Grupo Noroeste de Alcohólicos Anónimos en A Coruña.
Alcohólicos Anónimos comparten su historia en A Coruña: "Yo llegué muerta y aquí me salvaron la vida"
Las 24 horas del día, los 365 días del año, este grupo ofrece una ayuda fundamental para la recuperación de la enfermedad del alcoholismo
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¿Buscas disculpas para justificar tu manera de beber? ¿Has llegado a beber por las mañanas? ¿Bebes a escondidas? Estas preguntas, tan directas como duras, son algunas de las del test de autodiagnóstico del Grupo Noroeste de Alcohólicos Anónimos. Aunque el local se encuentra algo escondido en un bajo de una callejuela que une la calle Cronista Pacheco con Víctor López Seoane, este es un lugar esperanzador. Para personas como Belén, Carlos o Fernando este centro situado en Os Mallos ha sido una mano tendida para una nueva vida.
"Yo llegué muerta y aquí me salvaron la vida. Lo perdí todo, llegué sola y ellos tiraron de mí. Cada día. Si no es por ellos, a día de hoy no estaría viva", admite Belén, usuaria de este grupo desde hace algo más de 4 años. Como le pasó a ella, compañeros como Fernando o Carlos coinciden en señalar que participar en Alcohólicos Anónimo les sirvió para "aprender a vivir" y empezar "una nueva vida".
Todos ellos empezaron a beber con muy corta edad. Tanto Fernando como Carlos, que llevan unos 7 años aquí, todavía recuerdan cómo fue la primera copa que tomaron, ambos de fiesta en un pub, con 13 o 14 años. En el caso de Fernando fue una simple salida con amigos "sin una gran borrachera. Me dejaron a las dos en casa, pero me quedé con el gusanillo... Hubo algo que me gustó", rememora, explicando cómo la bebida le ayudaba a perder la vergüenza.
"Yo pensaba que todo el mundo bebía de noche. No concebía estar a las 4 de la mañana en un pub y que pudieras estar tomando una Coca-Cola", reflexiona Carlos.
Folleto de Alcohólicos Anónimos en A Coruña.
Como ellos son muchos quienes comienzan a beber en la adolescencia. De todas formas, los últimos datos de la de la Encuesta sobre Uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias (ESTUDES) son más esperanzadores: el consumo de alcohol está en mínimos históricos entre los adolescentes.
La primera vez que Belén probó el alcohol fue incluso antes. "Con 9 años me di cuenta de que el beber a la hora de comer me calmaba y me evadía de la realidad. Tuve una buena vida, pero eso se repitió cuando fui madre y a la hora de comer yo tenía que beber para poder planear la tarde. Culpaba a mis hijos porque me pidieran ir aquí y allá y yo no tenía ganas y no era capaz de hacerles la cena. El sueño de ser madre no se estaba cumpliendo y eso me mataba aún más y me hacía seguir bebiendo", explica.
El primer paso para superar su alcoholismo lo dio de la mano de sus vecinos, que la llevaron a la estación de Vigo para que viniera al grupo de A Coruña. "No podía más. Yo le pedía a Dios que me ayudara a tener el valor para quitarme la vida. Me quedara sin mis hijos... No era capaz ni de comer ni de ducharme. Ni de vivir", recuerda sobre aquel momento en el que, además, la culpa la reconcomía.
Aislamiento
A Carlos ni los cambios de compañías ni de ciudad le sirvieron para superar su alcoholismo. Aunque las circunstancias personales de cada persona son distintas y también varían según el género —las mujeres suelen beber en soledad en sus casas y los hombres en compañía en el bar— sus experiencias son muy similares. Después de años acudiendo a este centro, ven los patrones que se repiten en personas con esta enfermedad.
Yo llevo toda mi vida intentando salir y no soy capaz. Es complicado de entender. Si fueras como yo, beberías también
"Como somos del gremio", bromea Carlos, "sabemos si vienes bien o mal". Los tres coinciden en señalar el aislamiento autoimpuesto, el resentimiento o la paranoia social que genera el alcoholismo, además de que para dar el paso de pedir ayuda, primero hay que tocar fondo. Para el entorno, admiten que el mejor momento para recomendar acudir a un grupo así es durante la resaca.
Es aquí donde se pueden conocer un poco mejor a sí mismos y reconocer que "es una enfermedad, una adicción. Yo llevo toda mi vida intentando salir y no soy capaz. Es complicado de entender. Si fueras como yo, beberías también. Yo no bebo porque me guste, sino porque lo necesito", explica Carlos.
Como ejemplo, recuerda una ocasión en la que bajó en bañador y en chanclas a darse un baño en la playa por la tarde "y aparecí así a las 4 de la mañana en un pub, preguntándome, '¿cómo coño he llegado yo aquí?'. Jamás he salido de casa con la idea de no volver. Jamás".
Grupo Noroeste de Alcohólicos Anónimos de A Coruña.
Belén apunta que los compañeros fueron quienes le devolvieron la esperanza: "Llegué con 50 años y sin nada. Todo lo que tengo a día de hoy es un regalo".
Escuchar experiencias similares a la suya le permitió salir adelante. Belén explica que aquí "puedo hablar con alguien de lo que no puedo hablar en casa. Bebía todos los días y no me daba cuenta de que tenía un problema. Yo pude provocar muchos accidentes a mis hijos cuando venían en el coche conmigo. Eso empecé a escucharlo también aquí y me calmó, porque a ellos les pasaron situaciones como a mí".
Llegué con 50 años y sin nada. Todo lo que tengo a día de hoy es un regalo
La recuperación es "una montaña rusa", por eso subrayan que la clave para vivir una vida sin alcohol está en la constancia.
El grupo, que ofrece atención gratuita y cuenta con los teléfonos de contacto 881 30 93 91 y 663 86 89 72, funciona las 24 horas del día, los 365 días del año.
Qué hacen en Alcohólicos Anónimos
La actividad principal que llevan a cabo en este grupo de Alcohólicos Anónimos son las reuniones, que se celebran aproximadamente cada dos horas durante todo el día.
Carlos cuenta que trabajan con "un servicio de guardias para cubrir todas las horas del día. Algo que a lo mejor no es muy fácil de entender, pero que para las personas que tenemos esta enfermedad es muy importante es que, si estás en casa, sobre todo por la noche, y tienes ideas de bombero... Sabes que puedes venir aquí y te vamos a entender. El 99,99% de las veces esas ideas se van".
Con este apoyo que se brindan entre si, "ofrecemos la posibilidad de que quien quiera dejar de beber, aquí puede conseguirlo". De todas formas se muestra cauto a la hora de hablar de recuperación: "Cuando digo recuperación siempre pongo comillas. Esto no tiene cura".
Interior del local del Grupo Noroeste de Alcohólicos Anónimos en A Coruña.
Las primeras veces tampoco son fáciles. Fernando recuerda cómo fue "el último de mi entorno en ver que tenía un problema. Decir soy Fernando y soy alcohólico... Que eso no duela lleva mucho tiempo. Mucho", cuenta de sus primeros días aquí.
Por el local pasan personas de todas las edades y de todo tipo de formación o profesiones. También jóvenes, que cada vez llegan más, aunque acuden a las reuniones con menor constancia. Sobre sus problemas con el alcohol, Carlos los vincula al botellón. "Es una causa-efecto directa", comenta.
Además de las reuniones, en este centro tienen la posibilidad de acoger en residencia a unas 25 personas. El servicio es gratuito con la simple condición de que las personas colaboren en las tareas de limpieza y mantenimiento. "No tiene mucho sentido que una persona venga a dejar de beber y que esté durmiendo en el parque. Si es así, cuando salga de la reunión, ¿qué crees que va a hacer?", razona Carlos.
Paralelamente, también visitan distintos municipios, sobre todo de A Coruña y Lugo, para dar a conocer su actividad, además de formar parte de consejos asesores de centros hospitalarios.
"Una nueva vida"
Pero en este grupo también hay tiempo para la celebración. En la entrada, varias fotos con personas sonrientes decoran las paredes. Carlos las señala recordando excursiones y contando alguna anécdota en las cenas grupales que organizan: "Cuando llega el café nos ofrecen unas gotas... Pero ya le decimos al camarero que mejor que no bebamos, porque acabamos con todo", comenta entre risas.
Esto es como aprender a vivir. La expresión es empezar a saber vivir. Algo tan corto, tan fácil, y que yo malviví toda mi vida durante más de 40 años
Cuenta con alegría que aquí celebran cumpleaños "con tartas y todo eso, pero sin alcohol" y explica que, a sus más de 60 años, solo recuerda dos cumpleaños en su vida: "Para mí celebrar mis cumpleaños y mis aniversarios en el grupo es como si empezase de cero".
"Ahora soy libre, porque puedo tomar mis propias decisiones", resume Carlos, a lo que Fernando añade que "dejar de beber es el primer capítulo. Esto es como aprender a vivir. La expresión es empezar a saber vivir. Algo tan corto, tan fácil, y que yo malviví toda mi vida durante más de 40 años".
Belén subraya que sin sus compañeros hoy en día "no estaría viva ni haría las cosas que hago ni hablaría con mi familia". Para ella, esto ha sido la oportunidad de que "mis hijos puedan sentir que estoy poniéndole solución a un problema que veían desde hace tiempo, porque la última en verlo era yo".
También de su familia disfruta Carlos, que se siente "capaz de encajar. Esa es la normalidad y es algo que no tiene precio. Y por eso sigo viniendo aquí".