Momento del ataque sobre la central nuclear de Zaporiyia, la mayor de Europa, en Ucrania.

Momento del ataque sobre la central nuclear de Zaporiyia, la mayor de Europa, en Ucrania. Reuters

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La ‘ruleta ucraniana’ de Putin: fuego a 500 metros del reactor, pero la nube tóxica habría ido a Rusia

El Ministerio de Defensa ruso ha negado que atacara la central y señala a saboteadores ucranianos interesados en culpar a Moscú.

5 marzo, 2022 03:59

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Una central nuclear no es una bomba, pero tampoco un juguete. Una breve chispa, incidente o cambio de planes en los monstruos radioactivos le hace a más de uno recordar desastres como los de Fukushima o Chernóbil, los dos accidentes más graves de la historia en este tipo de instalaciones. Un simple desliz puede acabar en zona muerta, en área de exclusión especial o, para el más fantasioso, en apocalipsis nuclear. Es por ello que, cuando una de estas plantas se ve envuelta en una guerra suenan todas las alarmas, más aún si es la más grande de Europa.

Así ha sido el caso con la central de Zaporiyia (Ucrania), que fue tomada en la madrugada de este viernes por el ejército ruso de Vladímir Putin. Según la transmisión de las cámaras de seguridad, un grupo de asalto irrumpió en el complejo acompañado de tanques y carros de combate. Nada más derribar la valla, dirigieron su artillería contra el aparcamiento de la estación, frente a varios edificios. En pocas horas, la instalación y varios edificios estaban en llamas. Y cundió el pánico.

Ahora, con la distancia del presente podemos afirmar que la operativa nunca corrió peligro. El fuego alcanzó el parking y varios edificios administrativos a 500 metros de los reactores, una distancia suficiente para respirar tranquilos, y todos los focos principales del incendio se extinguieron en menos de una hora, en cuanto los bomberos accedieron a la instalación. Qué hubiera pasado si no se llega a acabar con las llamas tan rápido es terreno de la especulación pero, de ocurrir un nuevo desastre nuclear en Europa, la nube tóxica hubiera volado lejos, hacia el nordeste, y hubiera acabado en Rusia.

Una imagen aérea de la planta de Zaporiyia . En rojo, la zona incendiada.

Una imagen aérea de la planta de Zaporiyia . En rojo, la zona incendiada. E.E.

Un tiro en el pie

“Por la zona en la que está situada la central, si hubiera un accidente o una explosión nuclear las principales víctimas serían los rusos. La radiación se dirigiría hacia ellos, no hacia Ucrania, por lo que no tendría sentido el ataque militar”.

Quien habla es Manuel Lozano, catedrático de Física Atómica, Molecular y Nuclear en la Universidad de Sevilla. En conversación telefónica con EL ESPAÑOL, el experto, un conocedor de la estructura de la central ucraniana, duda incluso del relato oficial del asalto y asegura que es imposible saber quién tiene la culpa del incendio: si el ejército ruso, los nacionalistas ucranianos o un trabajador despistado. Lo razonable, de todas formas, es pensar que no fue una operación diseñada por altos mandos militares involucrados en la contienda.

“Un ataque a una central nuclear, mucho menos a una como la de Zaporiyia, no se apaga en una hora con un par de bomberos”, añade. Más aún, el fuego de artillería no llegó a alcanzar ninguno de los seis reactores, del tipo VVER 1000-320 y construidos por los soviéticos en los años 80. “Pero de haberlos alcanzado tampoco hubiera pasado nada, porque el muro de contención es más que suficiente. Para dañar sólo la capa exterior hace falta un ataque masivo”.

En el caso de los VVER 1000-320, este modelo está recubierto por una cobertura de hormigón, capaz de detener no sólo el impacto de balas y fuego de artillería, sino también preparada para soportar el impacto de un avión en pleno vuelo, un bombardeo o un misil tradicional. Ningún balazo accidental propio de la refriega, por tanto, corría el riesgo de acabar en explosión nuclear por parte de quien fuera.

Rusia toma la central ucraniana de Zaporiyia

Rusia toma la central ucraniana de Zaporiyia

Según Mark Nelson, miembro del Radiant Energy Fund, nunca ha habido riesgo real de explosión nuclear durante los ataques de la madrugada del viernes en Zaporiyia. De hecho, uno de los seis reactores seguía en funcionamiento tras el combate, lo que indica que no hubo ningún problema de conexión a la red eléctrica.

Una vez tomada la central, se espera que el siguiente paso de Putin sea presionar por el norte y avanzar hacia la ciudad de Zaporiyia (720.000 habitantes), que da nombre a la planta nuclear. Al este, las tropas invasoras llevan días cercando la ciudad portuaria de Mariúpol, un punto clave entre la región de Donbás, controlada por los separatistas, y la península de Crimea. Si los rusos alcanzan la línea de costa se harán con el control total del mar de Azov, aislando completamente al ejército ucraniano al este del río Dniéper.

Rusia niega el ataque

El Ministerio de Defensa ruso, por su parte, ha negado el ataque a la central con tanques, artillería y cohetes, y denunció que el incidente en esta instalación fue una "provocación" llevada a cabo por un grupo de sabotaje ucraniano para tratar de culpar a Moscú. Según esta teoría, el asalto sería un ataque de falsa bandera para, por un lado, señalar al ejército invasor y, por otro, contraatacar con una nube radioactiva.

"Esto es todo parte de una campaña de mentiras y desinformación sin precedentes contra Rusia", señaló el embajador ruso ante la ONU, Vasili Nebenzia, durante una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad para abordar el incidente en Zaporiyia.

Destrozos en Kiev en la segunda madrugada de bombardeo ruso.

Destrozos en Kiev en la segunda madrugada de bombardeo ruso. Reuters

Según Nebenzia, las tropas rusas controlan la instalación y sus alrededores desde el pasado 28 de febrero y anoche fueron atacadas por un "grupo de sabotaje ucraniano", que tras ser repelido por efectivos del Kremlin habría incendiado antes de huir el edificio que se vio en llamas.

Riesgo de explosión

Una central nuclear no es una bomba, pero su funcionamiento es similar. Aunque el riesgo del ataque militar a Zaporiyia fuera limitado, no son pocos los que temen un accidente como el que en 1986 devastó Chernóbil o, en las fantasías más apocalípticas, una explosión similar a la de una bomba atómica. Nada más lejos de la realidad.

Las centrales nucleares utilizan el mismo combustible que algunas bombas atómicas, el uranio enriquecido (U-235), pero hasta ahí llega la comparación. Para provocar una explosión como las de Hiroshima y Nagasaki, por poner un ejemplo, la pureza de este componente debe superar el 97% para que se produzca la fisión. En el caso de las plantas, esta pureza nunca se sale de entre el 3% y el 5%, por lo que la devastación no sería ni medianamente comparable.

En palabras de Lozano, “es como comparar una avioneta para fumigar el campo con un bombardero militar, no tienen nada que ver”.