El mantero Lamine Sarr, el ‘Espartaco’ de los esclavos del siglo XXI: “En España hay negrofobia”

El mantero Lamine Sarr, el ‘Espartaco’ de los esclavos del siglo XXI: “En España hay negrofobia” DLF

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El mantero Lamine Sarr, el ‘Espartaco’ de los esclavos del siglo XXI: “En España hay negrofobia”

11 agosto, 2018 02:44

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“Cuando se trata de un negro, su versión nunca es la primera”.

Lo sentencia Lamine Sarr, el líder del Sindicato de Manteros de Barcelona. Un polémico colectivo que se encuentra en el ojo del huracán en España estos días. Una agresión en Barcelona, un enfrentamiento con los Mossos en Salou, altercados graves en Madrid con un mantero fallecido…

Los manteros se han convertido en uno de los temas del verano. Para muchos, es uno de los colectivos que simbolizan la esclavitud del siglo XXI. Su estatus es ilegal, se pasan el día huyendo y en muchas ocasiones están en manos de mafias. Ahora, además, salen en los medios por protagonizar peleas y conflictos por doquier. El último suceso acabó con el resultado de un turista herido grave por una reyerta en Barcelona. En todos los casos, la imagen de los manteros ha quedado muy perjudicada de cara a la opinión pública. Por eso se han hartado.

Agresión de manteros en Barcelona Ana

En el lugar de los hechos

El hartazgo se hizo patente en Barcelona, el lugar donde tuvo lugar el último incidente que han protagonizado. Lo hicieron mediante una rueda de prensa en Plaza Cataluña, en el mismo lugar donde varios manteros senegaleses hirieron de gravedad a un turista norteamericano, cortándole la femoral y mandándolo al hospital. Allí, arropados por varias decenas de personas que les apoyaban, los manteros arremetieron contra los medios y dieron su versión de los hechos.

Aquella reyerta tuvo eco en todos los medios nacionales y muchos de fuera de nuestras fronteras. Supuestamente, José Bravo, turista de Miami, se encaró con ellos porque los subsaharianos tenían el suelo cubierto de mantas y no dejaban pasar a una mujer con un carrito de bebé. De increparse pasaron a mayores, y varios manteros subsaharianos la emprendieron a golpes contra el americano. Uno de ellos le pegó con una hebilla del cinturón, cortándole la vena femoral de la pierna y provocándole lesiones graves.

“No existe la mujer del carrito"

Lamine da otra versión. “No había ninguna mujer con un carrito. No existe. Nosotros le tenemos mucho respeto y mucha sensibilidad con las mujeres, y más con las que van con carrito”, sentenció en la rueda de prensa en la que estuvieron arropados por decenas de personas con pancartas. “Tenemos que romper los discursos difamatorios y los datos sesgados, que solamente hacen aumentar la negrofobia. En España hay negrofobia”.

Negrofobia. Una palabra repetida hasta la saciedad por Lamine y sus compañeros que venden en las mantas de Barcelona. Miedo o aversión a los negros. Creen desde el Sindicato de Manteros que hay una especie de campaña para acabar con los subsaharianos en las calles de Barcelona. ¿El motivo? Racismo: “El turista dio su versión y todos los medios se la creyeron sin contrastar. Pero dijo mentiras. No había ninguna mujer, pero es que además, los agredidos fuimos nosotros. Es un hombre que viene de Estados Unidos, un lugar donde la policía mata a los negors, eso ya lo sabemos. Él pensaba que quí iba a pasar lo mismo”, asegura.

¿Qué pasó el 1 de agosto?

¿Qué sucedió entonces la noche del 1 de agosto en Plaza Cataluña? Hay varios vídeos de peatones que parece que lo dejan claro: se ven a varios subsaharianos persiguiendo al turista norteamericano y agrediéndole. Lamine Sarr lo desmiente. “Salieron de un bar, estaban borrachos y fueron directamente a buscar pelea. A nosotros lo que menos nos interesa es una pelea. Tenemos miedo. Fueron ellos directamente a pegarnos, y hay un senegalés que tiene cortes en la espalda y en la pierna. Los medios no nos preguntaron”, lamenta Lamine.

Una subsahariana con el cartel de Mantera en Barcelona

Una subsahariana con el cartel de Mantera en Barcelona DLF

Pero esa afirmación no es real. EL ESPAÑOL se puso en contacto con él al día siguiente de la pelea, y antes de publicar nada al respecto. Aquel día, Lamine declinó hablar con este periódico esgrimiendo que estaba trabajando y que prefería no hacer declaraciones sobre el tema. En aquel momento, ni siquiera mencionó la posibilidad de que pudese haber un mantero herido. Es un herido nuevo, un elemento que no había aparecido antes. Algo que siembra las dudas para que su versión resulte creible. Aunque también es cierto que la supuesta mujer del carrito de la que hablaba el turista norteamericano carrito jamás apareció

“Tenemos miedo"

Lamine reconoce que EL ESPAÑOL se puso en contacto con él para atender a su versión. Argumenta que no habló “porque necesitaba tener el permiso del mantero herido. Cuandoa un mantero le pasa algo no dice nada. Tiene miedo. Tenemos miedo”. Por ese mismo motivo, asegura, no hay denuncia interpuesta al respecto en la policía, ni parte de lesiones alguno. “Siempre que hay algún problema, el negro sale perdiendo y nunca se lo creen. Por eso tenemos miedo”, sentencia.

¿Qué está sucediendo con los manteros este verano, para que abran informativos por diferentes sucesos?  Los vecinos de Barcelona sostienen que se ha llegado a una situación de saturación. En los últimos días se ha viralizado en redes un vídeo que muestra la estación de tren y metro de Plaza Cataluña. El subsuelo está literalmente tomado por manteros que ofertan allí sus productos de imitación. Es difícil hasta caminar sin tener que ir esquivando mantas.

Madrid y Salou, tomadas por manteros

Estos problemas no existen sólo en Barcelona. Poco antes de verano, una persecución de manteros en Madrid acabó con la muerte de Mame Ndiaye, un joven mantero senegalés que sufrió un infarto después de dar una carrera para escapar de la policía. En Madrid, por cierto, las voces que claman contra los manteros van en aumento. Vecinos y comerciantes se quejan de que los vendedores ambulantes subsaharianos tienen literalmente tomado el centro de la ciudad, y que hay zonas como Gran Vía o El Retiro por donde es imposble pasear sin encontrar el suelo tomado por camisetas y gafas de imitación.

Rueda de prensa de los manteros en la Plaza Cataluña de Barcelona

Rueda de prensa de los manteros en la Plaza Cataluña de Barcelona DLF

En Salou se vivieron escenas de máxima tensión la semana pasada. Un grupo de manteros senegaleses. Según informó EFE, dos agentes identificaron a unos manteros. La tensión fue en aumento hasta que un nutrido grupo de manteros acabó enfrentándose a las autoridades. La pelea se saldó con el resultado de dos Mossos d’Esquadra heridos.

Y finalmente, la pelea de Barcelona. Lamine se queja de que la situación de los manteros ya es suficientemente mala como para que además caiga sobre ellos la presión mediática.  “Nuestra vida ha sido muy dura. Cuando veas a un senegalés en la calle, piensa que ha sufrido mucho para llegar aquí, arriesgando la vida en el mar y en el desierto”.

Los comerciantes se quejan

A pesar de de este alegato, son muchas las voces que se levantan contra este colectivo. Barcelona ha estrenado una plataforma antimanteros cuyo portavoz, Fermín Villar, sostiene que “las personas no son ilegales. Lo que es ilegal es la actividad que hacen. Venden falsificaciones, toman la vía pública y no pagan impuestos. Para los comerciantes que pagamos tasas por todo, es una situación muy injusta. Esto no tiene nada que ver con el racismo. Es un hecho”. Villar, por su parte, niega que los manteros subsaharianos estén en manos de mafia, así como que pasen penurias para vivir: “Cobran entre 3 y 6 mil euros. Los gastos que tienen son mínimos porque no pagan impuestos. Compran productos falsos muy baratos y todo lo que sacan es para ellos”, sostiene.  

Lamine desmiente todos estos datos a carcajadas. "Si yo tuviese ese dinero, me volvía a mi país y no ponía una manta nunca más. Ahora estoy hablando contigo y no t engo un duro". Sí que confirma que no están en manos de mafias: "Cada vendedor va por su cuenta, no hay nadie detrás". Y se muestra receptivo a que la administración les consiga un trabajo para dejar la manta: "Hace un año el Ayuntamiento le dio trabajo a 40 y este año a 45. Todo el mundo quiere trabajar legalmente".

Somos trabajadores, no esclavos

Somos trabajadores, no esclavos DLF

Mientras eso pasa, siguen enrocados en la versión de la negrofobia. Especialmente enfadados están con los medios, que la difunden (según ellos). “Estamos hartos de que salgan vídeos editados para dejarnos mal, y nadie se preocupe de contrastar esa noticia. El turista americano vino con cervezas. Vino con un amigo, estaba borracho y vino a regatear. Como no consiguió el precio que quería, empezó a tirar la mercancía y a golpear a los vendedores. Los agredidos somos nosotros. Pero él salió hablando y todo el mundo creyó su versión. Cuando estaba hablando se le notaba que era una persona racista”, asegura Sarr, que asegura que “hay un aumento de grupos racistas y neonazis que quieren a los manteros fuera. Pero ninguna persona es ilegal”, repite como un mantra.

Como Espartaco

Tras la agresión en Barcelona, el número de manteros en las calles de la ciudad condal descendió los primeros días. Había miedo. Pero ahora han vuelto a la calle. Piden respeto y una consideración que, aseguran, no tienen: “No venimos de una tierra pobre, sino de una tierra rica con muchos problemas. Lo hemos pasado muy mal para llegar aquí. Por eso, el senegalés es la persona más noble del mundo”, se defiende.

La situación es insostenible. Hay mantas llenando Barcelona y Madrid, así como otras ciudades turísticas. Los comerciantes se quejan de la permisividad del Ayuntamiento y de la proliferación de los manteros. Los manteros se quejan de la prensa. Y mientras tanto, la llama sigue encendida. Asegura Lamine Sarr que por ellos no va a haber más incidentes “porque lo que menos queremos es tener problemas”. Sin embargo, la tensión sigue palpable. Existe una tensión contra el colectivo, ese que muchos califican de esclavos del siglo XXI. Y lo mismo que Espartaco, que en su momento lideró la revolución de los esclavos en Roma, Lamine Sarr encabeza la de los manteros de Barcelona, que aseguran que no quieren incidentes, pero advierten de que no van a permitir que les humillen.