Nicolás (izquierda), y Manuel, dos médicos residentes.

Nicolás (izquierda), y Manuel, dos médicos residentes.

Reportajes

El enfado de Manuel, Nico y los residentes por el posible traspaso del MIR a Cataluña: "Sería desigual"

Los residentes temen las posibles consecuencias de que Cataluña tuviese su propio MIR. "Supondría un acercamiento al modelo de Selectividad desastroso".

5 agosto, 2021 02:46

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“El único motivo para hacer ese cambio de sistema es generar un privilegio para ellos”. La persona que realiza estas declaraciones es Manuel, un joven de 25 años que, tras conseguir una de las mejores notas de toda España, acaba de incorporarse al Servicio de Hematología y Hemoterapia del Hospital General Universitario Gregorio Marañón como Médico Interno Residente (MIR). El cambio de sistema al que se refiere tiene que ver con uno de los temas puestos sobre la mesa el pasado lunes en la reunión de la Comisión Bilateral Generalitat-Estado y que plantea, entre otras cuestiones, el traspaso de la Formación Sanitaria Especializada (FSE) a la Generalitat de Cataluña.

Entre las competencias de la FSE están el MIR, el PIR, el FIR y el EIR. Estas siglas hacen referencia a las pruebas de acceso que, al finalizar la carrera universitaria, realizan los estudiantes de medicina, psicología, farmacia y enfermería, respectivamente. El sistema actual goza de un gran prestigio internacional y está considerado como un elemento de cohesión y garante de la igualdad en el Estado.

En concreto, la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias establece en su artículo 22.1 que “el acceso a la formación sanitaria especializada se efectuará a través de una convocatoria anual de carácter nacional”. Por estos motivos, el anuncio de la creación de un grupo de trabajo para estudiar la posibilidad de que Cataluña adquiera competencias para establecer sus propios criterios de acceso ha generado una gran polémica.

En lo concerniente al MIR, el examen consiste en una prueba única que todos los aspirantes realizan simultáneamente. La ventaja de este modelo es que garantiza la igualdad de oportunidades: “Todos partimos, más o menos, de las mismas condiciones porque el valor de la nota de la carrera es prácticamente simbólico”. Además, se puede presentar cualquier persona que tenga el título. La mayoría de las 14.000 personas que, aproximadamente, lo hacen cada año, son españoles, pero también hay algunos extracomunitarios. Esos 14.000 optan a 7.900 plazas que, según la calificación obtenida, tienen preferencia por elegir especialidad entre las 44 disponibles (cardiología, ginecología, pediatría, dermatología…). Es decir, se garantiza también un nivel muy alto de competencia: una de cada dos personas se queda sin plaza.

La posibilidad de acabar con un sistema reconocido en el extranjero ha generado el rechazo de la comunidad médica. Nicolás, que estudió en Sevilla y acaba de entrar como MIR de Pediatría en Badajoz, lo tiene claro: “Yo directamente no me hubiese presentado a un examen en catalán”. Para él, es una decisión que limitaría mucho el acceso que implica necesariamente tener una preferencia muy clara por hacer una determinada especialidad en Cataluña. “Hay hospitales en el resto de España que suplen esta formación de más que se exigiría”, señala.

Nicolás, MIR de pediatría

Nicolás, MIR de pediatría E. E.

Para Manuel, son varias las consecuencias que tendría esta decisión. En primer lugar, cree que “tiene toda la pinta de que esto le daría privilegios a los sanitarios de esa comunidad autónoma”. Es decir, privaría de trabajar allí a muchos sanitarios no catalanes. En este sentido, Nicolás va más allá y explica que, actualmente, para muchas personas “ya tiene trascendencia el cambio de idioma y la situación política en general”. Esto explicaría por qué Cataluña, teniendo hospitales que son punteros en muchas especialidades, “acaben en números de orden de elección por debajo de lo que se esperaría si no hubiese esta problemática”.

La segunda consecuencia sería que resultaría un sistema mucho menos competitivo, pues “si pueden dictar las plazas que quieran y ofrecérselas a los que quieran, la gente se va a preparar peor”. Resalta, además, que esa competencia, una vez concedida, no tendría legalmente ninguna limitación. Por último, esto afectaría a todos los ciudadanos porque conllevaría un empobrecimiento del sistema sanitario. Manuel señala algo de lo que, en su opinión, no se está hablando lo suficiente: “El sistema MIR tiene reconocimiento internacional, por lo que gente que ha conseguido su especialidad en España suele tener cierta facilidad para ejercer esa especialidad en otros países europeos”. Si, por el contrario, hubiese varios métodos de acceso, Manuel ve motivos para pensar que otros países europeos rachazarían a médicos que, como él, tiene intenciones de hacer la rotación fuera de España en algún momento.

Estos problemas derivados de una posible transferencia de competencias no implican que el MIR actual sea un sistema perfecto. Al contrario, Nicolás observa que podría mejorarse el acceso: “En un examen único y de cuatro horas es complicado discriminar a la gente en función de lo que sabe”. También optaría por otorgarle una mayor importancia a la parte práctica: “Encontrarte cara a cara con el paciente y saber lo que tienes que hacer no viene en un papel”, cuenta tras su primer mes en el hospital.

En lo que coinciden Manuel y Nicolás, y lo que les parece dramático, es que se trataría de una decisión que no aporta nada en términos técnicos. “El rédito que se le puede sacar es exclusivamente político”, piensa Nicolás, mientras que Manuel se muestra en contra de que un catalán pueda acceder a cualquier hospital del resto de España si no hay reciprocidad. En cualquier caso, y como señala Manuel, este cambio supondría “un acercamiento al modelo de Selectividad con consecuencias desastrosas” para los miles de estudiantes que, cada año, se presentan al examen.