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    El 7 de noviembre de 1938, la aviación republicana bombardea Cabra (Córdoba) y deja más de cien muertos

    Eran poco más de las 7 de la mañana cuando las bombas comenzaron a caer sobre una localidad cordobesa en manos de las tropas sublevadas. Murieron 109 personas y hubo más de 200 heridos. En la imagen, el mercado de abastos municipal, epicentro del ataque.

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    En ese momento, aunque el frente estaba en El Ebro, se sucedían los bombardeos en localidades próximas a Cabra

    El 25 de octubre, dos semanas antes, hubo 43 muertos en Aguilar de la Frontera, una población cercana. Sin embargo, en Cabra se vivía con tranquilidad hasta que el bombardeo alcanzó medio pueblo. En la imagen, la calle Muñiz del municipio tras el ataque.

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    Los autores fueron tres aviones Tupolev SB-2 de fabricación soviética, pilotados por militares republicanos

    Aquel día la aviación del Gobierno de la II República bombardeó el centro de la localidad, que en 1938 contaba con 20.000 habitantes. Se dijo que los pilotos republicanos confundieron las lonas que cubrían los puestos de los comerciantes con un campamento militar de una unidad italiana que daba apoyo a Franco.

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    Las bombas impactaron sobre la plaza de abastos de Cabra y su barrio de la Villa. Fueron una veintena

    El proyectil de mayor peso, de 200 kilos, cayó donde los vendedores estaban haciendo negocio. Nada quedó en pie, como la casilla del control de circulación que se muestra en la imagen.

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    Tiempo después se acuñó aquel episodio con el nombre del ‘Guernica de la [cordillera] subbética’

    Aunque no hay cifras exactas de los fallecidos en Guernica (Vizcaya), el estudio más riguroso realizado hasta el momento estima que en abril de 1937 murieron allí 126 personas a manos de la aviación italiana y alemana. 

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    El bombardeo es un momento de la guerra prácticamente olvidado, pese al número de víctimas, todas civiles

    Así quedó el cuartel de prisioneros, donde murieron 12 soldados y prisioneros dos heridos.

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    Los vecinos miraban el desescombro para tratar de identificar cadáveres

    En Cabra también murieron más de un centenar de personas pero Picasso no pintó ninguna obra. Sí lo hizo del de la artista alicantina Maryla Dabrowska, mucho menos conocida, en un cuadro de similar tamaño, 8 metros de ancho por 3,5 de alto. Lo tituló Guerra y Paz. Quiso que fuera una imagen para “la reconciliación”.

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    La Guerra Civil acabó en abril de 1939, seis meses después del ataque republicano sobre Cabra

    Franco, que salió vencedor, instauró una dictadura durante casi cuatro décadas. En 1957, 19 años después de aquel trágico suceso, en la localidad cordobesa nació una niña a la que pusieron Carmen Calvo. 

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    El pueblo quedó desolado, con mujeres y hombres llorando por las calles entre las pérdidas

    Carmen Calvo suele contar que su madre le decía que la mañana del 7 de noviembre de 1938 “los regueros de sangre corrían por la calle”, “la gente gritaba e iba de un lado para otro” y que “habilitaron una casa de enfrente de la plaza adonde llevaban los muertos y heridos”.

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    Entre los fallecidos se contaron numerosas mujeres y niños. La última muerte se produjo el 28 de diciembre de ese año

    Aunque aún era temprano aquel día, la plaza estaba concurrida. Los comerciantes ya habían instalado sus puestos. Algunas amas de casa acompañadas de sus hijos recorrían el mercado haciendo las primeras compras del día.

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    Madre, hijas, nietas... todo el pueblo sufrió pérdidas, humanas y físicas

    “El bombardeo republicano sobre Cabra siempre se ha querido vender como un error, pero de error no tuvo nada", afirma  Antonio Arrabal Maíz, profesor de Latín y autor del libro El bombardeo de Cabra. El Guernica de la subbética (Editorial Sarriá, 2012). 

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    Cabra disponía de una significativa dotación antiárea, pero no reaccionaron con la suficiente rapidez y no pudieron dificultar el ataque

    En la imagen, un niño saliendo de una de las casas destruidas con algunas ropas salvadas.

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    La bomba del mercado fue la más potente: mató en el acto a 36 personas, más otras 14 posteriores a consecuencia de las heridas

    Una imagen de la calle Merino de Cabra, con las casas destruidas por el ataque aéreo.

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    El bombardeo, militarmente inútil y con gran número de bajas civiles, fue aprovechado por la propaganda de los sublevados

    Así quedó la calle Muñiz, con escombros de las casas destruidas por el bombardeo.

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    Entre los muertos, pertenecientes todos a población civil, se hallaban mujeres y niños

    Uno de los 109 fallecidos el 7 de noviembre de 1938 por las bombas de la República se llamaba Rafael Castro Arroyo. Era vendedor de “chacinas y carnes”, explica este lunes en Cabra su hijo Francisco, que hoy es un anciano de 86 años que dice recordar aquel bombardeo “como si fuera ayer”.

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    El ir y venir de la población aterrorizada a los hospitales quedó recogido en el Noticiario Documental (NO-DO)

    "Yo era un niño de seis años y mi madre me mandó al monte con otra familia junto a mis tres hermanos. Nos resguardamos en lo alto de una atalaya por si los aviones volvían a tirar bombas sobre el pueblo", cuenta el hijo de Rafael Castro en un bar justo al lado del Ayuntamiento de Cabra.

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    En la imagen, vecinos del pueblo observando los numerosos edificios que se destruyeron a causa del bombardeo

    “Recuerdo el día del bombardeo como algo muy triste. La gente corría con miedo. No sabíamos lo que pasaba, aunque todo el mundo entendía que era por la guerra. A los vecinos de Cabra nos pilló por sorpresa porque hasta esa fecha aquí no había caído ni una sola bomba. Aquel día solo murieron inocentes”.

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    El parte de guerra del 9 de noviembre de 1938 recogía la versión sublevada de los sucesos

    Durante años, en el colegio San José de Cabra, gestionado por las Escolapias, una cruz junto a dos lápidas recordó a los 109 muertos en noviembre de 1938, aunque sólo aparecían los nombres de 73 fallecidos. 

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    El bombardeo fue tachado como "cobarde" e "inhumano" por parte de los sublevados

    En 2003, el PA, con el apoyo del PP y del PSOE, retiró las lápidas y la cruz y las instaló en el cementerio del pueblo, aunque de allí se han retirado también por su mal estado de conservación. Tras el bombardeo, en el camposanto de Cabra se enterró en una fosa común a más de 50 de los fallecidos.

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    También aseguró "no dejar sin sanción ni debida respuesta crímenes de esta naturaleza"

    “No se le ha incluido en el mapa de fosas comunes de la ley de Memoria Histórica. Se ve que no son muertos con pedigrí”, explica en conversación telefónica Antonio Arrabal Maíz, profesor de Latín y autor del libro El bombardeo de Cabra. El Guernica de la subbética (Editorial Sarriá, 2012). 

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    La masacre cogió a muchas amas de casa haciendo la compra y a los vendedores, la mayoría hortelanos, poniendo los puestos.

    “El bombardeo republicano sobre Cabra siempre se ha querido vender como un error, pero de error no tuvo nada. Hay constancia de tres reconocimientos aéreos en los seis días anteriores al 7 de noviembre", cuenta el profesor Arrabal. 

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    A pesar de que Cabra disponía de una significativa dotación antiárea, no reaccionaron con la suficiente rapidez

    Se hicieron al menos 1000 fotografías. Los italianos solo estuvieron aquí a principios del 37, cuando los sublevados preparaban la toma de Málaga. El Gobierno de la República sabía que ahí había población civil”.

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    Carmen Calvo es ahora, si no el que más, uno de los personajes más ilustres de Cabra, al igual que su familia

    Uno de sus dos hermanos, José Calvo Poyato, fue alcalde de la población pero no por el PSOE. Lo hizo bajo las siglas del Partido Andalucista (PA). Catedrático de Historia por la Universidad de Granada, también ha publicado varias novelas y fue diputado autonómico en el Parlamento andaluz. El otro hermano de la vicepresidenta, Francisco, es profesor jubilado de instituto.

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    La socialista ya se ha topado con la respuesta negativa de la Santa Sede

    Hoy, con 61 años, aquella niña es vicepresidenta del Gobierno español y es quien está llevando el peso de las negociaciones con el Vaticano para sacar los restos del dictador del Valle de los Caídos y enterrarlos en la catedral de la Almudena.