La diputada de la CUP Anna Gabriel.

La diputada de la CUP Anna Gabriel. Efe

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La diputada que adora a su familia pero defiende la tribu

  • Anna Gabriel, independentista catalanade la CUP y descendiente de inmigrantes, no tiene hijos y considera perversa la educación en familia.
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15 mayo, 2016 01:01

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El Resolís es uno de los bares favoritos de Anna Gabriel, de 41 años, en Barcelona. Situado en la plaza del Raspall, en la Gracia de los gitanos, la que vio nacer al Pescaílla, es el bar del ateneo independentista La Barraqueta. “Una cooperativa gastronómica que ofrece platos de la tierra a precios populares”. En la vida de Gabriel todo es política. Desde el café de la mañana hasta la maternidad. La diputada de la CUP ha dicho esta semana que si tuviera hijos le gustaría educarlos en comunidad, en una tribu. La idea de educar en familia “es pobre” porque “aunque tú quieras lo mejor para ellos, se entra en una lógica perversa”. Eso ya lo decían Marx y Engels hace décadas.

En su libro El origen de la familia y el Estado, Friedrich Engels escribió: “La monogamia fue la primera forma de familia que no se basó en condiciones naturales sino económicas, y concretamente en el triunfo de la propiedad privada sobre la propiedad común primitiva”.

La idea de educación comunitaria de Gabriel también fue desarrollada en los primeros kibutz, allá por la década de los 60 del siglo pasado, en Israel. Los niños se criaban en comunidad, bajo el lema de la educación libre. Pero la experiencia no resultó exitosa en cuanto a los niños. Tanto es así que desde hace años se utiliza un método de educación más convencional.

Anna Gabriel, sin embargo, no se educó de este modo y siempre ha sido una gran defensora de la familia. De su familia, al menos. La diputada de la CUP ha declarado en numerosas ocasiones que su familia ha sido una pieza fundamental en su desarrollo social y político. Incluso ha dicho que su mayor tesoro son “los valores heredados de mi familia”.

Foto: Getty Images

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La diputada cupera nació en Sallent de Llobregat, un pueblo de 6.700 habitantes en la Cataluña interior. Allí llegó su padre procedente de un pueblo onubense, Minas de Riotinto. Su madre, que militó en el PSUC, nació en Sallent y procede de una familia minera también de Huelva. Su abuelo y su bisabuelo ya eran de la CNT-FAI y sus padres han estado siempre involucrados en política. Por cuestiones ideológicas, nunca  celebraron la Navidad en casa.

La fuerte conexión de los miembros de su familia con la política hace que Gabriel se muestre siempre orgullosa de sus antepasados. En los mítines sonríe poco, levanta con fuerza el puño y no alza demasiado la voz, al igual que algunos compañeros de partido, que casi susurran ante un público encendido y entregado. En la pasada campaña electoral catalana, la diputada arrancaba los aplausos más cerrados cuando soltaba su grito de guerra: “Somos las hijas y las nietas de las brujas que no pudieron quemar”. Es ya un clásico de Anna Gabriel. Su hit.

Porque ella, que habla en femenino neutro, suele usar referencias a la familia para defender sus ideas. Famoso fue su enfrentamiento verbal con el líder del PP catalán Xavier García Albiol, quien recordó en el Parlament a los emigrantes que llegaron a Cataluña desde el resto España. “Lo sabemos, somos sus hijos y sus nietas, no hable en su nombre”, le respondió indignada.

En esa línea de fuertes lazos familiares destaca su relación con su hermano, que es muy estrecha. Ambos comparten ideas y su sobrina es la niña de sus ojos. A ella le regaló una copa menstrual hace poco para que la usara como alternativa a los tampones. A sus 41 años Gabriel no tiene hijos, aunque sí pareja. Es Joan Teran, miembro de la secretaria nacional de la CUP. Teran, de 36 años, es documentalista y da clases en un máster en la Universitat Pompeu Fabra. Como su chica.

Anna Gabriel junto a Antonio Baños.

Anna Gabriel junto a Antonio Baños. Getty Images

Licenciada en Derecho, Gabriel es profesora asociada de Historia del Derecho y de las Instituciones en la Universitat Autònoma de Barcelona. Los jueves da clases de 8 a 9.30, pero esta semana no ha podido acudir. Comparte la asignatura con otro profesor, Sebastià Solé. “Tenemos mala suerte con esta asignatura”, dicen desde la universidad, “Gabriel no puede venir siempre porque trabaja de diputada y Solé se acaba de romper el menisco y está de baja. No sabemos cómo acabará el curso, la asignatura está en el aire. No creo que pueda ver a Gabriel dando clases”.

La presencia de la cupera en la facultad de Derecho no es habitual, pese a seguir siendo profesora. Tampoco va mucho a la sede de la CGT, sindicato con el que se la ha vinculado. En su carrera política, que comenzó a los 16 años, se cuenta también el colectivo radical Endevant y su participación en la campaña por la defensa del catalán. Ella y su hermano son los primeros independentistas de la familia.

La diputada comparte con su pareja su idea de educación, esa en la que la comunidad tiene un papel casi tan importante como la familia. La cuestión es que Gabriel no ha vuelto a hablar del asunto, por lo que las dudas sobre lo que defiende no han quedado despejadas. En España, la educación alternativa lleva años implantada, pero no la convivencia en comunas. 

Las tendencias educativas han cambiado y en los últimos años han surgido opciones como las madres de día, las doulas, centros de crianza compartida, escuelas libres... En internet hay incluso un directorio, Ludus, en el que se pueden consultar los cientos de centros que ofrecen una educación diferente.

¿Es a la que se refiere Anna Gabriel cuando habla de criar a los hijos en una tribu? “No nos confundamos, por favor, Anna Gabriel no se ha explicado bien y se nota que no tiene hijos. Quien tiene un hijo tiene que responsabilizarse, no podemos frivolizar con los niños, porque sufren mucho”, dice Cristina Gutiérrez, codirectora de La Granja, una granja-escuela situada en Santa María de Palautordera, en plena montaña, por cuyas colonias pasan 10.000 niños al año.

Esta educadora emocional cuenta que la semana pasada tuvieron a un grupo de niños de un barrio marginal y algunos se fueron llorando. “Les hemos hecho de tribu y los niños no querían volver a su casa, algunos vivían en comunas de okupas. Los niños necesitan una familia. La tribu somos todos, incluidos los políticos, si quieren tener repercusión en Twitter, que hablen de otras cosas, los niños se merecen respeto”.

Ha sido en Twitter, sí, donde Gabriel ha contestado. Después de un comentario de apoyo de Rita Maestre, portavoz del Ayuntamiento de Madrid, la diputada de la CUP ha escrito: “Debemos reivindicar (sí, todavía) el debate, la crítica y las ganas de cambiar lo que queramos. Un abrazo para seguir avanzando”.