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Ana, la camarera 'muerta' por la Covid en una calle de la ruta de las tapas de Granada: la foto viral

La Federación Provincial de Empresas de Hostelería y Turismo usará la instantánea en una campaña para denunciar la crisis del sector por la Covid.

6 noviembre, 2020 17:10

Este miércoles Ana salió ilusionada y con prisas del Restaurante Genil Río donde trabaja porque quería llegar pronto al bar de su padre, Fernando, para felicitarle por su 63 cumpleaños. Cuando esta veinteañera enfiló la calle Navas de Granada donde se ubica el negocio de su familia se le cayó el alma a los pies: esta arteria siempre caracterizada por el bullicioso trasiego de turistas y estudiantes universitarios que disfrutan del tapeo de la zona, presentaba un panorama fantasmagórico. No había gente y casi todos los negocios hosteleros tenían la persiana bajada. “Sentí mucha lástima: nunca había visto esta calle vacía”, expone Ana a EL ESPAÑOL sobre el motivo que la empujó a ser fotografiada, tirada en el suelo, vestida de camarera, escenificando la muerte de la hostelería por las restricciones impuestas al sector a causa del coronavirus.

“No sabía que la foto iba a tener tanta repercusión”, admite con humildad la joven. La imagen tomada por su hermano, Fernando, se ha viralizado después de que Ana la publicase en su cuenta personal de Facebook junto a un breve post que ha prendido la mecha de la indignación del sector hostelero granadino: “Esta es una de las calles más transitadas de toda nuestra provincia, donde casi todos los locales son bares y esa soy yo, camarera como muchos de mis compañeros y familia, viendo como nuestra forma de vivir se va muriendo poco a poco ante la pasividad de muchos”. Ese mensaje y la instantánea han sido compartidos más de 6.200 veces, y subiendo.

“Me han llamado muchos hosteleros para darme las gracias y para decirme que mi imagen les representa”. De hecho, el secretario general de la Federación Provincial de Empresas de Hostelería y Turismo de Granada, Antonio García, avanza a este diario que “vamos a utilizar la foto para una campaña en redes sociales para seguir denunciando la situación dramática que sufre el sector: la imagen de Ana tirada en el suelo es muy potente y escenifica la calle Navas tiesa”.

El post de Ana en Facebook.

El post de Ana en Facebook.

Desde la Federación Provincial de Empresas de Hostelería y Turismo alertan que desde el inicio de la pandemia de coronavirus ya han cerrado un 30% de los negocios de uno de los motores económicos de la ciudad de la Alhambra: sus bares, restaurantes, cafeterías, teterías... “Muchos de esos locales no sabemos si volverán a abrir”, asegura preocupado Antonio García. Otros están en peligro de colgar el cartel de CERRADO, como Casa Fernando, el negocio que el abuelo de Ana puso en marcha un lejano 1961. “He servido tapas desde que tengo uso de razón”, subraya orgullosa esta joven, de 26 años. “Mi abuelo Fernando lo inauguró como una cafetería y después mi padre lo convirtió en un bar”.

Antes de que el virus irrumpiese en España en marzo, en los cuarenta metros cuadrados de este pintoresco bar decorado con fotos antiguas de la ciudad nazarí y su Semana Santa, la gente se apretujaba en la barra para disfrutar de una caña bien fría, acompañada de algunas de las populares tapas de la casa: desde el remojón granadino —bacalao con aceite, cebolletas y aceitunas— al secreto a la plancha. “En Casa Fernando se fundó en los años ochenta la Hermandad de la Resurrección”, resalta Ana Olmos García sobre uno de los momentos que jalonan la historia de este negocio familiar por el que se han dejado ver conocidos artistas. “Una de ellas ha sido la monologuista Martita de Graná”, ejemplifica.

—¿Qué siente usted cada vez que pasa por la puerta de Casa Fernando?

—Este bar representa a mi familia: es la herencia de nuestros abuelos y nuestro medio de vida. Es un rinconcito muy especial, no solo para nosotros, sino también para los clientes porque es el segundo bar más antiguo de todos los que hay en la calle Navas de Granada.

Ana acabó la carrera de Magisterio de Educación Infantil en 2017 y evitó la cola del paro gracias a que empezó a trabajar detrás de la barra, junto a su padre, Fernando, su madre, Mari Carmen, y su hermano, Fernando. “Ahora ya no estoy en Casa Fernando porque no hay beneficios suficientes para llenar tantas bocas”, subraya esta veinteañera que por culpa de la Covid se vio obligada a buscar empleo de camarera fuera del negocio familiar. “Por suerte me contrataron en el Restaurante Genil Río”. Su hermano, Fernando, corrobora a este diario que en casa tuvieron que decidir quién mantenía el puesto en el bar de su padre por las apreturas que hay en la caja registradora: “El peor día no hemos ganado más de 30 euros, cuando antes como poco hacíamos 150”.

El niño friegaplatos

Fernando es la tercera generación de un negocio familiar en crisis, como tantos otros Granada a causa de la pandemia: “Después del confinamiento la facturación nos subió un poco en agosto, pero ahora con las nuevas restricciones que nos impusieron el 26 de octubre, los ingresos nos han bajado un 70%”. A diario, los hosteleros de Granada —para frenar la preocupante curva de contagios— están obligados a cerrar sus negocios a las 22:30 horas, el aforo de clientes lo tienen limitado y no está permitido consumir en la barra, solo en las mesas. “Esto nos afecta mucho a nosotros porque nuestro bar es pequeño y ahora solo podemos tener dentro a nueve personas y a doce en la terraza”. Unas cifras de clientela raquíticas si se tiene en cuenta que antaño, en la barra, el epicentro de la actividad de este local porque es su gran gancho, se agolpaban hasta 25 personas.

“Nosotros hemos evitado el cierre hasta ahora porque no tenemos que pagar alquiler: el local es nuestro en propiedad”, detalla este hostelero. “Mi abuelo Fernando empezó a trabajar con ocho años, se subía a una caja para fregar los platos de un bar de la calle Navas y justo enfrente estaba este local en el que invirtió todos sus ahorros para abrir Casa Fernando en 1961”. Esta familia granadina está dispuesta a todo para defender la viabilidad del negocio familiar y han decidido eliminar el día de descanso para buscar más ingresos abriendo de lunes a domingo. “En la calle Navas hay más de veinte bares, ya solo hay abiertos ocho, los demás están en ERTE o de cierre temporal”, detalla Fernando para justificar la decisión que han adoptado sus padres para trabajar todos los días del mes.

Ruta de tapas por Granada en la era pre-Covid.

Ruta de tapas por Granada en la era pre-Covid. E.E.

El pasado miércoles solo tenían a seis clientes en el bar. “Era el cumpleaños de mi padre, Fernando, y fue la celebración más atípica que ha tenido”. No estaba la cosa para bromear con la clientela ni para invitar a una ronda. “Mi hermana Ana, al ver la calle Navas así de vacía, se le ocurrió que la fotografiase tirada de camarera en el suelo para denunciar lo que estamos sufriendo en la hostelería y la verdad es que la foto lo refleja bien”, concluye Fernando junior, a la sazón autor de la instantánea que se ha viralizado. “Nunca he visto esta calle sin gente”, admite apesadumbrado porque esta vía siempre está en ebullición por su cercanía al Ayuntamiento y a la Plaza del Carmen.

¡Que venga Merkel a España!

El secretario general de la Federación Provincial de Empresas de Hostelería y Turismo de Granada, Antonio García, anuncia que próximamente el sector llevará a cabo nuevas movilizaciones en las calles para denunciar “la trágica” situación económica de los bares, restaurantes, cafeterías y teterías que dan empleo a miles de familias de la ciudad nazarí. “Los hosteleros están totalmente abandonados por parte de la administraciones”. Y el horizonte pinta muy mal porque la tasa de contagios de la provincia granadina es la peor del país, según los datos del Instituto de Salud Carlos III, en los últimos 14 días asciende a 1.204 casos por cada 100.000 habitantes y la media en España se sitúa en 446.

—Antonio, ¿qué necesita el sector hostelero para sobrevivir a la crisis económica de la COVID?

—No entendemos cómo el Gobierno central no está asumiendo el 100% del coste de cada ERTE, no entendemos que la Junta de Andalucía no haya sacado ayudas para afrontar el coste de los alquileres de los locales y no entendemos cómo el Ayuntamiento de Granada ha notificado el impuesto de actividades económicas para abonarlo antes del 20 de diciembre, en vez de exonerar su pago o plantear un fraccionamiento con la incertidumbre que hay de cara a la próxima campaña de Navidad. ¡Hay que hacer lo que se pueda para que venga Ángela Merkel a España a ayudarnos!