“¿AstraZeneca o Janssen?” El ridículo que se siente al preguntarlo en Camboya, Ecuador o Sudáfrica

“¿AstraZeneca o Janssen?” El ridículo que se siente al preguntarlo en Camboya, Ecuador o Sudáfrica

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“¿AstraZeneca o Janssen?” El ridículo que se siente al preguntarlo en Camboya, Ecuador o Sudáfrica

Un periodista de EL ESPAÑOL ha hecho la prueba y las contestaciones con datos han sido aplastantes. En África, con más de 1.200 millones de habitantes, sólo 13 millones de dosis han sido inyectadas.

19 abril, 2021 01:14

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“¿Janssen o AstraZeneca? Eso es un debate de médicos. El pueblo, nosotros, lo que queremos son vacunas”. Laura Quijano, residente en Portoviejo, Ecuador, no puede mostrarse más contundente al ser preguntada por qué le parece que en España, en Europa y, en general, en el primer mundo, la discusión se haya enquistado en qué vacuna queremos y cuál no, por unos efectos secundarios -trombos- que siguen siendo infinitamente minoritarios en comparación con el riesgo de morir por el contagio de la Covid.

A día de hoy, la estadística muestra la misma evidencia: la probabilidad de morir por la administración de los viales de Janssen o AstraZeneca es de una entre un millón. Fallecer por Covid, de una entre mil. O lo que es lo mismo: es más fácil morir atravesado por un rayo que por una trombosis provocada por una de esas vacunas. En países como Ecuador, donde vive Quijano, elegir vacuna ni siquiera es una opción. No solo esto: en muchos estados, la disponibilidad de cualquier vacuna contra la Covid-19 es casi nula. Preguntar por la exquisitez, por si "cuál prefiere usted", es sinónimo de hacer el ridículo.

“Ni siquiera sé cuál están poniendo”, dice Quijano resignada (en Ecuador solo hay dosis de Pfizer), a quien le urge que el proceso avance. “Los contagios están desatados y no he pisado las zonas rurales por miedo”, advierte en conversación telefónica con EL ESPAÑOL desde Portoviejo, en la costa. Quijano se dedica a trabajar con comunidades en el campo, las más olvidadas en el acceso a los medicamentos y también a las vacunas. A sus 60 años, no ha recibido ninguna llamada o mensaje para ser vacunada, pese a ser educadora y coordinadora de proyectos sociales. Esto ha dejado a sus comunidades desatendidas.

Un militar es vacunado en Quito (Ecuador), el pasado 15 de abril.

Un militar es vacunado en Quito (Ecuador), el pasado 15 de abril. EFE

En la provincia de Manabí, donde ella está, hay una incidencia de 1.741,8 casos por cada 100.000 habitantes. Por contra, los vacunados en el país, a fecha de 10 de abril, apenas alcanzan el 1,1% de una población de 17 millones. El propio Gobierno reconoció la ausencia de un plan de vacunación, lo cual ha provocado la dimisión de dos ministros de Sanidad en menos de un mes, el pasado marzo.

Desigualdad

La situación en Ecuador es extrapolable a decenas de países donde contemplan con asombro cómo, a mediados de abril, el 83% de las dosis mundiales de las vacunas contra la Covid se han aplicado en países ricos, mientras que apenas el 0,2% han llegado a los países más pobres. Los datos, de la Organización Mundial de la Salud (OMS) difundidos por la ONG Médicos Sin Fronteras, reflejan también que un país como Estados Unidos ha adquirido dosis para vacunar a más del doble de su población, mientras que en otros, entre ellos Ecuador, al ritmo actual no se llegará a vacunar a la población más vulnerable hasta finales de 2023.

Mientras el debate en el primer mundo es qué vacuna es mejor o cuál tiene riesgos, en los países del sur la preocupación está en si la vacuna -la que sea- llegará a tiempo antes de que la catástrofe, sanitaria y económica siga creciendo. Preguntar por la exquisitez, por si "cuál prefiere usted", es sinónimo de hacer el ridículo.

El caso de Sudáfrica es similar. Allí, la ugandesa Umunyana Rugege, que vive y trabaja en el país como activista para la igualdad al acceso a los medicamentos y las vacunas desde la plataforma Section 27, dice: “Con la situación actual, estarán antes vacunados los jóvenes sin riesgo en Europa que el personal sanitario en los países en vías de desarrollo”.

Sobre que la discusión en el primer mundo se haya centrado en torno a qué vacunas son mejores o peores, Rugege declara que en Sudáfrica solo tienen acceso a una sola vacuna, la de Janssen, ahora mismo en suspensión por las polémicas en torno a los efectos secundarios que ha generado en Estados Unidos y Europa.

El pasado 13 de abril, Estados Unidos suspendió la vacuna fabricada por Johnson & Johnson por seis casos de trombos entre siete millones de dosis administradas, lo cual ha provocado un efecto en cadena que ha llegado hasta Europa y a países como Sudáfrica, donde este vial era, hasta el momento su única esperanza.

Umunyana Rugege, residente en Sudáfrica y activista por la igualdad de acceso a los medicamentos.

Umunyana Rugege, residente en Sudáfrica y activista por la igualdad de acceso a los medicamentos. Cedida

“Si suspenden la vacuna Janssen por unos efectos secundarios que se ha demostrado que son mínimos nosotros nos quedamos sin una sola vacuna”, dice Rugege, en conversación telefónica con EL ESPAÑOL. “Es incomparable el riesgo de no tener vacuna al de los efectos secundarios”, añade Rugege, en referencia al contexto que atraviesa Sudáfrica. El país acumula hasta la fecha 1,56 millones de contagios y supera las 50.000 muertes, en una estadística que no es del todo fiable.

Rugege no tiene ninguna expectativa de ser vacunada, ni este año ni el siguiente. En Sudáfrica país apenas se ha comenzado a inocular las dosis al personal sanitario y no se prevé inyectar a la población mayor hasta mayo e incluso junio. El país africano está aún a la espera recibir dosis de Pfizer-BioNTech para arrancar con esta siguiente fase, en marcha desde hace meses en Europa y en Estados Unidos. “Nos encontramos con países que discuten qué vacuna quieren, mientras hay otros países que no podemos ni elegir o que directamente no tenemos ni una vacuna”, apunta la activista.

“La vida de miles de personas está en riesgo”, prosigue. “No solo por la prevención de la enfermedad en sí misma. Millones de personas, sobre todo, las que trabajan en la economía informal y que viven al día, se han quedado sin ingresos en más de un año que llevamos de pandemia. La economía se ha hundido y se han perdido millones de empleos. Pero no podemos abrir ni rebajar las restricciones porque no tenemos vacunas”, asegura Rugege.

A esto se suma otra variable: el riesgo de morir por Covid en estos países es incluso un asunto más grave, dado la preexistencia de otras enfermedades que no se pueden tratar con los medios necesarios, junto a las cuales, el virus puede ser una combinación letal.

Desconfianza

En Camboya, en la prefectura de Battambang, Phia Nim, de 36 años, nació en un campo de refugiados y, en la actualidad, es gerente de una cafetería y un restaurante que trabaja para la reinserción social de personas vulnerables. También trabaja como voluntaria en tres centros sociales en su ciudad, al interior del país. A ninguno de ellos ha llegado la vacuna, ni tiene visos de hacerlo hasta, como mínimo, dentro de dos años.

Phia ve con desconfianza las vacunas. En su país tan solo son accesibles los viales indio y chino, que por el momento, solo han sido administrados a los militares y a los burócratas. “Aquí los poderosos siempre van primero. Nosotros tenemos miedo a que nos vacunen, no tenemos tanta información como ustedes en Europa ni chequeos periódicos. Vamos un poco a ciegas”, asegura a EL ESPAÑOL.

Phia Nim, de 36 años, en una comunidad de la Prefectura de Battambang (Camboya).

Phia Nim, de 36 años, en una comunidad de la Prefectura de Battambang (Camboya). Cedida

La camboyana comprende la misma desconfianza que hay en Europa respecto a las vacunas de Janssen o AstraZeneca, pero reconoce, al mismo tiempo, su sorpresa, dada la modernidad del sistema sanitario aquí. “Allí es diferente, tienen varias vacunas y un sistema sanitario que les cubre. Aquí no tenemos ni idea de lo que nos ponen en el cuerpo”, apunta, en referencia a las únicas vacunas accesibles en su país.

Los datos

Mientras que en lugares como la Unión Europea se prevé la vacunación del 70% de la población para este verano, en un continente como África, la expectativa apenas alcanza el 3%. Los datos por países muestran abismos como que, en Estados Unidos o Israel, ya ha sido vacunada con dos dosis el 22,9% de la población y el 57,3%, respectivamente, cuando en Zimbabwe el porcentaje apenas es del 0,2%.

Para corregir la desigualdad en el acceso y el ritmo de vacunación, la OMS puso en marcha la iniciativa COVAX, que ha logrado enviar 39 millones de vacunas hasta la fecha a los países más necesitados, según los últimos datos de Our World in Data. Aún así, la carencia de estrategias, como el caso de Ecuador, o los problemas logísticos, impiden que gran parte de la población sea vacunada.

A día de hoy, Asia es el continente que más vacunas ha administrado con 384, seguido de Norteamérica con 219 millones y Europa con 165. África está en la cola con apenas 13 millones de dosis inyectadas.