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    Giulia Marsico, de 27 años, se gana la vida como relaciones públicas en Nueva York.

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    “Mi obra es básicamente yo pasando mucho rato en Internet", afirma la joven.

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    Giulia burla la censura de las redes sociales haciendo collages imposibles con el cuerpo humano y la arquitectura.

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    Su obra desafía "normas y expectativas".

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    La joven consigue imágenes hiperexplícitas aun sin mostrar el sexo real.

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    Sus puntos de partida son: “el porno es una forma de expresión artística” y “las reglas de Instagram una mierda”.

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    Gracias a sus fotomontajes se puede observar los puntos en común del sexo y la arquitectura.

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    Estos paisajes corporales constituyen la forma de protestar de Giulia contra el puritanismo.

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    Giulia censura a su modo las escenas de sexo.

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    “Con estas imágenes no se está sexualizando a la mujer. Se sexualiza la arquitectura”, dice la artista.

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    Giulia ha desarrollado un fino sentido para ver la sensualidad femenina en los rincones más insospechados.

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    Su método de trabajo también pasa por la búsqueda de imágenes pornográficas, pero Giulia reconoce que en ocasiones ha recurrido a realizar fotos de cuerpos femeninos de amigas o el suyo propio.

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    Hay en esta chica una historia pasada de complejos por no encajar en el 90-60-90 canónico de belleza en el mundo de la moda.

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    “Toda mujer crece viendo a la sociedad determinando qué es o no bonito. Una crece con esa obligación de obedecer a los estándares de belleza de la sociedad”.

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    “Es como si ahora mi trabajo se hubiera convertido en mi propio yo, pero es cierto que me llevó tiempo expresar mi sexualidad”.

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    Las reacciones al trabajo de Giulia están siendo muy positivas.