Ana y Julio, los dueños del chalet de Iglesias, cuya seguridad le costaría más de seis mil euros al mes

Ana y Julio, los dueños del chalet de Iglesias, cuya seguridad le costaría más de seis mil euros al mes

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Ana y Julio, los dueños del chalet de Iglesias, cuya seguridad le costaría más de seis mil euros al mes

31 mayo, 2018 02:31

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La Navata es una zona tranquila, calmada. Se escucha el piar de los pájaros, las rejas de las casas unifamiliares no son altas. Se siente la seguridad, el resguardo de un paraje idílico. Pero con el revuelo generado por la polémica compra del chalet en esta zona del municipio madrileño de Galapagar por parte de Pablo Iglesias e Irene Montero, los líderes de Podemos han considerado necesario hacer una serie de reformas. La vivienda ya no será más tal y como se premió en distintas revistas especializadas. Tal y como idearon sus propietarios.

Podemos celebra los resultados de su consulta

Ana Soriano y Julio Herrero es la pareja que concibió la casa más famosa de España junto al arquitecto José Ignacio Rubio. Matrimonio sin hijos, adoraban a sus perros y utilizaron la amplia parcela de su vivienda para crear un espacio en el que los canes pudieran correr, ladrar, disfrutar. Qué mejor lugar que a orillas del Parque Natural de la Cuenca Alta del Guadarrama.

Dejaron la sierra de Madrid atrás hace un par de años. A Julio Herrero, empresario, se le diagnosticó una enfermedad. Hicieron las maletas y cambiaron el aire de Galapagar por el olor a tranquilidad y salitre de la Costa del Sol. Desde ese momento buscaron deshacerse del inmueble: primero estuvieron alquilándolo a distintos particulares; después, con la compra de los líderes de Podemos.

Vista frontal de la casa.

Vista frontal de la casa. J.I.R. Arquitectura

Decorada al gusto de ella

Entre los vecinos de la zona se miraba con cierto revuelo la construcción. Todos la conocían por dentro antes de verla. “Tenían un gusto particular, dada su profesión. Por qué te crees que está decorada así”, ríe, discretamente, uno de los vecinos de la propiedad ante la mirada incrédula de la reportera de EL ESPAÑOL. El chalet, construido en el año 2001, fue decorado al gusto de su propietaria.

Lo cierto es que tanto Julio como Ana aparecen aún como administradores de la empresa Jotache, dedicada a la confección de ropa para construcción, como botas de seguridad y derivados. Es la empresa familiar, fundada por los Herrero.

Plano de planta de la vivienda.

Plano de planta de la vivienda. J.I.R. Arquitectura

La empresa familiar que visitó a la Falange

Pero la sierra de Madrid no le era ajena al matrimonio. No, al menos, a Julio Herrero Martínez. Él es uno de los nietos del escultor Julio Herrero Guisado, el creador del parque Jotache de Torrelodones, transferido al municipio en 1972. De origen zamorano, Herrero Guisado creó junto a su mujer en 1928 su primera empresa de confección de ropa. Él se había mudado a Madrid y trabajaba como mozo de almacén. Con esta empresa llegó a fabricar la ropa de los milicianos de la Guerra Civil, contando con incluso con coche oficial y protección militar republicana, tal y como cuenta el libro Escultecturas margivagantes: la arquitectura fantástica en España. Más tarde, con Franco en el poder, pasó a confeccionar los uniformes de la Falange.

La vivienda unifamiliar de La Navata no es, sin embargo, la primera de Julio Herrero Martínez. Su abuelo ideó una serie de colonias de chalets familiares. Construyó seis: para sus hijos y para alquiler. Una fue para el padre de Julio, también llamado Julio. Lo denominó "El Castillo".

A La Navata, sin embargo, se mudaron Ana y Julio en 2001. La diseñaron sobre plano junto al arquitecto y se dejaron guiar por sus propuestas. “Vinieron con el típico dibujo de la casa, la típica caja de zapatos simplona. En seguida hice un proyecto distinto, más innovador. Arriesgué bastante en la propuesta y me sorprendió que, ya desde la primera reunión, les cuadró muchísimo a los clientes”, relataba Rubio a este periódico.

Imágenes del interior de la vivienda.

Imágenes del interior de la vivienda. J.I.R. Arquitectura

El inmueble final sumó 222 metros cuadrados. Materiales con carácter propio, reciclados, que hablaban por sí mismos. Y un reconocimiento final: la inclusión del chalet en revistas como El Mueble o El Chalet como una de las mejores casas del año. La parcela suma más de 2.000 metros cuadrados, que, ahora, Pablo Iglesias e Irene Montero se han asegurado en proteger. Cueste lo que cueste.

Seguridad pagada por Podemos

Los de Podemos han decidido reformar la vivienda y contratar seguridad privada que vigile su nueva propiedad. Y lo han hecho con cargo a las cuentas del partido.

De momento y hasta la mañana de este viernes 1 de junio, el partido morado invertirá 21,17 euros por cada hora que un vigilante privado -eso sí, sin arma- vele por la tranquilidad en su morada. Según ha desvelado El Confidencial, el coste total del servicio contratado suma 2.286 euros. Durante 9 días, de ocho de la tarde a ocho de la mañana (20.00-08.00 horas).

Este periódico ha sondeado los precios del sector, y fuentes del mismo han asegurado que este contrato suscrito con la empresa sevillana Sehivipro tiene un coste ligeramente superior al que ofrecen otras compañías. La horquilla de precios para un vigilante en esas mismas condiciones dentro de un recinto como el chalet de Galapagar rondaría entre 17 y 20 euros por hora. Por jornadas de diez horas nocturnas, en un mes sumaría más de 6 mil euros mensuales. Directos a las arcas de Podemos.

No es el único sistema que desean Iglesias y Montero para cuidar su propiedad. También han instalado una alarma, según pudo atestiguar este diario. Según fuentes del sector, esto supondría un coste inicial de 300 euros por la instalación y una cuota mensual que no bajaría nunca de los 60 o 70 euros para una vivienda de esas características.

Plano de planta de la vivienda.

Plano de planta de la vivienda. J.I.R. Arquitectura

Pablo Iglesias ya estuvo sondeando la zona de La Navata hace un par de años, pero que finalmente decidió no mudarse allí al no llegar a un acuerdo por otra propiedad, distinta a la que ha adquirido dos años después.