Tres guardias civiles muestran sus tatuajes.

Tres guardias civiles muestran sus tatuajes.

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Los guardias civiles a los que Marlaska borrará los tatuajes: "No me los quito ni aunque me paguen"

El ministerio del Interior ha enviado un borrador al Consejo de Estado con el que pretende eliminar los dibujos de manos, cuello y cabeza.

3 octubre, 2021 02:28

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JC lleva 12 años en la Guardia Civil. Una vista rápida a su foto de WhatsApp deja clara su pasión por los tatuajes. Tiene en casi todo su cuerpo. Es uno de los agentes a los que la Dirección General del Instituto Armado ha puesto en su punto de mira. Según un borrador que estaría en el Consejo de Estado, el ministerio del Interior quiere obligar a los los funcionarios que llevan decoradas las manos, el cuello o la cabeza a quitárselos en un año.

“Aunque me lo paguen no me los pienso quitar”. En su caso, la intervención médica vendría por todos lados. En la mano derecha tiene lobo estilo trady, en la izquierda un sagrado corazón, en el cuello unas letras vikingas con el nombre de su mujer y en la nuca un símbolo de artes marciales, la montaña de nueve puntas, que le ocupa una parte inferior de la cabeza.

JC hace cinco años que tiene las manos tatuadas. Y también lleva decorados los nudillos. “No tengo la capacidad de quitarme todos los tatuajes que van a estar prohibidos”. Ha echado cuentas, y en un año no puede borrarse todos los estilos que lleva en su piel a menos que esté de baja los 365 días. Y puede que ni si quiera así.

Al conocerse la controvertida propuesta del departamento que dirige Fernando Grande Marlaska, las asociaciones y los agentes se han pronunciado en contra de manera unánime. “Atentaría al derecho a la propia imagen", explica Cristian Rodrigues, de la asociación Independientes de la Guardia Civil

Cristian tiene varios tatuajes, pero no de los que estarán prohibidos. Fechas de nacimientos, una espada con las iniciales de sus abuelos, una frase en inglés y motivos de videojuegos. Su primer tatuaje se lo hizo en 2002, un dragón con flores japonesas y aspectos orientales en el omóplato y el hombro. Ingresó en la Guardia Civil en 2006 y piensa hacerse más. “Para mí son una expresión de arte y sentimientos que dejas que los demás vean”.

“La pregunta es por qué a nosotros, por qué a la Guardia Civil. Porque si la imagen no es la adecuada, no tiene sentido que no se aplique a otros miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado”, se pregunta JC, que subraya que el asunto no es que se lo prohiban a todos, si no que no afecte a ningún Cuerpo.

Los nombres omitidos en este reportaje se debe a que los agentes consultados, casualmente, trabajan o han trabajado en unidades de investigación, de paisano, y cualquier identificación puede poner en riesgo tanto su integridad como algunos operativos que se estén llevando a cabo.

“No entendemos qué tiene que ver, a la hora de hacer nuestro trabajo, que llevemos tatuajes. Los pendientes o las argollas tienen un sentido, porque pueden engancharse y lastimarnos, pero los tatuajes no. Cuando salvamos a alguien o detenemos a alguno nadie nos pregunta si llevamos tatuajes”, dice Toni, de la misma promoción que JC.

Toni lleva en su mano izquierda un tigre en blanco y negro y unas letras en el lateral del pulgar. Ya se los ha empezado a borrar. “Tenía pensado quitármelo porque me los hice en un momento de mi vida con el que ya no me identifico. Pero esto también ha ayudado a que lo haga”. En la imagen que acompaña este texto se puede ver cómo algunas líneas ya están difuminadas.

De su propio bolsillo

El cómo y cuándo hacerlo es uno de los puntos más calientes de la normativa. La intención de la Guardia Civil no pasaría por gastarse un euro en limpiar la tinta de los cuerpos de los agentes, aunque les obligue a ellos. Se lo tendrían que pagar de su propio bolsillo. En el caso de Toni se los está pagando él mismo. Incluso utiliza sus días libres para hacerlo. “Si una sesión no puedo hacerla antes de volver a trabajar, voy con una venda”.

“Me está doliendo más que hacérmelo”, reconoce Toni. Si en la mano izquierda tiene una felino que ya empieza a difuminarse, en la derecha tiene una rosa. Si echa memoria, cada tatuaje le salió por unos 100 euros. Quitárselos le costará otros 100 cada uno.

“Calculo que todo lo que me tendría que quitar me costó entre 700 y 800 euros”, explica JC. “No creo que los tatuajes sean los principales problemas que tenemos: antes están los vehiculos, que son muy antiguos y tienen muchos kilómetros, el sueldo, que somos el Cuerpo peor pagado de España o los medios con los que trabajamos viendo la tecnología que usan los delincuentes”, resume Toni. 

“No entienden lo que significa quitarse un tatuaje, y menos los grandes que no se pueden quitar en un año. Voy a abrasar mi piel por una cuestión meramente estética porque operativamente no me pueden dar una razón”, se lamenta JC. 

Todos los entrevistados coinciden en lo mismo: la Guardia Civil tiene otros problemas que resolver antes que obligar a los agentes a quitarse los tatuajes. “Mala imagen da un policía en baja forma, no mis tatuajes”. 

En opinión de las asociaciones, esto también es un mensaje para los futuros opositores. “Les están diciendo que si quieren entrar en la Guardia Civil, que ni se les ocurra tatuarse”. Además ven en la medida que la retroactividad de la norma no beneficia al individuo ,algo que va en contra de la existencia de la misma.

Por unidades

De los entrevistados, sólo Toni ha tenido algún problema con los superiores. Fue cuando estuvo destinado en el aeropuerto. El resto, nada. “He estado en despachos con coroneles y nunca me han dicho nada. Sí es verdad que notas las miradas, pero nada más”, dice D. “De hecho a uno de mis mejores amigos que es policía nacional sí que le han llamao la atención”.

En el caso de los tres protagonistas, todos han trabajdo en investigación. Con bandas, en barrios problemáticos o tatando con gente que es mejor no cruzarse. “Qué casualidad que en esos casos viene muy bien que estemos tatuados, porque es más fácil hacer nuestro trabajo”.

También cuando van de paisano. “La gente va tatuada, si nosotros también llevamos tatuajes llamamos menos la atención. Además si somos los únicos agentes que no tenemos tatuajes en ciertos sitios sería muy fácil identificarnos del resto”. "Somos un reflejo de la sociedad, somos parte de ella. Si esta avanza, nosotros lo hacemos con ella", reflexionan los tres protagonistas.

A la Justicia

Los representantes de los guardias civiles tienen claro que, de salir adelante el borrador, piensan pelear en los tribunales. Lo que consideran más obvio es la retroactividad, que no puede ser desfavorable para el individuo.

Pero además, en su opinión, atenta contra el derecho a la propia imagen e incluso al de la intimidad. “Es como si te quisiesen echar porque ahora deciden que tienes que medir 1,90, ser rubio y tener los ojos azueles”, razona JC.

Cristian Rodrigues apunta también al coste sobrevenido que tendrá para los agentes, además del proceso largo y doloroso. “El anterior borrador hablaba de cubrir los tatuajes visibles, este al parecer dice que hay que borrarlos. Nos parece desproporcionado”.

“El ministerio del Interior continúa con su política de inmovilismo y de ataque a los derechos y libertades públicas de los guardias civiles”, afirma Pedro Carmona, portavoz de la Asociación Unificada de la Guardia Civil, la mayoritaria del Cuerpo.

“Son muchos los compañeros que, una vez el Consejo de Ministros apruebe esta norma, tendrán un año para pagar y eliminar de su cuerpo sus tatuajes. No solo estamos hablamos de la retirada de tatuajes obscenos con expresiones contrarias a la constitución o valores, sino por la situación del tatuaje, aunque se trate de un nombre, un corazón o cualquier otra imagen”.

“Rechazamos la implantación de esta norma tan restrictiva donde no solo perjudicará a los integrantes del Cuerpo que poseen tatuajes sino a los que en un futuro inmediato quieran ingresar en el Cuerpo”, dice Carmona.

“Lo consideramos una total involución esta norma que sin duda vuelve a llevar a los guardias civiles a siglos pasados y pone en evidencia la falta de derechos fundamentales y libertades públicas que carecen los guardias civiles, donde AUGC no descarta reclamar a la vía judicial una vez sea publicada la norma”, avisa la asociación mayoritaria.