los cumpleaños que no tuvo de niña”.
Eso es bonito decirlo. Es así, también en Julio. Son vidas guiadas por el resarcimiento. Siempre ha funcionado así. Él pierde y sufre mucho, sufre mal de amores, cuando Isabel Preysler le deja, y decide explotar el llamado “sexo de rebote”, pero a escala masiva. Se pone a fornicar exageradamente, muchísimo.
"Julio Iglesias sufrió al perder a Isabel Preysler y se lanzó al ‘sexo de rebote’ pero a escala masiva. Jamás dormía solo"
¿Cuánto?
No lo sé. Mucho. Íñigo Domínguez decía de broma que Julio Iglesias no durmió solo desde que dejó la casa de sus padres. Sus managers también decían que jamás dormía solo y que tenía siempre un plan de “concierto-cena-culo”, las tres C’s. No engañaba a nadie.
¿Por qué no se le ha hecho un Me Too a Julio? Sólo por estadística…
Él tiene demandas de paternidad y demás. Pero Julio Iglesias no es Plácido Domingo, él nunca dijo “si tú quieres cantar aquí no te va a salir gratis”, nunca usó su posición para tener sexo ni pedir favores. He pensado mucho en esto, en por qué no se le ha hecho Me Too a Julio... Pensemos en el caso Bill Clinton o en el caso Errejón: el mundo castiga el mal comportamiento, pero castiga más la hipocresía. Julio Iglesias no es un hipócrita, es un truhán que basa su vida en hacer el amor y tomar el sol, no es alguien que esté pasando frío los 8-M manifestándose. Él era un hombre que llegaba a sitios y generaba desórdenes públicos.

Julio con Isabel.
¿Cuánto silencio habrá pagado Julio?
No lo sé. Tiene un hijo con una bailarina portuguesa: esa mujer lo pasó realmente mal. Se nota que la justicia es ciega, porque es la única que no ha visto que son dos gotas de agua exactas.
Hablemos de su relación con su padre. Papuchi.
Eso es lo más importante que la pasa. Si Enrique es una persona que se hace contra Julio, Julio se hace con su padre. Son una alianza fabulosa, material y emocional. Había una gran amistad. Es gente que se lleva muy bien y es muy parecida de carácter. Los dos son tipos muy listos y no especialmente tentados por lo espiritual. Son muy astutos, saben prosperar, tienen encanto en las distancias cortas.
"La gran vulnerabilidad de Julio tiene que ver con la Hacienda pública. Siempre ha intentado pagar pocos impuestos"
¿Y su madre?
Era una mujer muy religiosa que pasa los últimos años haciendo obras de caridad en Miami pero podía haber estado en Arenas de San Pedro que le hubiera dado igual. Durante muchísimas décadas, apenas cruzó palabra con su padre: abominaba de él. Con el hijo, con Julio, se llevaba muy bien. Y con Carlos. Pero cuando muere su madre, Julio dice cosas muy bonitas. Dijo que había sido el gran dolor de su vida enterrarla, y que no hay recuerdo de su vida en el que ella no esté presente de alguna manera. Después, de Miranda, también dirá cosas bonitas, como que él creía que el amor era un ancla pero eran unas alas.
¿Qué hombre es Julio después de Miranda?
Los escándalos públicos de cuernos y chicas se acaban con Miranda. Pero sí hay gente que dice que lo sigue haciendo en secreto.

Julio con Miranda.
Ella es la nada. Quiero decir: es un ángel. Es etérea.
Sí, es discreta. Es horrible decirlo, pero no habla. En público no se la conoce. Está aparentemente encantada con su vida familiar. Y luego le ha echado manos a Julio con esas cosas que hacen los matrimonios: le ha puesto su nombre a algunas empresas… ¿quién le iba a decir a este señor que finalmente iba a encontrar lo que él parecía haber evitado siempre? Una felicidad de paz familiar y conyugal, con un montón de hijos de los que le separa una edad de abuelo más que de padre. Esa es la noticia: que Julio Iglesias encontró el placer… en otra aparte.
¿Cuál es la mayor vulnerabilidad de Julio?
Su necesidad de aplauso. Eso le llevó a producir mucho, incluso álbumes malos por esa ansiedad de seguir arriba y arriba y arriba. También ha tenido grandes vulnerabilidades que tienen que ver con la Hacienda pública. Él siempre ha intentado pagar pocos impuestos, ya desde los setenta, y este tema le ha rondado. Salió en los papeles de Pandora.
¿Por qué a pesar de eso se le considera Marca España?
Hubo alguna periodista que le preguntó directamente por el tema impuestos a finales de los 70 y casi fue amenazada por las propias fans. Todo el mundo le ve como un ser mucho más luminoso que oscuro.
¿Julio Iglesias podía haber sido presidente del Gobierno de España?
No, porque no le gusta el mundo de las ideas, y porque está firmemente convencido de que nació para ser amado, no para ser controlado por ningún Parlamento.