Mohammed bin Zayed Al-Nahyan y Juan Carlos I.

Mohammed bin Zayed Al-Nahyan y Juan Carlos I. E.E.

Reportajes

Juan Carlos prefiere el banquillo del Supremo en España antes que morir de aburrimiento en Abu Dabi

La desesperación del emérito en su ‘jaula de oro’ desde agosto de 2020, va en aumento. Dice a sus amigos que en junio estará en la regata de Sanxenxo.

16 mayo, 2021 01:46

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"¿Que cómo me gustaría ser recordado? Estoy siendo honrado y siendo yo mismo, porque siempre trato de ser yo mismo, y eso significa que me gustaría ser recordado como un rey que trato de cumplir su deber". Con este entrecomillado comienza uno de los capítulos de la biografía autorizada del británico Philippe Nourry sobre el rey emérito que vio la luz, por primera vez, en 1986.

Es poco probable que el emérito en su exilio de Abu Dabi, esa jaula de oro en la que él mismo se encerró el 3 de agosto, tenga este libro que como título lleva: Juan Carlos I. Un rey para los republicanos. Porque si lo tuviera y lo releyera, es seguro que se le aceleraría el pulso por aquella afirmación que pronunció hace 35 años. "Poco le importa como vaya a ser recordado, ya está todo tirado por tierra. Culpa suya y también de los políticos que lo han usado como arma arrojadiza los unos contra los otros. Ahora solo piensa en volver a España lo antes posible", cuenta a EL ESPAÑOL uno de los amigos que aún le quedan en su pequeña corte de Sanxenxo, en la ría gallega.

No parece que las noticias publicadas esta última semana sobre el padre de Felipe VI le hayan quitado ni un ápice de su ánimo e intención de regresar a su país. Su exilio, cuyo destino eligió él mismo, se le hace ya insoportable. El pasado miércoles EL ESPAÑOL publicaba, en exclusiva, que Hacienda había comunicado al Emérito su intención de abrir una inspección sobre la regularización fiscal que el exjefe del Estado presentó de forma voluntaria el pasado febrero.

Imagen difundida de Juan Carlos I en Abu Dabi, junto a Mohamed bin Zayed al Nahyan y a Khaldoon Al Mubarak.

Imagen difundida de Juan Carlos I en Abu Dabi, junto a Mohamed bin Zayed al Nahyan y a Khaldoon Al Mubarak.

En esa fecha, Juan Carlos, satisfizo una deuda tributaria con el fisco de 4,4 millones de euros por las rentas derivadas del pago por la Fundación Zagatka de determinados gastos realizados entre junio de 2014 (fecha en la que perdía su inmunidad al abdicar en su hijo) y 2018. "No está preocupado por eso, la verdad. Está seguro de que está todo bien hecho, se ha asesorado bien. No será por las veces que llama a la semana a su abogado", arguye la misma persona.

Volver, volver

Pero si al ex jefe del Estado esta inspección de Hacienda no le preocupa, lo que leseguramente no le deja dormir es su posible llamamiento por parte del Tribunal Supremo para declarar. No le deja dormir porque así, al menos, podría volver a España. Una misma inquietud sienten en Zarzuela, pero por todo lo contrario. Mientras que Juan Carlos quiere que le llamen para poder tener así una excusa para regresar a España, el equipo de su hijo, el Rey Felipe VI, teme como a la peste que esto ocurra, ya que el golpe de efecto puede ser demoledor para la institución.

"Veremos si nos libramos. No podemos hacer nada. Si la Justicia le llama, pues irá, y tendremos que aguantar el huracán mediático que ello supondría", aseguraba a este periódico una persona cercana a la Corona. "Él lo está hasta deseando. Hace días que no para de decir que antes de verano él está navegando por la ría, le llame el Tribunal Supremo o le llame quien sea. Él vuelve sí o sí antes de junio", anuncia el amigo gallego de Juan Carlos.

Pero no parece que vaya a tener suerte en esto tampoco el padre del actual Rey. Según ha podido saber este periódico, y a pesar de los temores de la Casa, la Fiscalía del Tribunal Supremo no se planteaba citar a declarar como investigado a Juan Carlos tras sus regularizaciones fiscales, por lo menos de momento. Y con la noticia de que Hacienda va a abrir una investigación sobre sus regularizaciones con el fisco, la cosa no tiene pinta de que vaya a solucionarse en breve.

El rey Juan Carlos conversa con Mohamed bin Salman, en el Gran Premio de Abu Dhabi de F1.

El rey Juan Carlos conversa con Mohamed bin Salman, en el Gran Premio de Abu Dhabi de F1.

Hay que tener en cuenta que el exjefe del Estado está aforado, como todos los integrantes de la Familia Real, ante el Tribunal Supremo, y por eso las pesquisas sobre su fortuna oculta los lleva un esquipo de fiscales del Alto Tribunal dirigido por el teniente fiscal, Juan Ignacio Campos Campos.

Según cuentan fuentes de la investigación, la posibilidad de que Juan Carlos comparezca sigue encima de la mesa, pero los fiscales descartan que sea de forma inmediata, ya que lo está llevando la Fiscalía del Tribunal Supremo desde junio del 2020 y el procedimiento está todavía muy en pañales. Ahora existen dos posibilidades, la primera es que la citación a declarar del rey emérito sea voluntaria, o que finalmente, cuando acaben las pesquisas sobre las supuestas operaciones fraudulentas de Juan Carlos, se decida archivarlas por falta de pruebas.

Hay cuatro líneas de casos abiertos sobre los fondos del exjefe del Estado en el extranjero en la actualidad. La primera fue iniciada por la Fiscalía de Anticorrupción, para analizar la legalidad de un cobro en 2006 por parte de Juan Carlos de 64 millones de euros procedentes de Arabia Suadí.

La segunda investigación entorno al padre del rey es la que trata de determinar si éste cometió algún delito al pagar con tarjetas de crédito alrededor de 1,2 millones de euros con fondos del empresario mexicano Allen Sanginés-Krause. Todo apunta a que utilizó a su ayudante de campo, el coronel del Ejército del Aire Nicolás Murga, como intermediario.

Felipe VI, junto a su padre, Juan Carlos I.

Felipe VI, junto a su padre, Juan Carlos I.

La tercera es la que comenzó cuando el Ministerio Fiscal recibió información procedente del Servicio de Prevención del Blanqueo (Sepblac). En ella se decía que Juan Carlos I es el beneficiario de una empresa que esconde casi 10 millones de euros y desde la cual se habrían hecho transferencias sospechosas.

Y la última, y más conocida, es la de los famosos viajes financiados por su primo con un valor superior a los 8 millones de euros, que fueron abonados por medio de la Fundación Zagatka, creada en 2003 en Liechtenstein por Álvaro de Orlenas-Borbón.

Y a pesar de todo, y sea como sea, no parece que los plazos se consuman abtes del verano. Por tanto, Juan Carlos tendrá que encontrar otra excusa para poder estar en junio navegando en su amada ría.

Mientras, las jornadas en la isla de Nurai, en Emiratos Árabes se hacen cada vez más eternas. En ese islote artificial, en una mansión valorada en 11 millones de euros, pasa sus días de exilio Juan Carlos. El 3 de agosto del 2020, el padre de Felipe VI tomaba rumbo a Abu Dabi desde Oporto, Portugal, con la intención de pasar allí un "periodo breve", mientras pasaba el temporal que azotaba Zarzuela tras la publicación de sus escándalos financieros y sus cuatro investigaciones abiertas. Según ha podido saber este periódico, el lugar de destino lo eligió el mismo, a pesar de que al equipo del actual Monarca no le hacía ninguna gracia.

Juan Carlos I.

Juan Carlos I.

Arde el móvil

Un amigo del emérito, que acaba de volver de visitarlo en el país árabe, cuenta la rutina que sigue Juan Carlos en su vida en Abu Dabi. El padre del Rey madruga como siempre ha hecho. Nada más hacerlo enciende su teléfono móvil "y comienza a llamar y a hablar con todo el mundo. Pero desde periodistas hasta otros reyes de Europa. Debe echar humo su móvil porque no para de llamar. Está como loco por volver y ya no sabe a quién decírselo", cuenta entre risas la misma persona.

Después, desayuna en la terraza y lee la prensa, nacional e internacional, y vestido con ropa de deporte espera a su fisioterapeuta para hacer ejercicio con él hasta la hora de comer. Tras la siesta, y con ayuda de los dos secretarios que tiene a su disposición, responde a sus correos. Habla con la familia, incluida la Reina Sofía; no parece que llame a su hijo, pero con las Infantas Elena y Cristina habla casi todos los días.

Después de una cena ligera, suele fumarse un puro (de esos mismos que llegaban a Zarzuela desde Cuba y ahora lo hacen a Abu Dabi) y con ese cigarro habano en la mano vuelve a descolgar el teléfono para hablar con los amigos, los de verdad, para que le cuenten cómo estaba la ría de Sanxenxo ese día o los últimos cotilleos de Madrid.

El servicio

Una vida que transcurre entre ejercicios, comidas y la visita, de vez en cuando, del príncipe heredero de Abu Dabi. El padre del rey no tiene un círculo de amigos propios en Emiratos.

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Su compañía son sus escoltas, cuatro, que se turnan en parejas para hacer guardia, y sus ayudas de cámara, tres, que también hacen turnos para viajar y pasar temporadas en el país árabe.Sin embargo, recibe en su casa a algunos familiares y amigos que viajan desde España para verlo. "Son visitas que le dan la vida", sentencia un amigo.

Una vez al mes acude a la isla de Nurai es el que ha sido y es su médico de cabecera y amigo personal, el doctor Manuel Sánchez. Este médico catalán se encarga cuando le visita de hacerle un chequeo completo y de asegurarse que los servicios especiales en rehabilitación que se están encargando de la salud del emérito cumplan con el plan que él ha trazado.

Cócteles de medicamentos

Otro de los doctores que ha estado en varias ocasiones visitando al padre de Felipe VI durante su exilio ha sido Planas, al que conoce desde que siendo Jefe del Estado acudía a su famosa clínica en Barcelona para hacerse curas de salud (tratamientos que después se ha descubierto que compartía con su amante, Corinna Larsen). El caso es que el médico catalán se encarga del plan de nutrición y vitaminas que mantiene tan en forma al emérito y que consiste en mantener una dieta equilibrada, un consumo moderado de alcohol y unos cócteles de medicamentos todos con base de homeopatía.

Sus dos hijas, las Infantas Elena y Cristina, viajan periódicamente Abu Dabi para ver a su padre. La primera lo ha hecho en cuatro ocasiones y la segunda en dos. En una de ellas, la que tuvo lugar a finales del mes de febrero, cuando aprovecharon y se vacunaron contra el Coronavirus con la vacuna china, la misma que le han administrado al emérito.

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Del ámbito local, y siempre después de haber sido vacunado contra la Covid19 y en la terraza al aire libre, come con el príncipe heredero de Abu Dabi, Mohammed bin Zayed Al-Nahyan, y con un empresario inglés, conocido de su época de cacerías con Corinna, y cuyo nombre no revela a los amigos españoles con los que habla por teléfono. "Le nombra como ‘el inglés’ y es la persona que le ha cedido la mansión en la que está viviendo mientras se encuentre en el país árabe", dice su confidente gallego. Al parecer, se trata la misma persona con la que cenó Juan Carlos en Nochebuena y almuerzan juntos en cuanto este hombre de negocios pisa la isla, ya que pasa la mayor parte de su tiempo en Londres.

Protegido por el príncipe

Su mejor compañía es el príncipe heredero del país árabe. Puede que el jeque, al que se conoce coloquialmente como MBZ, sea príncipe, pero es en realidad quien manda en el emirato desde 2014. Además, controla directamente el 6% de las reservas de petróleo de la Tierra, y un fondo soberano de unos 800.000 millones de euros, lo que supone más del 60% de la riqueza del país.

También es el vicecomandante de las Fuerzas Armadas. "Ahora menos porque con 83 años y el miedo a la pandemia ha hecho que don Juan Carlos tenga pocas ganas de visitas y juergas. Pero las cacerías que nos ha contado con el Jeque por medio mundo, fiestas y demás… han ocupado muchas cenas en el Club náutico de Sanxenxo", recuerda cuenta el amigo gallego del emérito.

Otra de las familias con las que mantiene mucha relación en sus jornadas en el desierto es la Al Qubaisi. Las dos hermanas, Amna y Hamda, son pilotos de Fórmula 4 y su padre, Khaled, es uno de los hombres de confianza de la familia real del país árabe y es uno de los principales directos ejecutivos de Mubadala, uno de los fondos soberanos con los que se invierte en petróleo en Abu Dabi. Le visitan a menudo en su casa y hablan sobre coches y motor, tema que apasiona a todos.

El rey Juan Carlos junto al piloto de automovilismo emiratí Khaled Al Qubaisi, su mujer y sus dos hijas, Amna y Hamda.

El rey Juan Carlos junto al piloto de automovilismo emiratí Khaled Al Qubaisi, su mujer y sus dos hijas, Amna y Hamda. Redes sociales

Los desplazados

El exjefe del Estado mira con ansiedad las aguas del Golfo Pérsico pensando en una pronta vuelta a España. Pero como él se encuentra todo el equipo que tiene desplazado en Abu Dabi a su servicio. Los cuatro miembros de seguridad y un ayudante de cámara, que hace turnos para viajar al Golfo Pérsico con otros tres compañeros. Como informó el Gobierno hace unos meses, los asistentes personales de Juan Carlos, y a petición de la Casa del Rey, reciben sus sueldos y dietas sobre el a cargo del Patrimonio Nacional.

Y aunque no sabemos la cuantía exacta de lo que está costando, ya son muchos meses de exilio y debe ser una cuenta elevada. Ya que se trata de personal eventual, que recibe comisiones de servicio y se abonan sus nóminas de acuerdo con lo que se dispone en la ley de Presupuestos Generales del Estado. EL ESPAÑOL calculó, a razón de los primeros 166 días de Juan Carlos en Abu Dabi, cuánto costaba este personal de seguridad.

Este es el único coste que paga el Estado de la estancia forzada del emérito en Abu Dabi, porque la residencia es propiedad de su amigo ‘el inglés’ que se la ha cedido gratis para que esté más cómodo que en un hotel. El padre de Felipe VI decidió mudarse a esta villa dejando el hotel Emirates Palace, en el que se instaló cuando llegó a Abu Dabi el pasado mes de agosto. La suite en la que se alojó los primeros meses costaba 11.000 euros la noche, que pagaba, proobablemente, el príncipe heredero MBZ.

Nadie sabe el tiempo que le queda al padre del Rey en su villa con vistas al Golfo Pérsico. No parece ser que una llamada del Tribunal Supremo le vaya a servir para excusa para volver a España antes del verano. Lo cierto es que en Zarzuela tampoco tienen prisa por su regreso. Los únicos que parecen echarle de menos son sus compañeros del Club Náutico de Sanxenxo, donde nadie se atreve a ocupar su sitio, la cabecera de la mesa del restaurante. Era en este trono a la gallega donde el que en numerosas ocasiones Juan Carlos, entre albariño y albariño, contaba las proezas de caza con su íntimo amigo, el jeque MBZ.