Juan, el héroe de los ahorradores: Hacienda le sancionó por gastar poca luz y él le ganó la batalla

Juan, el héroe de los ahorradores: Hacienda le sancionó por gastar poca luz y él le ganó la batalla

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Juan, el héroe de los ahorradores: Hacienda le sanciona por gastar poca luz y él le gana la batalla

Le quitaron la desgravación por la compra del domicilio habitual en el impuesto de la Renta (IRPF) al considerar que gastaba poco y, por tanto, no vivía en su casa. 

21 agosto, 2021 02:11

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En la calle Prosperidad de Sóller (Mallorca) había una casa que gastaba muy poca luz -algo a tener en cuenta en plena subida histórica de la factura-. Nada extraño para una vivienda con un solo inquilino, placas solares, calefacción de pellets y electrodomésticos de bajo consumo. Pero entonces llegó Hacienda y llamó a la puerta. Para la Agencia Tributaria, esta casa debería gastar más electricidad, así que decidió sancionar a su dueño y retirarle la desgravación por la compra del domicilio habitual en el impuesto de la Renta (IRPF). Lo que empezó como una desagradable sorpresa en el borrador ha terminado con una sentencia a favor de Juan, el ahorrador dueño de la vivienda, que ha peleado durante cinco años para demostrarle a Hacienda algo tan aparentemente sencillo como que él vive en su propia casa.

“Ha sido durísimo porque he presentado todo tipo de pruebas y Hacienda me las rechazaba o simplemente optaba por el silencio administrativo, pero por fin he conseguido solucionar esta injusticia”, explica a EL ESPAÑOL Juan Jesús Enseñat, el joven mallorquín de 46 años que ha conseguido derrotar a la Agencia Tributaria tras una larga batalla de alegaciones, recursos y denuncias.

Todo arrancó en 2016 cuando Juan José recibió el borrador de su declaración de la Renta. Sorprendentemente, tenía que pagar. Como no sabía el motivo, decidió preguntar en la gestoría. “Me dijeron que en sus muchos años de trabajo se habían encontrado cosas de Hacienda que no me podría imaginar, pero que lo mío era la primera vez que lo veían”. La Agencia Tributaria entendía que Juan gastaba poca luz y por eso llegaba a la conclusión de que no vivía en su casa. Como consecuencia, le quitaba la desgravación por la compra del domicilio habitual -vigente para viviendas adquiridas antes de enero de 2013- y le obligaba a devolver las deducciones cobradas anteriormente, unos 2.000 euros en total.

Después del susto, Juan volvió a su casa tranquilo porque todo parecía fácil de solucionar. La gestoría recopilaría en el ayuntamiento la información necesaria para responder a Hacienda y certificar que la vivienda que se construyó en 2011 en la calle Prosperidad es su domicilio habitual. “Me dijeron que eran campañas que la Agencia Tributaria hace para sacar dinero, pero que era sencillo demostrar que yo vivía en mi casa”. Enviaron un recurso y Hacienda lo denegó. Mandaron una segunda reclamación y recibieron un segundo ‘no’. Aquello no tenía buena pinta, así que la gestoría aconsejó a Juan que se buscase un abogado y se preparase para una batalla bastante más larga.

80 euros mensuales

“Tenemos que demostrar como sea que vives en tu casa”, le dijeron, y empezaron a enviar recursos. Además de los pagos de impuestos y el empadronamiento, detallaron el motivo por el cual Juan gastaba tan poca electricidad, una media de 80 euros mensuales. Una placa solar en el tejado, electrodomésticos de clase energética A+++, una caldera de pellets y una cocina de gas “con una bombona de butano que dura seis o siete meses” porque Juan vive solo. “Soy una persona ahorradora y preocupada por el medio ambiente, así que trato de consumir lo menos posible”. Hacienda recibió todas las facturas, recibos y documentos, pero volvió a responder que aquello no justificaba que la casa de Prosperidad fuese su residencia habitual.

Todas las facturas y papeles destinados a probar que Juan vivía en la vivienda.

Todas las facturas y papeles destinados a probar que Juan vivía en la vivienda.

Para la Agencia Tributaria, el promedio anual de consumo en un hogar español es de 10.521 kilovatios, basándose en un informe del Ministerio de Industria. En 2016, Juan se quedó muy lejos porque le bastaron 202,05 kWh.

“No te preocupes, presentaremos más pruebas y entrarán en razón”, le dijo el abogado. Juan ya no sabía qué pensar. Desde que se acabó la casa en 2011 nunca había tenido problemas para obtener la desgravación y eso que al principio gastaba incluso menos luz porque fue equipando la vivienda poco a poco. Juan fue a la empresa eléctrica para recopilar todas las facturas, le pidió a Aqualia –suministradora del agua potable- un informe con todo su consumo de los últimos años detallado e incluso consiguió un informe de la empresa donde estaba empleado para certificar las horas que trabajaba cada semana. “Yo paso mucho tiempo fuera de mi casa porque a lo mejor me voy a las siete de la mañana a trabajar y, cuando salgo, me voy a comprar o al gimnasio y no regreso hasta tarde”, insiste.

Juan envió los seguros vinculados a la casa, los recibos del Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI), el pago de las basuras… “¡Saben toda mi vida! Saben todo lo que he hecho durante todos estos años, lo he tenido que demostrar”. Y le volvieron a decir que no vivía en su casa. “Después me enteré de que cada respuesta estaba firmada por un inspector diferente, así que había que enviar toda la documentación de nuevo en cada recurso. Son trabas que ponen para que desistas. Es desesperante”.

Chocar contra el muro de Hacienda empezó a lastrar la salud física y mental de Juan. Tuvo que ir al psicólogo, empezó a tomar medicación contra la ansiedad y sufrió un tipo de alopecia debido al estrés que aún deja huellas en su cabeza. “Después de tres o cuatro años de batalla legal estaba psicológicamente muy afectado. Sentía una enorme impotencia porque había presentado todas las pruebas posibles y ya no sabía qué hacer”. El abogado le aconsejó que siguiera peleando, que no abandonase después de tanto tiempo de lucha. Ya no era una cuestión de dinero, era una pelea más ética que otra cosa. “Al principio te quema la injusticia pero también piensas en que quedan 20 años de hipoteca y es mucho tiempo pagando cuando no debería estar haciéndolo. Pero ahora ya me da igual el dinero, sólo estoy feliz por haber demostrado esta injusticia que se ha cometido conmigo”.

Luchó hasta el final

Así que Juan presentó una denuncia y se preparó para ir al juzgado. Más tiempo y más dinero invertido, porque además del coste de los abogados, había que contratar un procurador. Y encima, si ganaba el juicio, “Hacienda no devuelve las costas”. “Otro de los beneficios que tienen para que la clase baja y media no vaya contra ellos”. Los abogados se apoyaban en que en España no hay ninguna legislación vigente que indique que debes consumir un mínimo de luz en tu casa. “Puedes estar a oscuras o usar velas y nadie te puede castigar por ello”, añade sonriente.

La búsqueda de información para demostrar lo obvio continuó. Juan se fue al ayuntamiento a hablar con el alcalde de Sóller, el popular Carlos Simarro, que le puso en contacto con el jefe de la policía local. Varios agentes entrevistaron a todos los vecinos para elaborar un informe que apoyase su versión. “Es duro contarle a tus vecinos lo que te pasa, pero es muy satisfactorio recibir el apoyo que me han dado”, asegura el solleric, que recibió un atronador silencio administrativo a la documentación tramitada por la policía.

Calle Prosperidad en Soller (Palma de Mallorca).

Calle Prosperidad en Soller (Palma de Mallorca).

Y mientras tanto el tiempo pasaba y la reclamación de Hacienda aumentaba. “Cuando se acercaba abril y sabía que estaba a punto de llegarme el borrador de la Renta, yo me ponía malo”, recuerda Juan, que desde hace tiempo ya no lee ninguna de las cartas referidas a su batalla legal. “Me lo aconsejó mi abogado porque cada vez que veía una en el buzón, estaba un par de días con el estómago y la tripa mal”. Curiosamente todas las cartas certificadas que Hacienda le enviaba tenían la dirección de esa casa donde, según la Agencia Tributaria, no vive. “Es de locos”.

Todo empezó a cambiar cuando, por consejo de un amigo, se acercó al semanario local, La Veu de Sóller, e hizo pública su historia. “Fue una locura”. Le llamaron de televisiones y diarios, incluso contó su caso en un periódico alemán “que alucinaba” con la narración. “Creo que esta difusión les ha fastidiado bastante”. La gente le paraba por la calle, le daba su apoyo, le decía que había que coger firmas el sábado en la transitada Plaça de Sa Constitució. Además, le llegaron mensajes de otros contribuyentes que habían pasado por lo mismo, habían peleado hasta el final y habían ganado. “Eso me dio más fuerza, me animó un montón”. Gracias a una investigación de sus abogados ha podido corroborar que, con él, sólo cuatro personas han mantenido el pulso a Hacienda y han ganado.

La victoria de Juan llegó hace aproximadamente un mes. El abogado le llamó para informarle de que la denuncia había prosperado, aunque había que esperar el más que probable recurso de Hacienda. Juan no se hizo ilusiones y después de unas semanas en vilo, la semana pasada su letrado llamó a su puerta con los papeles que certificaban que la Agencia Tributaria tiraba la toalla. 2015 ya ha prescrito, pero desde 2016 le tienen que devolver el dinero, incluidos los intereses de demora. “A mí el dinero ya me daba igual, sólo quería que me diesen la razón y me dejasen vivir”.

Pese a lo que ha sufrido, Juan recomienda encarecidamente a todo el mundo que pelee contra este tipo de injusticias. “Sobre todo a la gente de clase baja y media, que no se cansen. Es un proceso largo y duro, pero es una injusticia y hay que combatirla”. Poco le importa ahora la histórica subida de la electricidad. Ahora paga más, pero no le da igual. Ya no mira la factura. Por fin la prosperidad ve la luz en la calle Prosperidad.