Ángel, a la izquierda con su pelotón y a la derecha él solo, en Sidi Ifni.

Ángel, a la izquierda con su pelotón y a la derecha él solo, en Sidi Ifni. Cedida

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El triste tributo a los olvidados de la guerra de Ifni: Ángel ha esperado 64 años para recibir 1.000 €

Cientos de jóvenes que estaban haciendo la mili murieron ahí. La nueva ayuda llega tarde y sólo al 10% de los que estuvieron ahí. Pero llega.

11 septiembre, 2021 02:51

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“Cuando nuestros paracaidistas lograron tomar la montaña… Los mandos habían avisado de que estaba llena de moros, pero no les dio tiempo a avisar de que ya estábamos nosotros. Entonces empezaron a caer las bombas. Las nuestras. Los cuerpos botaban por ahí como si fueran troncos. Ahí se quedaron. Todos muertos. Pasamos la noche recogiendo cadáveres y trozos y haciendo guardia junto a los cuerpos amontonados para que no se los comieran los animales, por el olor a sangre, ya sabes. Eso nunca lo publicó nadie. Como fue un auténtico desastre, ese episodio no está recogido en ningún lado”.

Ángel Ruiz cuenta la anécdota, por llamarlo de alguna manera, como si hubiera sido ayer. A sus 86 años, dice que recuerda todo vívidamente, que incluso por las noches sigue soñando con esta o aquella batalla. Aunque no aclara si los recuerdos le persiguen o son meros flashbacks, no está de más que alguien se acuerde de lo que pasó. Ángel fue uno de los soldados españoles de la guerra de Ifni, el último conflicto internacional de España y una contienda a la que todo el mundo llama, y con razón, “la guerra olvidada”.

Para entenderlo bien hay que ponerse en perspectiva. Corría 1957 y Marruecos estaba viviendo un proceso de descolonización que había comenzado un año antes y la tomó con la presencia española al suroeste del país, especialmente en el Sáhara y en las colonias de Ifni. Desde noviembre de ese año hasta junio de 1958 se desató un conflicto contra guerrillas marroquíes en el que los españoles cayeron como moscas. Y es que la mayoría de los soldados españoles eran jóvenes que no habían salido de su pueblo, que fueron ahí obligados a hacer la mili y que les estalló una guerra en la cara cuando sólo llevaban tres meses sabiendo que el fusil se carga por aquella ranura.

Ángel, en el centro, comiendo junto a sus compañeros en Ifni.

Ángel, en el centro, comiendo junto a sus compañeros en Ifni. Cedida

El Gobierno español, ahora, 64 años después de todo aquello, se ha propuesto enmendar la memoria de todas esas personas y les va a otorgar una ayuda de 1.000 euros. La medida llega muy tarde para un colectivo que ahora ronda entre los 80 y 90 años de edad y en el que muchos ya han fallecido. Pero llega, por lo menos, para reparar de alguna forma un conflicto que, de tan desastre que fue, nunca se supo gran cosa porque el régimen de Franco no informó de aquello. El pago será una única vez y serán beneficiadas alrededor de 1.100 personas (apenas el 10% de los 10.000 que participaron en la contienda).

“Es una guerra que sigue estando, a día de hoy, en el segundo cajón de la historia”, explica Gustavo Adolfo Ordoño, autor del libro La guerra de Ifni. “Aunque fue Carmen Sevilla, en plan Marilyn Monroe, a animar las tropas, la información se dosificó mucho. No era abierta y no se dejaba acudir a medios extranjeros. Todo lo que había era propaganda para alentar a los militares, pero no se decía que había 100 prisioneros por ahí perdidos, de los cuales sólo volvieron 50. Y ahora… la ayuda es lo mínimo que se ha preocupado la democracia por ese tema”, asegura.

Por todo esto, EL ESPAÑOL habla con varios veteranos de la guerra de Ifni para que cuenten cómo fue aquello. Aunque quedan pocos, por lo menos, que se les recuerde bien.

Vicente, 85 años

Vicente Cambralla llegó a Sidi Ifni, la capital de la provincia, en febrero de 1957. Obligado, como todos, a hacer la mili. Ahora lo recuerda tranquilo, ya jubilado tras pasar su vida trabajando en Correos, hablando por teléfono en su casa de Valencia. “Pff, no teníamos nada de experiencia militar, fuimos con 20 años”, relata. “Fue una guerra difícil porque era de guerrillas. No fue un Gobierno contra otro. Los moros no daban la cara. Veías que morían todo el rato los españoles y de ellos no matábamos a ninguno. Además, se conocían el terreno a la perfección".

Vicente Cambralla, vestido de soldado.

Vicente Cambralla, vestido de soldado. Cedida

En el corto año que duró el conflicto, murieron 300 españoles, 574 resultaron heridos y 80 desaparecieron. Vicente estuvo a punto de formar parte de la estadística de los muertos, pero la suerte quiso que sólo estuviera en la de los heridos.

“Me hicieron cabo primero y llevaba yo un pelotón de nueve personas de las que murieron siete. Un día, en una montaña, me vino un moro por detrás con una navaja. Menos mal que me avisó el capitán. Me dijo ¡Cuidado! y cuando me di la vuelta se abalanzó sobre mí, clavándome el cuchillo debajo del brazo izquierdo. Le descargué el cargador entero y no fue a más. Me llevaron al hospital y a los ocho días me mandaron de vuelta a la montaña”, relata.

—¿Cómo fue, para alguien como usted, que no tenía ningún tipo de experiencia militar previa, matar a una persona?

—Maté a muchas. Al principio es raro, una sensación muy mala. Porque no estás acostumbrado. Luego te das cuenta de que eres tú el que puede caer y que si te salvas es un milagro.

Vicente en la actualidad.

Vicente en la actualidad. Cedida

Ese fue el gran problema de la guerra de Ifni. Que casi nadie ahí era profesional y se encontraron con la mayor crudeza sin siquiera saber qué hacer. Gustavo Adolfo Ordoño cuenta en su libro el caso de un alférez que, como tenía estudios universitarios, le pusieron a comandar una columna. Su misión era rescatar uno de los pueblos sitiados, pero no sabía cómo hacer para avanzar y fue rodeado sin ningún tipo de problema. La emboscada que le tendieron fue una de las jornadas más sangrientas de la guerra.

Vicente maduró en Ifni a la fuerza. Pero parece que no se le dio mal, porque cuando terminó la mili, un coronel le ofreció que se quedase en el Ejército. “Me dijo que podía ir a Canarias a hacer un curso y salir de alférez. Pero no quise. Ya llevaba 15 meses sin ver a mi familia ni a mi novia. Cuando llegara el momento, quería ir a casa”, añade.

—¿Siente que ha sido una guerra olvidada?

—Sí, no es para olvidar y la han olvidado; el Gobierno y también los ciudadanos. Hemos estado años organizados en asociaciones pidiendo por escrito que nos reconozcan el tiempo que hemos estado ahí. Por fin ahora lo han hecho. Los 1.000 euros son una miseria, pero es positivo que nos lo den por lo que simboliza. Aunque somos pocos los que quedamos, muy poquitos.

Ángel, 86 años

El Ángel que cuenta su testimonio en el párrafo que abre este reportaje es Ángel Ruiz, también valenciano, aunque nacido en Albacete. A los tres meses de llegar a Sidi Ifni, estalló todo. Se acuerda a la perfección de aquella primera noche. A pesar de que ha presenciado cosas que se le siguen apareciendo de vez en cuando, cree que no quedó del todo traumatizado, que había algo que no terminaba de enganchar en él.

“No sé si era porque éramos jóvenes y no apreciábamos las cosas, no sé”, comenta a sus 86 años. Los muertos parecía que le resbalaban. Sin embargo, sí tiene un momento guardado que le ha ido acompañando todo este tiempo. “Entraron unos soldados españoles a registrar una casa y sacaron a una mujer que estaba gritando y llorando. Uno gritó ‘mi teniente, no nos deja cachearla, ¿qué hacemos?’. Y el oficial respondió que hicieran lo que quisieran”, sigue, antes de decir que los soldados se pusieron a meter mano a la mujer y a reírse de ella.

Ángel Ruiz en un nido de ametralladoras de Sidi Ifni, cuando volvió recientemente.

Ángel Ruiz en un nido de ametralladoras de Sidi Ifni, cuando volvió recientemente. Cedida

“Aquello se me cruzó y me causó una impresión muy grande. Me di cuenta de que las personas entonces tenían muy poco valor. Son cosas que sólo pasan en la guerra”, reflexiona.

—¿Estaba usted preparado militarmente para esa guerra?

—La mayoría éramos gente que no habíamos salido del pueblo, que no conocíamos ni el tren. Muchos además aún eran analfabetos.

—¿Se le reconoció el esfuerzo que hicieron?

—Nunca, nadie, ni ahora ni antes. Hemos sido olvidados. Fue la guerra olvidada. El tema de la paga esta… está muy bien, ¿pero cuándo va a llegar? Llevamos 20 años con este tema.

Ángel junto a sus compañeros en Ifni.

Ángel junto a sus compañeros en Ifni. Cedida

Después de la guerra, Ángel volvió a Valencia y un sargento de la Guardia Civil le ofreció ingresar en la Benemérita. Resulta que por su experiencia militar no necesitaba ya hacer pruebas ni nada por el estilo. Sin embargo, rechazó, quería tranquilidad de una vez por todas y se metió en la Empresa Municipal de Transportes valenciana y ahí siguió hasta que se jubiló.

Nazario, 85 años

“Aquello, mirándolo bien, fue una guerra tonta y absurda que no sirvió para nada. Porque, después de morir varios centenares de compañeros, el territorio al final se entregó a Marruecos. Para eso lo podían haber entregado antes de matarnos”, explica Nazario Sellés, a las puertas de cumplir 86 años.

Y es que 10 años después del conflicto, el Gobierno de Francisco Franco decidió entregar las colonias de Ifni a Marruecos de nuevo. La bandera española dejó de ondear en el territorio el 30 de junio de 1969.

Nazario Sellés en Marruecos.

Nazario Sellés en Marruecos. Cedida

“Como Franco venía del Ejército africanista se tomó esa guerra como algo personal. Además, España había estado ahí 25 años. Hoy sería como Ceuta o Melilla”, explica el historiador Ordoño. “Al final, lo entregaron porque el régimen quería modernizarse y era lo que podía tener más sentido”, apuntala.

Sobre lo que dice Nazario, Ordoño piensa que era generalizado. “La mayoría tiene una sensación de inutilidad, de esfuerzo baldío. Es que estaban haciendo el servicio militar en un destino medio exótico y se convirtió en una pesadilla. Fue algo nefasto. Se les nota en la actitud. No es una desafección patriótica, pero eran unos ciudadanos que estaban haciendo la mili y les pilló el marrón”.

Y le preguntamos a Nazario: “Nosotros éramos unos ignorantes. Qué íbamos a saber lo que era la guerra. Recuerdo que cuando nos estábamos preparando y nos teníamos que tirar al suelo en los ejercicios, muchos se tiraban suavemente para no hacerse daño. Nos decían los oficiales que ‘ya veréis cuando vengan los moros lo rápido que os tiráis al suelo’”. Y se echa a reír.

Nazario Sellés en la actualidad.

Nazario Sellés en la actualidad. Cedida

“Fue una experiencia malísima. Había mala comida y no teníamos aseo de ningún tipo. Estuve dos meses sin lavarme nada, porque el agua escaseaba. Nos daban dos cantimploras diarias y la mayoría era para beber… Luego, la parte de la guerra. Ver morir a un compañero tras otro, cuando tienes 22 años y estabas hablando con él tranquilamente hace media hora. Eso fue lamentable”, resume.

Han pasado más de 60 años desde todo aquello y por fin se les reconoce algo a todos estos hombres. La paga llega tarde, pero al menos llega, eso dicen todos. Sin embargo, no la quieren por cuestiones económicas, sino porque es algo que acredita que sí, estuvieron ahí y combatieron por su país, algo que ha estado olvidado tanto tiempo.