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Lenny Kravitz en A Coruña: el arte y la técnica de sentirse poderoso
El músico norteamericano, pleno de forma, carismático y con un espectáculo visual y sonoro impecable, ofrece un contundente concierto que conquista a 8.000 espectadores en el Coliseum
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Los años no pasan para ciertos músicos. O no se nota. Sus canciones no pierden el brío con que sedujeron al público décadas atrás, y su manera de interpretarlas mantiene a la audiencia en una nube atemporal que lo conecta íntimamente con el artista. No importa la edad que tengas. Eso pasa con Lenny Kravitz, que aunque parezca lucir unos bien trabajados 40 años pronto cumplirá 61. Su gira Blue Electric Light hizo parada ayer jueves 10 de abril en A Coruña para ofrecer un contundente concierto que dejó satisfechos a unos 8.000 espectadores. Casi lleno en el Coliseum.
Fuerza (en sonido, imagen, puesta en escena, interpretación) es un término apropiado para definir la impecable actuación de Kravitz, maestro del espectáculo con su sola presencia: el pavoneo con que camina, una mano arriba para saludar a la multitud, dos dedos que señalan a un enfervorizado fan, la manera de subirse la cintura de los vaqueros y provocar miles de risas, gritos y silbidos de excitación, el zigzagueo de sus curvas al ritmo de la música... Fue parte de un repertorio gestual irresistible que conquistó al público.
El de A Coruña, siempre agradecido, llegó al éxtasis tras el cuarto tema, el primer bombazo reconocible entre sus éxitos, Always on the run. El saludo de Lenny (por su nombre coreado casi desde el arranque del concierto) lo hizo en gallego, despacio pero con acierto: "¡Galicia! ¡Quérovos! Estou moi feliz de estar convosco". Fiebre máxima en el Coliseum. "Todos nós somos enerxía, somos vida, somos amor. Isto é moito para min. Graciñas".
Lenny Kravitz en dos momentos del concierto de A Coruña a través de las pantallas gigantes.
Rock de músculo, soul ardiente, funk contagioso. Fórmula irreprochable en el set list, salpicado de esas baladas que aún derriten a quienes las recuerdan de cuando las escuchaban en sus pubs habituales. Y canciones infalibles, por supuesto. Desde la inicial Bring it on a las más recientes TK421, Honey y Paralyzed de su último álbum, de Low a I’ll be waiting.
El combo final elevó la temperatura: con American woman y su riff atronador, Fly away haciendo volar al público y Are you gonna go my way apabullante. Con una banda brutal como la que le acompaña (la ovación en las presentaciones a la joven baterista Jas Kayser dejó sin aliento), Lenny Kravitz puede sentirse un dios.
El culmen de su divinidad lo alcanzó Lenny en el extensa jam de Let love rule con que cerró el concierto, saludando a las primeras filas, subiendo a la grada y paseándose por el pasillo entre los tendidos medio y bajo, escoltado por la seguridad y rodeado por un público que se le echaba encima para tocarlo, para sentirlo más cerca. De vuelta al escenario bailó y cantó con Estrella Morente, que en A Coruña y en la gira española ha sido su telonera, y cerró una actuación eficaz y poderosa. "Sempre estaredes no meu corazón", se despidió. Let Lenny rule.