Adrey Lunin con su primer entrenador, Iván Manko.

Adrey Lunin con su primer entrenador, Iván Manko.

Reportajes

Lunin, el héroe del Madrid que "se puso los guantes antes de saber escribir", según sus descubridores

EL ESPAÑOL entrevista en Ucrania a los dos primeros técnicos y un excompañero del guardameta, un prodigio "cargado de talento" desde los 6 años. 

21 abril, 2024 02:38
Ferran Barber Valeria Khizhnyak

"Llevo 36 años trabajando en el fútbol y rara vez he visto una cabeza tan brillante en un niño", nos espeta el primer entrenador que tuvo el guardameta ucraniano del Real Madrid, Andriy Lunin, nacido el 11 de febrero de 1999. El director de la Escuela Deportiva Infantil de Krasnogrado, Ivan Manko, le conoció cuando era solo un pimpollo de seis años y, según nos dice, ya pudo anticipar que venía cargado de talento.

"Como es lógico, yo no podía imaginar aún que Andrey llegaría a convertirse en una estrella internacional porque eso es algo que llega con el tiempo, con la formación y con el sentido de responsabilidad del niño. Pero puedo afirmar que, desde el principio, tenía una capacidad especial para analizar, comparar y sacar conclusiones de los resultados del entrenamiento. Identificaba sus propios errores -aunque fuera con mi ayuda- y desarrollaba una estrategia para corregirlos".

Lunin ya era querido antes por sus compatriotas, pero lo es aún más a tenor de su actuación esta semana en el partido que le otorgó al Real Madrid el paso a las semifinales de la Champions League. Andriy logró mantener a cero su portería en el Etihad Stadium hasta el minuto 76 y tras el empate de De Bruyne, detuvo en la tanda de penaltis los disparos de Kovacic y de Bernardo Silva. En su país natal no necesitaban nuevos argumentos para reconocerle su talento, pero su actuación contra el Manchester City ha sido como un soplo de aire fresco en medio de los reveses de la guerra.

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Lo cierto es que la invasión no ha impedido que los chicos ucranianos sigan jugando al fútbol y el ejemplo de Lunin resulta inspirador. EL ESPAÑOL ha hablado con dos de sus primeros entrenadores y con un antiguo compañero y todos coinciden en subrayar su humildad y su compromiso. Lo recuerdan con cariño como la clase de buen chico con el que uno desearía que se casara una hija o una hermana.

Hasta 1922, la ciudad natal ucraniana del portero del Real Madrid, Andrey Lunin, era conocida como Konstantingrado en honor a Constantino Romanov pero los bolcheviques la rebautizaron como Krasnogrado. Hace solo algunos meses, su ayuntamiento se planteó renombrarla para eliminarle la alusión a 'krasj' (rojo), que era el color de la Unión Soviética. Los ucranianos no quieren ni escuchar hablar de nada que suene a ruso o comunista, que es, de acuerdo a su experiencia, sinónimo de imperialismo, de barbarie, de ignorancia y de miseria.

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Pero resulta que la historia se repite. El 20 de septiembre de 1941, Krasnogrado fue ocupada por la Wehrmacht de Adolf Hitler. Ahora son los hombres enviados por el Kremlin quienes podrían cernirse sobre ella. Lejos de las bombas y de la amenaza rusa, Lunin no se ha destacado nunca especialmente por alzar su voz de una forma decidida y usar sus privilegios en el olimpo de los deportistas para criticar a Rusia. Y sin embargo, nadie se lo tiene en su cuenta.

Muchos se preguntan cómo recorrió el largo camino que separa un gris pueblecito ucraniano de algo menos de 20.000 habitantes de uno de los clubes de fútbol más legendarios y laureados del planeta.

No sabía leer

En respuesta a eso, nos aclaran que fue tan prematuro en el deporte que aprendió antes a vérselas con un balón que con un libro. "En 2005, llegué con mis muchachos a un hotel donde nos debíamos alojar durante el campeonato nacional de Ucrania junior y yo mismo rellené sus documentos para acomodarles en las habitaciones", recuerda su primer entrenador, el citado Iván Manko. "Todo lo que tenían que hacer era anotar su nombre y firmar. Así que le di a Andrey su tarjeta y le pedí que escribiera su apellido. El chico tomó un bolígrafo, lo miró y empezó a dibujar una casa, así que volví a pedirle que escribiera su apellido. Entonces, me miró y me dijo: 'Es que no sé escribir aún'. Lo cierto es que luego le enseñamos a hacerlo tan bien que terminó firmando un contrato con el Real Madrid".

Andrey Lunin con su padre y su entrenador Sergei Volvakov, a la derecha.

Andrey Lunin con su padre y su entrenador Sergei Volvakov, a la derecha.

Lunin es profeta en su tierra. Él mismo ha donado fondos para los premios de un torneo organizado en su honor que lleva su nombre. Su ayuntamiento le distinguió hace algún tiempo con el título de Ciudadano honorario de Krasnogrado. "Andrey cruzó el umbral de la escuela de deportes de la que yo era entrenador en septiembre de 2005", continúa el técnico. "Y fíjense que el 1 de noviembre de 2005 -es decir, dos meses después- ya estaba participando junto a chicos dos años mayores que él en sus primeros partidos del Campeonato de Ucrania de Futsal, en los que recibió el premio al participante más joven en la competición. Andrey empezó a jugar en la portería en tercer grado, tal vez en cuarto, no lo recuerdo exactamente. Durante todo el tiempo que pasó en la escuela, prácticamente no faltó a ningún entrenamiento. Era un niño muy responsable".

Otra de las características que le definían según Manko era su parquedad. "En los grados superiores venía a entrenar cuatro o cinco veces por semana y era raro el día en que le oías más de dos palabras. Repetía diligentemente todos los ejercicios necesarios y, a partir de cierto momento, la cantidad se convirtió en calidad".

¿Es acaso su laconismo la razón por la que Lunin no se ha destacado especialmente realizando soflamas encendidas contra la agresión de Rusia? "Hasta donde yo sé -nos dice su antiguo entrenador-, después de cada partido con la selección ucraniana, y también tras el encuentro con el Manchester City, él siempre ha dicho que le dedica la victoria a su gente y a Ucrania. En cuanto a otras situaciones, desconozco la situación".

Clases on line de fútbol

La región de Jarkiv de la que forma parte Krasnogrado se halla en la primera línea de la guerra que se libra contra los invasores rusos. Resulta inevitable preguntarle a Manko si se sigue practicando fútbol en medio de esas terribles circunstancias. "Seguimos impartiendo clases en línea", nos aclara. "Lo llamamos el 'método guerrillero'. No revelaré los secretos de nuestro sistema pero oficialmente no hemos dejado de dar clases, aunque sea online. Hay que decir que en Krasnogrado la situación no es tan complicada como en Jarkov o Dniéper".

'Solo nosotros podemos usar guantes con camisa', escribió hace nueve años en esta foto en la que posa con otros porteros del Dnieper.

'Solo nosotros podemos usar guantes con camisa', escribió hace nueve años en esta foto en la que posa con otros porteros del Dnieper.

Esas dos ciudades que cita Manko fueron precisamente los dos jalones que el pequeño Lunin tuvo que atravesar antes de acabar en el futbol europeo profesional. Al principio de su adolescencia recaló en el Metalist Jarkov y de allí, logró pasar al ya extinto Dnipro Dnipropetrovsk, donde se terminó de formar y donde se le otorgó la posibilidad de debutar en 2016, con solo 17 años, en la Primera División de su país natal. También su entrenador en el Metalist de Jarkov, Sergei Volvakov, le recuerda con cariño. Él fue quien le formó entre 2011 y 2015 y le ayudó a convertirse en el deportista que es.

"Si algo destacaría de él es que era muy reservado y muy modesto, pero al mismo tiempo, muy seguro de sí mismo", nos cuenta Volvakov. "Trabajaba siempre muy duro y con la mentalidad de líder del equipo. Cuando conocí a Andrey tenía 12 años. A los 16 nos dejó y durante este período ocupó varias veces la capitanía. Desde el primer momento lo percibí como una futura estrella. Es decir, tenía talento desde que era un chiquillo. Poseía todos los ingredientes que se requieren. Era flexible, saltaba... Tenía una gran fortaleza psicológica y una gran resistencia al estrés y al mismo tiempo, era muy técnico. Sus virtudes se hicieron visibles inmediatamente".

"¿Despertaba acaso las envidias del resto de sus compañeros?", le preguntamos a Volvakov. "¿Envidias?", nos responde. "No lo creo. He trabajado mucho con niños y son verdaderos santos, mucho mejor que los mayores. De hecho, sé de lo que hablo porque ahora trabajo con adultos en el club Metalist 1925. El salto en mi carrera se produjo gracias al juego de Andrey en el Real Madrid. Estoy muy agradecido porque su éxito ha sido también el mío. ¿Significa eso que su talento se debe en parte a mi influencia? Bueno, eso es una pregunta que deberíamos hacerle a Andrey. Él piensa que sí. Yo lo que creo que fue él quien me convirtió en 'honorable entrenador de Ucrania'. Cuando se proclamó campeón del mundo en la categoría de Sub-19, me otorgaron ese título".

A diferencia de Krasnogrado, Jarkiv sí está en el epícentro de la guerra provocada por el Kremlin. El conflicto exportado por los rusos lo contamina todo. "Nuestro club ya no está ubicado en Jarkiv", nos aclara el antiguo entrenador de Lunin. "Fuimos evacuados a Kiev, y ahora jugamos allí porque es allí donde hemos sido autorizados a seguir realizando nuestra labor por la administración militar regional. En el estadio del Metalist de Jarkiv ya no se celebran competiciones. En cuanto a la plantilla, el médico de nuestro club se fue al frente. Otro facultativo formó parte de la Defensa Teritorial de Jarkiv pero ahora ha regresado. La mayoría de nuestros futbolistas participan en la recaudación de fondos para satisfacer las necesidades del ejército".

Cortó el contacto con amigos

¿Sigue manteniendo Lunin el contacto con alguno de sus antiguos compañeros en las categorías ucranianas? El jugador del Metalist de Jarkiv, Iván Kovalenko, fue uno de sus amigos más cercanos cuando ambos tenían entre 14 y 16 años y hacían sus primeros pinitos en la liga juvenil, pero tras la llegada de Sergei al elíseo de los guardametas el contacto se ha cortado. "Hubo un periodo de comunicación a través de Instagram cuando se mudó por primera vez al Real Madrid, pero ahora Andrey ha eliminado todas las redes sociales donde estaba disponible para charlar", nos comenta Iván. "De momento, no puedo hablar con él. Supongo que la vida nos ha llevado en diferentes direcciones".

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Y, sin embargo, pese a la distancia adicional que la fama de Lunin ha interpuesto entre ambos, Iván sigue recordando a su antiguo amigo con palabras laudatorias. "Es una buena persona y un tipo inteligente", asegura Kovalenko. "Es muy educado y muy trabajador y motivador. Recuerdo que cuando jugábamos juntos, me hacía ir con él después de los entrenamientos para mejorar nuestro juego. Realmente, no sabría decir si alguna vez pude imaginar que se convertiría en una estrella. Uno nunca sabe cuál será el destino final de alguien. Muchos se sorprendieron cuando terminó en el Real Madrid, pero probablemente, la dirección del club entendió muy bien a quién llevaba al equipo".

Iván no tiene la menor duda de que los chicos españoles siguen disfrutando de ventajas a la hora de jugar al fútbol. "En España los chiquillos aprenden a jugar entrenando nueve meses al año en un campo normal y con buen tiempo. Pero en Ucrania sólo hay seis meses y las condiciones no son las ideales. Los campos de fútbol, los entrenadores y, en general, las políticas para la educación de los hijos son diferentes. Digan lo que digan, la escuela española es más fuerte. Esto afecta menos con la edad porque entra en juego la mentalidad y el poder de la mente. La fuerza física también es importante. De niños, los equipos extranjeros nos destruyen".

Héreo de rebote

Que el ucraniano Lunin haya terminado triunfando en el Real Madrid es el resultado de toda una cadena de circunstancias fortuitas que, en combinación con su perseverancia, desembocaron en el triunfo que obtuvo esta semana frente al Manchester City. El último club ucraniano con el que jugó fue el Zorya de Lugansk, donde tuvo por primera vez la oportunidad de disputar competiciones europeas. Fue justamente desde ese equipo desde el que dio el salto al Madrid. El acuerdo entre ambos clubes se firmó el 22 de junio de 2018.

Debutó con la camiseta blanca el 1 de agosto de ese mismo año en un amistoso contra el Manchester United, pero el posterior fichaje de Thibaut Courtois le apartó temporalmente del equipo de sus sueños. El 27 de ese mismo mes se anunció oficialmente que jugaría cedido al Leganés durante la liga 2018-2019. Cuatro años después, a inicios de la temporada 2023-24, el club merengue parecía firmemente decidido a deshacerse definitivamente de él pero una grave lesión de Courtois hizo que el Madrid se replanteara la decisión. A partir de ese momento, el ucraniano se disputó la portería del equipo con Kepa Arrizabalaga, ex jugador del Chelsea. Primero consiguió imponerse como titular y después, esta semana, se coronó como guardameta tras garantizarle un puesto a su equipo en las semifinales de la Champions.