Valeria seguirá todas las sesiones del juicio en Santiago.

Valeria seguirá todas las sesiones del juicio en Santiago.

Reportajes

Las 10 horas de Valeria Quer frente a 'El Chicle': acabó desmayada y llamó "alcohólica" a su madre

Así fueron las tres sesiones del juicio al asesino de su hermana a las que asistió la joven a lo largo de esta semana.

16 noviembre, 2019 02:49
Santiago de Compostela

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Los ojos verdes de Valeria Quer traspasan el aire como dos dardos cuando se queda parada delante del asesino de su hermana. 15 segundos con la mirada erguida y la cabeza alta. Sucede al finalizar la sesión del jueves. La joven se levanta de su asiento, junto al pasillo central, en la segunda de las filas del público, y se adelanta un par de pasos casi a la altura de la silla de los testigos, con el anorak en la mano, para observar cara a cara a José Enrique Abuín. 'El Chicle' no levanta la cabeza. Continúa hablando con la procuradora de su defensa, sin querer cruzar la mirada con la hermana pequeña de Diana Quer. Juan Carlos, el padre, sentado al lado de su hija, se percata al instante de lo que ocurre, y se levanta, rápido pero sosegado, para sacar de la sala a su hija.

No dijo nada. Simplemente aguantó inmóvil, y clavó su mirada en el asesino confeso hasta que su padre se interpuso y se la llevó suavemente de allí. Detrás, con una enorme mochila negra a la espalda, camina Blanca Estrella, presidenta de la Asociación Clara Campoamor, que llegó el lunes con la familia para prestarle apoyo durante estas dos semanas en las que se alargará el juicio contra Abuín.

Ha sido una semana intensa en los juzgados de Santiago de Compostela. El dolor lo inundó todo en el llamado salón de bodas este viernes, cuando se reconstruyó el momento en que el cuerpo de Diana fue extraído del pozo 497 días después. Valeria no vio las imágenes, ni nadie del público, pero no lo pudo soportar.

"El Chicle acechaba a menores de edad a la puerta del instituto"

Durante cuatro días han pasado buena parte de los testigos que ayudarán a determinar lo que ocurrió en la madrugada del 22 de agosto de 2016. El jurado podrá, gracias a sus testimonios, juzgar el horror acaecido aquella noche, en los distintos escenarios en los que tuvo lugar el asesinato de la joven Diana Quer, el modo en que 'El Chicle' acabó con su vida, si la violó antes de matarla, dónde y cómo asesinó a una niña cuyo único pecado fue volver a casa sola. Una de sus amigas, la última que la vio, resumió con cinco palabras lo que le sucedió a Diana, que es lo mismo por lo que tienen que pasar centenares de mujeres todos los días en el mundo: "Es lo que nos toca".

"Hay que estar siempre fuerte no queda otra, hay días que vendré y otros que no, pero aquí hay que hacer justicia con fuerza y con la cabeza alta". Valeria llegó a Santiago con su padre el lunes por la tarde. Con esa frase, pronunciada tras las gafas de sol que cubrían su rostro, dejaba claro por qué quería presenciar un relato tan terrible como el que se está escuchando estos días de lluvia gélida en los juzgados de Santiago de Compostela.

Tres de los cuatro días de la semana pasada Valeria accedió a la sala del juicio. Observó durante un total de once horas al criminal confeso, escondido, casi todo el rato, tras la pantalla de ordenador que tenía delante sobre la mesa. EL ESPAÑOL , tras la primera parte del juicio, reconstruye la semana de Valeria haciendo frente a El Chicle para defender la memoria de su hermana.

Primer día: interrogatorio al monstruo

Abuín no se movió ni un ápice en toda la jornada. Ni siquiera cuando la madre, Diana López-Pinel, se enfrentó a Abuín hasta en dos ocasiones. La primera durante su declaración, entre lágrimas amargas, como testigo.

-¿Era una chica fuerte?

-Siempre fue muy frágil, nació muy prematura...

En medio del silencio, tras la pregunta de la fiscal, Diana se giró en ese instante hacia la izquierda, donde estaban sentadas las partes, y también el asesino confeso, para mirarle, y dirigirse directamente hacia 'El Chicle'.

-Lo sabrá su asesino, digo yo. ¿Verdad, 'chiquilín'?.

Valeria este viernes antes de la sesión del juicio.

Valeria este viernes antes de la sesión del juicio. EL ESPAÑOL

El juez la reprendió, comprensivo pero recto, y Diana remató su declaración poco después. Regresó a su lugar, en la parte izquierda de las sillas instaladas para el público, y al término de la sesión se levantó y le exigió al asesino de su hija que le prestase atención: "Mírame, mírame a la cara", le dijo, y Abuín la miró con esos ojos hundidos y achinados. Con la mirada perdida en la nada, con las esposas puestas. Los dos policías que le custodiaban se levantaron e impidieron acercarse a la madre de la joven asesinada en el verano de 2016.

Valeria no estaba. Se quedó por la mañana en el hotel, y por la tarde en Santiago, sin acercarse a los juzgados para escuchar las palabras del asesino. No fue hasta el día siguiente cuando apareció por primera vez.

Segunda sesión: todas las víctimas de 'El Chicle'

Valeria llega poco después de las 9.30 de la mañana junto a su padre en una mañana en la que el cielo parece despejado. Luce gafas de sol, un anorak negro, un jersey morado oscuro y una bufanda beige. Es entonces cuando se dirige por primera vez a los medios y asegura que está allí por su hermana.

La joven se sienta con las piernas cruzadas en la segunda fila del público. A su izquierda, su padre. A la derecha, Blanca Estrella, y algo más allá, otra mujer que también ha sufrido lo indecible todo este tiempo, Eli, la madre de la joven a la que 'El Chicle' intentó secuestrar en Boiro. Estuvo todos los días excepto el viernes, escuchando impasible el historial delictivo del hombre que estuvo a punto de raptar a su hija.

Llega el momento en que declara Somoza, el mejor amigo de Abuín, y se pone a relatar con pelos y señales las pulsiones sexuales de su compañero cuando no estaba en su casa. Valeria se tapa la cara con ambas manos y rompe a llorar. Son las doce y media de la mañana del miércoles. Somoza detalla punto por punto, a las preguntas de la fiscal, las correrías sexuales de él y su compinche. Juan Carlos Quer le pasa la mano por encima del hombro a Valeria y la abraza contra sí. Ella rompe a llorar contra su pecho. Era el momento en que la abogada de El Chicle solicitaba que se visualizase en las pantallas de la televisión las imágenes del interior de la nave industrial de Asados.

-¿Les decía rubia, morena...?

-Sí, morena, dijo Somoza.

Sobresaltada, Valeria reacciona a la palabra con un respingo y coge rápidamente la mano de su padre. Lleva un jersey de color morado y el abrigo entre las manos. Juan Carlos le presta su apoyo, y le pregunta, en la segunda fila si se quiere salir de la sala. Valeria llora en silencio, ahogando los sollozos, escondiendo las lágrimas en la bufanda beige que lleva anudada al cuello, y le dice a su padre que no con el dedo. Que no quiere salir. Que quiere estar ahí para defender el legado de su hermana. Y que quiere escucharlo todo.

Valeria, ante los medios en la sesión del miércoles.

Valeria, ante los medios en la sesión del miércoles. Efe

La joven pide calma con ambas manos. En una de ellas sostiene un pañuelo con el que se seca las lágrimas. En la otra, una botella que contiene un refresco azucarado. Blanca Estrella, a su izquierda, la cobija y le pasa también el brazo, preguntándole si quiere salir de allí. Ella dice que no, que prefiere continuar.

Pantín, el magistrado, se muestra en todas las sesiones comprensivo con el dolor de la familia, y permite a Valeria salir cuanto necesite y en el momento que lo necesite. Se lo sugiere un par de horas antes, durante el relato de la mujer de 'El Chicle' y de su gemela, Vanesa, a la que presuntamente violó. Valeria ahí se levanta, cruza por entre los asientos de la segunda fila, mientras alguna de las cronistas le ayuda a abandonar la sala. Con ella sale Blanca Estrella, presidenta de la Asociación Clara Campoamor, que pasa la semana entera prestando su apoyo a la familia, acompañándoles en todas las sesiones para lo que necesiten. Y aquí Valeria lo que necesita es recobrar el aliento.

Ya fuera, envuelta en el aire gélido de la mañana de otoño en Santiago, Valeria libera el llanto, se apoya contra una de las columnas de la entrada y se enciende un cigarrillo junto a esa mujer fuerte pero menuda que ha salido con ella para prestarle su apoyo. Fuma ya algo más pausada agachada apoyándose en una de las paredes de los juzgados, y a su lado Blanca Estrella.

-Si no se encuentra bien, que salga, mejor.

Aún después logrará recomponerse, volver a entrar a la sala y escuchar el resto de testimonios. A las dos y media de la tarde todo termina, no sin antes lanzarle una mirada furibunda a 'El Chicle', que él no advierte. O que no quiere llegar a advertir.

Valeria celebra el testimonio de las dos jóvenes de Boiro a las que Abuín trató de subir a su coche.  Cuando acaba la sesión, sale detrás de ellas y todas se funden en un abrazo, aunque todavía no se conocen.

Tercera sesión: la noche del rapto

Valeria llega algo más relajada a esta sesión, y la sobrelleva algo mejor. Sentada de nuevo en la segunda fila a la derecha, escucha a los feriantes relatar cómo ninguno de ellos notó la falta de combustible en sus vehículos. El primero de ellos, desmadejado y delgado, ya había aparecido en televisión como el único testigo que había escuchado una discusión de pareja en el lugar de los hechos, lo que se interpretó como que era Abuín en el momento del rapto a Diana. 

Pero en la sala no se acordaba de nada de eso. Valeria le escuchaba encogida, con las piernas cruzadas, sosteniendo una botella de agua, y cuando terminó este hombre de prestar su testimonio abandonó la sala indignada al exterior.

El día siguió con normalidad, e incluso llegó a departir con tranquilidad a las dos de la tarde, al final, con algunos periodistas. Después se fue con su padre y con Blanca Estrella a comer. Los tres disfrutaron de unas sabrosas zamburiñas en la casa de comidas O Dezaseis. 

Cuarta sesión: el horror de la nave de Asados

Valeria llega con su padre a los juzgados de Santiago.

Valeria llega con su padre a los juzgados de Santiago. Efe

El dolor estaba tan presente en la sala que casi se puede oler, sentir e incluso tocar. Los cronistas lo recuerdan horas después. También el procurador de una de las partes: "Nos dejaron sin palabras. Hoy llegaron los profesionales. Fue impresionante. La mañana fue muy dura para todos, menos para 'El Chicle' que ni se inmuta", dice a EL ESPAÑOL.

La del viernes es la jornada más complicada de todas por la sensibilidad de los relatos que se revelan ante el jurado. Se produce en la sala un viaje a través del tiempo a la madrugada del 31 de diciembre de 2017, a la nave de los horrores de Asados, donde Abuín bajó con los agentes al sótano y señaló el pozo en el que estaba el cuerpo. Marley, el perro de búsqueda de los agentes, lo marcó poco después. Lo más suave que el jurado pudo advertir a lo largo de la mañana fue el vídeo del perro de la Guardia Civil olfateando, en un sótano oscuro y mugriento, la piedra corrediza que cubría el acceso al lugar en el que se hallaba la víctima.

Casi al mismo tiempo Diana López-Pinel, la madre de Valeria, ex mujer de Juan Carlos Quer, ofrece una entrevista en el programa Espejo Público. En ella critica, indignada, que su hija esté presenciando en el interior de la sala testimonios de tal dureza, los de los especialistas que rescataron el cadáver de Diana del agua que fue su tumba durante prácticamente un año y medio, cuando 'El Chicle' la sepultó allí. 

Varios de los investigadores, también tres buzos que estuvieron en aquel lugar y una buceadora (que realizó un simulacro para saber con certeza el modo en que el cuerpo de Diana permaneció dentro del agua) narran el viernes imágenes e historias que nunca podrán olvidar. Ambos ponen en evidencia lo antinatural que era la postura en que encontraron el cadáver. Aquello solo podía significar, dicen, que la joven madrileña de 18 años había sido sometido a una tremenda presión, a algo terrible, antes de que su aliento se extinguiese para siempre.

El Chicle, en su declaración durante el juicio.

El Chicle, en su declaración durante el juicio.

Poco después, se produjo una advertencia del juez Ángel Pantín antes de exhibir las imágenes al jurado del momento de la extracción del cadáver del pozo, así como de la cámara subacuática: 

-Les aviso de que las imágenes que van a ver son muy duras, giren las pantallas, para que no las vea el público, solo ustedes.

A las 13:04 hablan los dos buzos que sacaron el cuerpo. La descripción y los detalles de lo que vieron en el pozo provocan auténtico pavor en la sala. La cabeza del cadáver se desmembró a media subida, y uno de los buzos tuvo que descender a recuperarla. Valeria y Juan Carlos se revuelven en sus asientos. La joven no puede soportarlo más, y abandona la sala desencajada y rota, ante la avalancha de detalles, a la mitad del testimonio.

Nadie en la sala puede ver las imágenes de la extracción del cuerpo desmembrado de Diana, excepto las partes y el jurado. Hay un silencio de varios minutos. Emiten el vídeo sin el sonido. Aún así, el silencio espectral recorre la sala como un escalofrío. Uno de los miembros del jurado frunce el ceño. La respiración de varios de ellos, profunda y agitada, se deja sentir en el público. Otro aparta la mirada.

Sale destrozada. Su padre la acompaña al exterior, y Valeria rompe a llorar desconsolada. Ya fuera sufre un ataque de ansiedad, y se la tiene que llevar la ambulancia para que la joven pueda reponerse. Según fuentes cercanas a la familia confirman a EL ESPAÑOL, a las tres de la tarde había logrado reponerse y se encontraba ya con su progenitor.

Horas después, se entera de lo que ha dicho su madre en el programa de televisión, y cuelga un texto en su perfil de instagram: "Mi madre es alcohólica desde que tengo 12 años, me pegaba palizas y se ha desentendido completamente de mí durante meses".

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Se trata del momento más duro de la semana. Juan Carlos regresa a la sala a las 13.08, cuatro minutos después. El Chicle no detienen ni un momento sus ojos en la pantalla que tiene delante. No quiere ver lo que hizo. Valeria cuelga después en instagram un mensaje. La joven está devastada. Arrasada por el dolor. "Es una imagen difícil de olvidar", reconoce, en un susurro, uno de los buceadores. Incluso a los cronistas y el público, que no estaban visualizando la prueba gráfica, se les revuelve el estómago.

El relato de los buzos desmontó lo que Abuín dijo el primer día en su interrogatorio: que la introdujo agarrándola por las piernas y dejándola caer en el pozo. Era todo mentira. Los expertos de la Guardia Civil dijeron que Abuín había tenido que ejercer una fuerza enorme con las manos sobre sus piernas. La rigidez de sus extremidades inferiores, en tensión tras la muerte, provocaron que tuviera que hacer un sobreesfuerzo, de forma que cayó de cabeza, en una postura absolutamente anti natural.

Valeria tuvo que escuchar que la postura del cuerpo de su hermana evidenciaba "que el cadáver se había quedado rígido antes de morir. Muchos cuerpos se quedan con esa rigidez por el pánico. He visto muchos cuerpos con rigidez por el pánico, dijo uno de ellos Manuel Ángel Ruiz. Ninguno de los dos, en toda su carrera, había visto un cuerpo en esa postura, con las piernas flexionadas hacia adentro y en uve, boca abajo en el pozo.

-"Solo quien ha sufrido un episodio terrible de absoluto terror al morir -dijo el buzo- presenta la rigidez que presentaba el cuerpo de Diana tras pasar tantos días sumergido en agua".