En lo que va de curso, la Comunidad de Madrid ha recibido 300 alertas de autolesiones.

En lo que va de curso, la Comunidad de Madrid ha recibido 300 alertas de autolesiones. Lina Smith

Reportajes

Otra "ola" golpea a los adolescentes en los coles: menores de 12 a 18 se autolesionan el doble

En lo que va de este curso 2021-2022, la Comunidad de Madrid ha recibido más de 300 alertas de este tipo, el doble que todo el curso pasado. 

5 febrero, 2022 04:09

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Ramón (nombre ficticio) recuerda con pelos y señales el caso de una alumna suya que terminó en el hospital por agitar un cóctel de drogas, alcohol y autolesiones. “Acabó eso muy mal. Era una adolescente que se enamoró de quien no le convenía, de un malote”, recuerda este director de un instituto de Madrid. “La llevó por el mal camino y la chica entró en esa autodestrucción. Acabó en el hospital una temporada”. En sus 15 años dirigiendo centros escolares de la Comunidad de Madrid, Ramón ha visto —y ve— de todo. Ahora observa con preocupación cómo aumentan los casos de adolescentes que se autolesionan.

El curso pasado, en la Comunidad de Madrid hubo 147 alertas lanzadas por institutos y colegios de casos de jóvenes que se autoinfligían daños, según los datos facilitados por la Consejería de Educación a este periódico. En lo que va de este curso 2021-2022, son más de 300 alertas, es decir, más del doble en un lapso menor de tiempo. Las alarmas han saltado entre los docentes.

“Las más frecuentes son arañazos, cortes en los brazos y a veces golpes”, explica José Antonio Luengo, decano del Colegio de Psicólogos de Madrid. Esta institución ya trabaja codo con codo con la Consejería para abordar y prevenir este problema social que amenaza a los jóvenes madrileños. Detrás de este fenómeno hay muchos factores que van desde la pandemia —y sus conocidos efectos en la salud mental— a lo que nuestros adolescentes ven en las redes sociales.

"Un problema de salud pública"

“El fenómeno de las autolesiones en nuestro país es conocido desde principios de siglo. 2005, 2006, 2007 ya fueron años en los que se dio a conocer este tipo de conductas que, hasta entonces, habían sido bastante desiguales y poco relevantes. Lógicamente, inquietaron mucho”, explica Luengo.

“A principios del curso escolar 2020-2021, al inicio de la pandemia, en ese contexto empezaron a aflorar estos comportamientos de una manera mucho más significativa. “¿Qué ha pasado después de estos dos años? Dos cosas. Chicos y chicas vulnerables han hecho crack y, efectivamente, se han incrementado los casos. Pero también se han hecho visibles otros casos que ya estaban pero no se hacían públicos”.

La mayoría de casos se detectan en los colegios e institutos sin que lo sepan los padres.

La mayoría de casos se detectan en los colegios e institutos sin que lo sepan los padres.

Al arranque de este texto hay un caso especialmente grave que terminó de mala manera. Por fortuna, la mayoría de los casos no llegan a tanto si se detectan a tiempo. Es más, el grueso de los casos no tienen una intención suicida, tal y como señalan los expertos. “Hay que entender que la mayoría de las lesiones autoliticas no son intentos de suicidio, sino que son ideación al suicidio”, explica Ramón. “Hay autolesiones con tendencia suicida, que son las menos, y no suicidas que tienen un componente ansiolítico, fundamentalmente. Evitar la ansiedad y la emoción agobiante con el daño físico”, añade Luengo.

—¿Estamos ante un problema grave?

—Sí. La violencia autoinfligida supone claramente un problema de salud pública. Primero, porque estamos hablando, cuantitativamente, de muchos casos. Y en segundo lugar, porque estamos hablando de circunstancias que acontecen en la infancia y en la adolescencia. Son momentos de mucha vulnerabilidad para el ser humano. Todo lo que ocurre en esta etapa puede marcar de manera significativa tu vida.

Las causas

“La vulnerabilidad psicológica está en la base de este fenómeno”, asegura Luengo. “Estamos hablando de personas muy sensibles al afrontamiento de las dificultades emocionales. Que rápidamente caen en un discurso de dolor, de sufrimiento y de dificultad para afrontarlo. Hay que entender que en la adolescencia y preadolescencia se dan hechos que son muy duros para todos nosotros. A los adultos se nos olvida, pero empezamos a tener conciencia de lo que son las relaciones de amistad realmente, la conciencia de estar integrados en los grupos, la conciencia de nuestro propio cuerpo, las primeras relaciones afectivas… Ahí se produce mucho dolor y mucho desengaño. Y luego está el tema del rendimiento escolar”.

La vulnerabilidad psicológica puede venir por muchos frentes: familias desestructuradas, fracaso escolar, relaciones tóxicas, mal de amores o, en un gran porcentaje de casos, complejos, algo que las redes sociales ayudan a acrecentar entre los jóvenes. “He tenido de todo: amores y desamores, padres en procesos de separación violenta, una percepción distorsionada de su propio cuerpo y de su relación en el grupo”, afirma Ramón.

Cuatro de cada cinco casos se dan en chicas.

Cuatro de cada cinco casos se dan en chicas.

“A veces esto propicia que los chicos busquen ayuda en espacios muy oscuros, que son los contenidos de internet. Encuentran con suma facilidad el cómo eliminar el agobio de sus vidas. No tienen más que poner esto en un buscador y te aparecen páginas que te incitan a autolesionarte y que te dicen cómo hacerlo”, explica el decano del Colegio de Psicólogos.

Una vez hecho el daño, además, las redes sociales juegan otro papel todavía más grave, si cabe: el de altavoz. “Yo he tenido conocimiento de alumnos que llegan a subir esas lesiones autolíticas a sus redes sociales. Se produce un daño colateral, de una cierta mimetización por parte de otros alumnos. La gravedad no está solo en la propia persona, sino en el efecto contagio en el que puede caer el grupo de amigos o de seguidores”.

“La pandemia lo que ha hecho es romper la coraza del estigma. Hoy en día tenemos menos miedo y menos reticencias a hablar de que nos duele la mente o el alma”, asegura Luengo y añade un dato importante: de cada cinco casos, cuatro son chicas. Ramón también señala que el rango de edad se va ampliando. Si antes lo habitual era que se diera en chicas de 15 o 16 años, “ya te encuentras con chicas de 12 años que tienen este comportamiento”.

El plan de prevención

Tanto el director como el decano insisten en que este no es un problema de lo que ocurre exclusivamente en las aulas, sino que es un problema que afecta a toda la sociedad. “La primera pregunta que salta cuando se ve esto es: ¿Qué pasa en los centros para que ocurra esto en los alumnos? La verdadera pregunta es: ¿Qué pasa en la sociedad para que los centros detectemos que están pasando estas cosas?”, explica Ramón

El director está tristemente acostumbrado a ver a chavales con cortes en los brazos y las piernas. “Ha habido casos y los hay. Antes de hablar contigo he hablado con una profesora sobre unos alumnos a los que les estamos haciendo un seguimiento en la sombra a ver si eso va a más o va a menos”.

Luengo, además, cree que durante un tiempo los casos irán en aumento: “Todavía estamos subiendo. Estamos en una ola. Lo que estamos viendo es cuantitativamente superior a lo que vimos el año pasado. Cabe la posibilidad de que, aunque se implementen acciones, la incidencia en estos fenómenos siga subiendo. Esto no se acaba de la noche a la mañana, con una conversación con el chico o la chica. Pero la buena noticia es que, en el momento en que empezamos a meter estas medidas de formación del profesorado y de que los centros puedan verse asesorados, vamos a empezar a notar una mejora y una sensación de competencia y habilidades que en poco tiempo va a dar resultados”.

El consejero de Educación y Juventud de la Comunidad de Madrid, Enrique Ossorio.

El consejero de Educación y Juventud de la Comunidad de Madrid, Enrique Ossorio. Europa Press

Con este problema sobre la mesa, la Comunidad de Madrid ha preparado un plan de acción para combatirlo en colaboración con el Colegio de Psicólogos de Madrid. La Consejería de Educación estrena “un equipo especializado para mejorar la atención socioemocional en todos los colegios e institutos de la región”.

“A través de esta iniciativa se asesorará a los equipos directivos, colaborando con ellos a la hora de actuar y elaborar propuestas de intervención y poner a disposición de los Equipos de Orientación Educativa y Psicopedagógica materiales para prevenir y detectar estas situaciones entre el alumnado”, afirma la Consejería en un comunicado.

Este plan se basa en tres patas fundamentales. La primera es “la puesta en marcha de una herramienta que permitirá hacer un cribado de dificultades socioemocionales y permitir la detección de problemas de ajuste psicológico desde el ámbito educativo”. La segunda, “actividades formativas destinadas al profesorado en materia de sensibilización y prevención. Para ello, se ha realizado un MOC (curso masivo online) con el fin de ayudar y enseñar a profesores y maestros a detectar problemas emocionales y psicológicos en los centros educativos”. Hasta la fecha, han participado más de 900 profesores de la región.

Y, en tercer lugar, la Consejería ha facilitado a los centros “una guía para prevenir comportamientos suicidas y de autolesiones de los alumnos. Se trata de un documento en permanente actualización”. 

Aunque los expertos advierten del peligro, también se muestran optimistas en la solución, siempre que el plan se mantenga en el tiempo. “Afortunadamente las cosas se reconducen. Son pocos los casos que permanecen durante mucho tiempo”, afirma Ramón. Sin ir más lejos, aquella chica que entró en el hospital víctima de las adicciones, un amor tóxico y autolesiones, salió adelante. “Ahora le va muy bien la vida”, celebra el director.