Miguel mató a su hijo y dejó herida a su hija antes de suicidarse.

Miguel mató a su hijo y dejó herida a su hija antes de suicidarse.

Reportajes

El parricida Miguel "escuchaba voces": lo que ocurrió la noche en la que asesinó a su hijo

Después de atacar a los niños le dijo a su esposa: "He hecho lo que tenía que hacer y ya está".

18 agosto, 2020 02:48
Murcia

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No hubo forecejeo entre víctimas y agresor. Tampoco estaba desordenada la habitación de los pequeños Miguel (12 años) y Ainhoa (10 años). Tan solo había sangre en sus camas. Mucha. Demasiada. Miguel no le tocó ni un pelo a su mujer, María, se limitó a abandonar su apartamento, situado en la primera planta del Edificio Costamar, subió a la azotea y se lanzó al vacío para asegurarse de que no sobreviviría al ataque que acababa de perpetrar contra sus hijos empleando un cuchillo. “No hay antecendentes de discusiones ni de que fuese un hombre violento, es todo muy raro y directo, una persona cabreada no habría actuado con esa limpieza, eso da a entender que no fue premeditado, por eso se baraja como principal hipótesis que él sufría problemas mentales y actúo de un momento para otro”, tal y como aseguran a EL ESPAÑOL fuentes próximas a la investigación del parricidio ocurrido la madrugada del domingo en La Ribera de Cabanes.

“El padre de los niños podría padecer problemas mentales, pero a fecha de hoy se desconoce si estaba diagnosticado y no tomaba la medicación ni seguía tratamiento, o si por el contrario, no estaba diagnosticado porque no acudió a un centro médico”. La Guardia Civil de Castellón trabaja a destajo para esclarecer qué empujo a Miguel -un hombre al que definen como un padre protector- a arrebatar con semejante crueldad y violencia la vida de su hijo mayor y dejar al borde de la muerte a su hija pequeña. De momento, las pesquisas desarrolladas por la Unidad Orgánica de la Policía Judicial apuntan a que la salud mental del cabeza de familia pudo ser el desencadenante del parricido que tuvo como escenario este idílico residencial próximo a la playa castellonense de Torre de la Sal.

“Algún vecino ha comentado que últimamente este hombre había dicho que escuchaba voces”, insisten a este diario las mencionadas fuentes sobre la hipótesis de que Miguel supuestamente tenía alteradas sus facultades mentales. A esta tesis que manejan los investigadores se suma otro dato no menos relevante y que aportó la propia madre de los niños -María-: “La esposa dice que su marido no toma medicación, que no tenía nada detectado, pero que andaba unos días rarillo”. Todo ello deja en un segundo plano la idea de que el padre de los menores actuase para hacer daño a su esposa en el marco de un caso de violencia de género.

Agentes de la Guardia Civil acceden a la vivienda donde tuvieron lugar los hechos, este domingo.

Agentes de la Guardia Civil acceden a la vivienda donde tuvieron lugar los hechos, este domingo. EFE

La información recabada por los guardias civiles les ha permitido reconstruir las horas previas al parricidio y no existe constancia de que en el seno del matrimonio se produjera ningún conflicto familiar que desencadenase este terrible ataque de Miguel contra sus pequeños de los que siempre estaba pendiente cuando veraneaban en el Edificio Costamar. “Los dos niños estuvieron jugando la noche del sábado en la urbanización”. Como en los últimos veranos, tanto Miguel como Ainhoa, mantuvieron la rutina de bañarse en la piscina de la urbanización para después ir al encuentro de sus respectivas pandillas de amigos justo al término de la cena.

Los menores estuvieron por las zonas comunes sin dar signos de preocupación. Prueba de ello es que apuraron los juegos hasta pasada la medianoche del sábado al domingo mientras que su padre a esa hora se fumaba un pitillo en la ventana y la madre aguardaba a que los pequeños regresaran de la calle. “La última en subir al apartamento fue Ainhoa”. El primero en irse a dormir fue Miguel, de 12 años, y después la madre, María, que antes de marcharse a la habitación conyugal le encargó a su marido que llevase a la cama a la cría. A lo largo de la velada no se escuchó ni una palabra más alta que otra en el piso propiedad de los padres del cabeza de familia. Precisamente, Miguel fue el último en retirarse a descansar para dar por finiquitado otro día de vacaciones.

Tres de la madrugada

“El padre se despertó entre las 3 horas y las 3.30 horas de la madrugada del domingo y fue directo a la habitación a por los hijos. Todos dormían profundamente”. Miguel portaba un cuchillo de cocina con la clara intención de arrebatarles la vida a sus pequeños porque supuestamente les apuñaló con saña, tal y como resumen a este diario fuentes próximas a la investigación de la Guardia Civil: “El niño, de 12 años, prácticamente murió en el acto porque recibió varias puñaladas y una de ellas le tocó el corazón. La niña, de 10 años, también recibió varias puñaladas y una de ellas le alcanzó el tórax”.

Los gritos del hijo mayor del matrimonio provocaron que la madre se despertase sobresaltada. María salió de su habitación para toparse con un panorama sobrecogedor y a su supuesto autor: su esposo, Miguel. “A la mujer le dijo: ‘He hecho lo que tenía que hacer y ya está’”, detalla otra fuente próxima a los investigadores. “La madre auxilió en un principio a su hija fuera del dormitorio”. Minutos después llegaron dos ambulancias del SAMU para estabilizar a la chiquilla y trasladarla de urgencia al Hospital General de Castellón. También llegaron al apartamento varios agentes del Instituto Armado que encontraron el arma empleada en el doble apuñalamiento: un cuchillo de cocina, de unos 18 centímetros de hoja, que se encontraba sobre la encimera de la cocina.

Sin violencia de género

“Es una escena limpia que evidencia que no hubo forcejeo entre el agresor y las víctimas porque solo había sangre en la cama de los niños y no había nada revuelto. Todo transcurrió en la habitación. Primero mató al chiquillo y después fue a por la niña, luego se subió a la azotea para tirarse al vacío”.

El cabeza de familia tomó impulso para saltar desde un séptimo piso impactando mortalmente contra el asfalto, en las inmediaciones de una fila de coches que estaban estacionados justo al lado de la terraza del apartamento en el que Miguel había vivido nueve veranos felices junto a su esposa y sus dos tesoros. “El padre no tiene antecedentes ni hay denuncias previas contra él ni por violencia de género contra su mujer ni por violencia en el ámbito familiar contra sus hijos: como sucedió todo, mi percepción personal es que sufrió un brote psicótico”, reflexiona un guardia civil.

Los investigadores de la Guardia Civil desplegaron un biombo para que los vecinos no pudiesen ver el cuerpo sin vida del padre

Los investigadores de la Guardia Civil desplegaron un biombo para que los vecinos no pudiesen ver el cuerpo sin vida del padre

De momento no se contempla la violencia de género como móvil de este terrible parricido que se cobró la vida de Miguel, de 12 años, y dejó en estado grave a Ainhoa, de 10 años, que todavía sigue ingresada en el Hospital General de Castellón. “No hay constancia de discusiones durante las vacaciones, ni en esa noche, ni en días anteriores, ni problemas previos de convivencia: todo el mundo habla de ellos como un matrimonio modélico”.

Barrio de Perales del Río 

La pareja residía en la ciudad madrileña de Getafe y desde el Ayuntamiento getafense corroboran a EL ESPAÑOL que no existen expedientes en el área de Servicios Sociales o en el área de Mujer que puedan apuntar a la existencia de algún problema previo en el matrimonio ni en los menores. “Los niños estaban escolarizados en Getafe y la familia residía en el Barrio de Perales del Río que es el que está más alejado del casco urbano”, apuntan desde el Consistorio insistiendo en que se trataba de una unidad familiar que tenía impoluta su ‘hoja de servicio’ para la Administración pública.

Miguel, de 40 años, y su mujer, María, de 39 años, un verano más hicieron la maleta a finales de julio para dejar atrás el calor de la capital para disfrutar de unos días de vacaciones en el Edificio Costamar de La Ribera de Cabanes. La única salvedad es que este año, el cabeza de familia, un hombre trabajador, que antaño estuvo empleado en una fábrica de puros, se encontraba en situación de desempleo: otro dato que no ha pasado de largo para los investigadores de la Guardia Civil.

Minuto de silencio

El caso del doble apuñalamiento de los niños a manos de su padre y su posterior suicidio ha conmocionado a los vecinos de Getafe. La regidora getafense, Sara Hernández, ha subrayado que el Ayuntamiento trabaja para ofrecer asistencia psicológica a la familia y le ha mandado todo su apoyo: “Un abrazo enorme en estos momentos tan difíciles para sus allegados”. Entretanto, en el Ayuntamiento de Cabanes han celebrado este lunes un minuto de silencio en la Tenencia de Alcaldía de La Ribera de Cabanes: la pedanía donde cada año veraneaba el matrimonio con sus hijos.

Minuto de silencio celebrado este lunes frente a las dependencias de la Tenencia de Alcaldía de La Ribera de Cabanes.

Minuto de silencio celebrado este lunes frente a las dependencias de la Tenencia de Alcaldía de La Ribera de Cabanes.

“Desde el Ayuntamiento y la Consellería se prestará atención psicológica a todas las personas que lo soliciten”, ha indicado la teniente de alcalde de Cabanes, María Lidón Morralla. Durante el acto convocado para mostrar la repulsa al parricidio, la edil también resaltó que la Corporación municipal brinda “todo su apoyo a la madre y la familia de los dos menores”. Entre las autoridades asistentes se encontraban el senador de Compromís, Carles Mulet, el secretario comarcal de la Plana Alta del PSOE, Joan Morales, y la subdelegada del Gobierno en Castellón, Soledad Ten, que admitió que la provincia “está consternada” por la muerte de Miguel -de 12 años- cuando tenía toda una vida por delante.

La subdelegada del Gobierno deseó una pronta recuperación a la pequeña Ainhoa para que abandone el Hospital General de Castellón: “Aparte de las heridas físicas también le pueden quedar secuelas psicológicas”. Ten defendió que desde la Administración local, autonómica y estatal “hay que hacer mucha pedagogía para proteger a las familias porque son el núcleo más importante de la sociedad y hay que cuidar de la infancia”.

Niños afectados 

El parricidio ha causado secuelas a algunos hijos de las familias que tienen pisos en propiedad en el residencial Costamar. “Los niños que eran amigos de los hijos de este matrimonio han quedado muy tocados por lo sucedido”, según ha lamentado la presidenta de la Asociación de Vecinos PAI Torre de la Sal, María Dolores Melero. “Pedimos apoyo porque nos encontramos afligidos: se trata de un hecho muy trágico en el seno de una comunidad de 600 familias de propietarios de Valencia, Castellón, Andalucía, Asturias, Madrid, Navarra o País Vasco, que cada año vienen a veranear tranquilamente a La Ribera de Cabanes y todo esto es muy duro porque hay menores afectados”.

Entre los propietarios, un amigo del parricida accedía a atender a este diario sin ser capaz de dar una explicación a lo sucedido: “Miguel era una persona familiar y cariñosa”.