Luis y Pablo.

Luis y Pablo.

Reportajes

Luis es un 2 y Pablo un 6 en el test de personalidad Eneagrama: ¿y tú cuál eres en este dudoso método?

Se usa en Recursos Humanos y o para perfilar personajes en guiones. Pero, ¿es fiable? En EL ESPAÑOL hablamoscon tres devotos y un psicólogo. 

1 octubre, 2022 04:07

Según el eneagrama, usted será un 1, un 2, un 3, un 4, un 5, un 6, un 7, un 8 o un 9. Su personalidad estará definida y perfectamente comprendida en una de estas nueve categorías que tienen, a su vez, tres subtipos. ¿Lo habían oído antes? Es probable porque, cada vez más, este método está aplicándose a sectores como los Recursos Humanos, que lo utilizan para evaluar la personalidad de los trabajadores de una empresa, además de en los procesos de selección. También directores, guionistas y actores lo aprovechan para perfilar a sus personajes e interpretarlos con más tino. En EE.UU, por ejemplo, esta práctica arrasa.

Sin embargo, a pesar del boom actual, este conocimiento se remonta a miles de años atrás, como nos explica José Antonio Prieto, formador en el Centro Eleusis de Madrid, un gabinete que lleva enseñando eneagrama desde el año 1988. "Es una sabiduría ancestral que viene de Oriente, de la zona de Babilonia y Afganistán, en concreto de los sufís, y que conocemos a través de Gurdjieff, un filósofo armenio con una vibración muy curiosa que se instaló en París en los años 30 y fundó el eneagrama del cuarto camino". Un discípulo muy importante de aquel filósofo, desarrolla Prieto, fue Óscar Ichazo, quien empezó a hablar de "nueve eneatipos referidos a patrones psicológicos de las personas". Tras Ichazo, Claudio Naranjo fue quien terminó de perfilar "el eneagrama de la personalidad". Y con Naranjo se formó el director del Centro Eleusis. Se cierra el círculo.

Del 1 al 9, los eneatipos

Según nos explica el formador, estos son los nueve eneatipos de la personalidad: "El 1 es el iracundo, el 2 es el orgullo, el 3 la vanidad, el 4 la envidia, el 5 la avaricia, el 6 el miedo, el 7 la gula, el 8 la lujuria y el 9 la pereza -además de otros rasgos-". Casi como los pecados capitales, advertimos. "Sí, la tradición lo que hizo es coger los siete pecados capitales y, para hacerlos coincidir con el eneagrama, Ichazo añadió dos puntos más: el miedo y la vanidad", apunta Prieto, que añade: "El miedoso siempre ve peligros o se los inventa; el iracundo o perfeccionista siempre cree que Dios no lo hizo del todo bien, que hay que reformar las cosas; el orgulloso también tiende a la ira y, cuando se le cuestiona, se enfada y puede llegar a estallidos de violencia muy fuertes".

Para averiguar el eneatipo al que alguien pertenece, el Centro Eleusis y otros muchos gabinetes que enseñan Eneagrama ofrecen formaciones y talleres en los que se llevan a cabo diferentes "dinámicas en pequeños grupos de gentes" hasta que salte un "clic emocional" por el que adquieras la revelación de qué número configura tu personalidad. EL ESPAÑOL ha localizado a tres personas que realizaron este proceso y nos cuentan cuál es su eneatipo y de qué forma les ha servido descubrirlo.

Pablo García, el seis

Pablo García llevaba una racha mala: tuvo problemas laborales, de pareja y perdió a su madre. Se decidió entonces a probar una formación de eneagrama y pronto supo que él era un 6: "Yo siempre he sido muy mental, no sabía que había otras formas de ser. Lo corporal lo tenía olvidado, me costaba hacerle caso a mi cuerpo, a cuando tiembla o me duele algo. Cuando empezamos a ver los diferentes eneatipos me sentí muy identificado con este porque, cuando la vida me achuchó, lo que me salieron hacia fuera eran sobre todo miedos". A la conclusión llegó por sí mismo, pues explica que "nadie te lo puede decir". Funciona así: "Te pueden contar cómo es el eneatipo y normalmente hay uno en el que dices ‘uhhh, si me estás describiendo, así soy yo de principio a fin’". Cuenta que, a raíz de la revelación, supo que "siempre había actuado desde el miedo en vez de desde el deseo", y ese miedo le había impedido su desempeño cotidiano: "Tuve unos meses que no podía comprarme ropa porque la opción de no acertar era sinónimo de sentirme mal y culpable. La duda y el miedo me llevaban a la no acción", apostilla.

Dentro de las dinámicas que se establecen, los participantes pueden saber de qué eneatipo son sus compañeros y también la gente que les rodea en su entorno. O incluso los famosos. "Por ejemplo, una persona que tiene mi eneatipo y mi subtipo es Woody Allen, y es verdad que siempre me han encantado sus películas porque tienen diálogos que digo ‘yo veo la vida así’. Él es un 6 conservacional de libro. Cómo establece las relaciones, la sumisión para caer bien por miedo al rechazo… Cuando conoces a alguien que ve la vida como tú se crea una conexión muy especial", dice nuestro entrevistado.

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Averiguar el eneatipo en el que encajaba le valió a Pablo para elaborar los duelos pendientes, mejorar como persona e, incluso, para dejar de fumar: "En mi caso me di cuenta de que no había sentido rabia porque un chico bueno no puede mostrarla, y yo siempre la tapaba con el fumar, a base de caladas. Pero decidí dejar de fumar, ver la rabia de frente y expresarla. Cada vez que me apetecía un cigarro, escribía. Llevaba 30 años fumando y nunca antes había podido dejarlo". Se sintió, en definitiva, como si hubiera estado "perdido en un bosque" y ahora le pusieran en la mano "un móvil con Internet y el Google Maps".

Luis Miguel, el dos

Luismi se estaba formando en terapia Gestalt cuando le hablaron del eneagrama "como otra herramienta más de conocimiento". Asegura que su proceso personal le llevó a descubrir cómo se "comportaba ante el mundo". En un primer momento se identificó con el eneatipo 9, pero finalmente tuvo claro que él era un 2. "Fue un impacto fuerte para mí. Un momento muy catártico".

El tipo de eneagrama en el que Luismi se engloba es el que llaman del orgullo: "Ese es el 2, además acompañado de que ‘yo no necesito nada, yo puedo con todo, soy suficiente conmigo mismo’". Y, aunque dice que en un principio no le gustó descubrirlo (asegura que lo normal es que a nadie le guste su eneatipo) ha aprendido a usar el carácter a su favor: "Me sirve por ejemplo para conseguir cosas con las que personas que no tienen ese eneatipo se dan por vencidas. Si hay que conectar el ordenador a la tele y mi pareja y yo estamos con ello, mi pareja desiste rápido y yo digo ‘no, vamos a seguir un poco más, a ver cómo se hace esto’".

Carolina Martínez, el nueve

Carolina es un 9 y lo tiene también muy claro. "Yo soy pereza, un tipo social". En su caso, supo desde el principio que ese eneatipo la definía. "Fue duro cuando me pegué el golpe de darme cuenta de todas las cosas que hacía en mi contra, todo el mal que me estaba haciendo por ser fiel a ese carácter. Me ha generado conflicto hasta que ha llegado la aceptación".

¿Y cuáles son los rasgos que definen a los nueves? "Somos muy serviciales hacia los demás, no nos gustan los conflictos, tenemos mucha tendencia a la confluencia. Yo por ejemplo pierdo mi esencia y no puedo decir no; antes por ejemplo hacía todo lo que decía mi pareja. En el fondo hay un temor muy grande a generar un conflicto y a la soledad".

Carolina tiene 43 años y, gracias al eneagrama, dice haberse comprendido mejor a sí misma, pero también a los demás, con los que ahora le resulta más fácil tender puentes: "Tengo un hermano que es un 5 y le he empezado a entender un poco ahora. Mi padre era un 8, entonces yo he vivido siempre que traspasaran mis límites. He empezado a ponerlos a raíz del eneagrama, que marcó un antes y un después en mi vida. Cuando llegué ahí fue como ver la luz. No te puedes imaginar lo que lloré, pero te puedo asegurar que es increíble. Yo se lo recomiendo a todo el mundo".

La opinión de la psicología

Aunque muchos psicólogos titulados imparten formación en eneagrama, una parte mayoritaria de la profesión rechaza de plano esta técnica y la califica de pseudoterapia. Es el caso de José Antonio Portellano, psicólogo clínico y neuropsicólogo, para quien el eneagrama es un "cuentecito"que peca de ser "pseudocientífico, intrusivo y reduccionista". Portellano, que tiene publicados siete test psicológicos de personalidad, explica a EL ESPAÑOL que para que una de estas pruebas sea válida tiene que acreditar suficientemente su "fiabilidad y validez". "Hay mucho trabajo estadístico detrás de una prueba bien hecha, y también comités que deben avalarla con criterios rigurosos", explica. "Lo de los nueve tipos de personalidad del eneagrama es más falso que un duro de madera, carece de una construcción científica y lo que hace es poner en entredicho el test psicológico, bien construido y científico. Ellos mezclan esoterismo, misticismo y cosas muy raras, como decir que procede de Afganistán".

En segundo lugar, desarrolla el neuropsicólogo, el eneagrama es intrusivo: "Usan estas pruebas en coaching y en pseudoterapias cuando el único profesional que se dedica a realizar test es el psicólogo. Es como si yo hablo de astrofísica, me puedo leer los libros y opinar, pero mis opiniones al respecto no son importantes". Y, por último, Portellano habla de reduccionismo en tanto en cuanto no puede "valorarse la personalidad de un ser humano solo con 9 variables". Y argumenta: "Es como si uno se va a hacer un análisis de sangre y pide que le valoren solo los glóbulos blancos y los rojos. Es de un reduccionismo miope, porque no hay que encasillar a la persona en uno de esos 9 tipos. La personalidad es más amplia y compleja y en la vida no todo es blanco y negro. Una persona con perfil de triunfador a lo mejor no es triunfador al 100%. Da una visión muy estrecha, categórica, que no corresponde a la realidad".

Además, el experto neuropsicólogo añade que la personalidad es "el conjunto de rasgos que definen a la persona", pero que estos no son "rígidos ni estáticos". "Una persona tímida a través de la experiencia puede trabajar el rol de la introversión y llegar a ser extrovertido", añade, remarcando que la conducta admite modificaciones y que, por ejemplo, las personas más impulsivas pueden aprender a controlar sus impulsos y aquellas que tienen poca empatía pueden desarrollarla si trabajan en esa dirección con un profesional acreditado.

Por último, concluye: "Los que lo practican tienen todo el derecho a hacerlo, pero que no se llamen terapeutas. Cualquiera con un cursillito abre un chiringuito y, como mucha gente está desesperada y busca sentirse mejor, se agarra a cualquier cosa. Pero ¿en qué son especialistas estos formadores? En las universidades no se estudia el reiki o el eneagrama".