Rosa, tabernera de A Cunquiña.

Rosa, tabernera de A Cunquiña. Quincemil

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La tasca auténtica de A Coruña a punto de cumplir 70 años con cuncas a 80 céntimos y pincho gratis

A Cunquiña es un bar de siempre que abrió en 1956 y donde se puede tomar el denominado como "vino turbio" blanco o tinto junto con pincho gratis de queso del país o chicharrones, además de tapas tradicionales de huevo cocido o sopa de ajo. Los más fieles tienen su propia cunca personalizada.

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Tomarse una cunca de vino por 80 céntimos es posible y se puede encontrar en el centro de A Coruña. Concretamente en la plaza del Humor, en la tasca A Cunquiña, que abrió hace casi 70 años y ha permanecido incombustible hasta hoy. Y lo que queda, porque abre de lunes a domingo sin descanso de 12:00 a 00:00 horas.

El local abrió en febrero de 1956 de la mano de los padres de una de las actuales dueñas, Rosa Ferreiro, que junto a dos amigas más llamadas también Rosa, como lo era también su madre, cogieron las riendas de este mítico negocio en el que muchas tardes llegan a coincidir brindando con sus cuncas tres generaciones de una misma familia.

Inicialmente se conocía como Casa Juan y desde la pandemia y por hacer un guiño a los clientes más fieles, se comenzó a funcionar con cuncas personalizadas que lucen motivos acordes a los gustos de sus propietarios. El artífice de estas ilustraciones es Armando, pareja de Rosa, que ha creado a su vez un rincón cultural en una de las paredes del bar donde cada año representa en una cunca al homenajeado del Día das Letras Galegas.

El interior de A Cunquiña.

El interior de A Cunquiña. Quincemil

En total, de clientes de siempre, acumulan unas 200 cuncas donde se bebe el denominado como vino turbio, porque es vino del Ribeiro sin etiqueta que extraen directamente de barriles de 80 litros al pipote, como se hacía antiguamente, y se lleva a la mesa en jarras tradicionales blancas o marrones. Otros vinos disponibles son Ponte da Boga o Crego de Monaguillo, entre otros, y Estrella Galicia.

La jarra de 750 cl se vende a 5 euros y la de litro y medio a 10. "La gente busca sitios autóctonos y nosotros lo somos, hay quienes se llevan cuncas como souvenir y muchos extranjeros de los cruceros piensan que las cuncas son para tomar caldo", cuenta Rosa entre risas.

Para acompañar, las opciones pasan por queso del país, chicharrones o sardinillas con toque picante. Uno de sus clásicos es la empanada casera de bonito con aceitunas o de liscos. Los domingos siempre hay pincho de huevo cocido y los lunes de sopa de ajo, además de tortilla del Pontejos los miércoles y viernes, todos gratuitos con la consumición. 

Cuncas personalizadas.

Cuncas personalizadas. Quincemil

"Aquí puede pasar de todo"

En la tasca, como asegura la dueña, "puede pasar de todo", dado que no es raro que de repente haya conciertos improvisados de animadores de cruceros o que un pandereteiro que es también cliente deleite a los presentes con la pandereta que le espera en la propia pared de la tasca.

Son amantes de las fiestas como la del Día das Letras Galegas o el Samaín, donde no faltan torreznos y castañas cocidas o asadas como pincho.

En A Cunquiña son solidarios y han organizado eventos en favor de la Cocina Económica. La decoración es cambiante, en especial el techo, que cuenta con parte de una parra del Ribeiro o ramas de carballo, que en Navidad pasan a formar parte de un gran techo a base de pino con bolas de madera con nombres de clientes.

Rosa y Armando en la tasca.

Rosa y Armando en la tasca. Quincemil

Asimismo, un cubo que baja del techo guarda gominolas para los más pequeños, que habitualmente tiene decoración deportivista. "Para ser de A Cunquiña tienes que sentirla", comenta Rosa, que aunque es jubilada en activo confirma que no saldrá de detrás de la barra hasta que su gente se jubile "porque para ellos la tasca es casa, como me pasa a mí", asegura con nostalgia.