Hablar de inclusión, integración y accesibilidad se ha convertido en algo habitual en nuestros discursos públicos. Sin embargo, siento que todavía nos falta dar un paso valiente, un paso que convierta esas palabras en una realidad cotidiana. Por eso me dirijo a mi Ayuntamiento, al de A Coruña, y a todos los partidos con representación municipal: no para exigir, sino para invitar; no para confrontar, sino para construir juntos una ciudad que cuide, que abrace y que avance sin dejar a nadie atrás.

Mi propuesta es sencilla y profundamente humana: toda empresa que quiera trabajar con el Ayuntamiento debe contar con un porcentaje real de personas con discapacidad en su plantilla. No como una recomendación, no como un extra que sume puntos, sino como un compromiso firme con la integración. Un requisito claro para poder participar en los servicios y contratos municipales.

Porque la inclusión no puede ser solo un ideal; tiene que ser una práctica. Y la práctica más transformadora es el empleo: el lugar donde las personas encuentran dignidad, independencia, participación y reconocimiento. Cuando una empresa incorpora a personas con discapacidad, no solo abre una puerta laboral: abre una puerta emocional, social y comunitaria. Y nuestra ciudad merece eso.

El porcentaje exacto puede decidirlo el pleno municipal. Lo importante no es la cifra, sino el mensaje: A Coruña apuesta por la diversidad como parte esencial de su identidad. A Coruña mira a sus vecinos con discapacidad y les dice claramente: “Eres parte imprescindible de esta ciudad, y queremos que estés presente en cada proyecto que se construya con dinero público.”

Imagino una ciudad donde las empresas compitan no solo por ofrecer el mejor servicio, sino también por ser las más comprometidas con las personas. Una ciudad donde la diversidad no sea un eslogan, sino una certeza visible en cada contrato, en cada obra, en cada proyecto municipal. Una ciudad donde la integración deje de ser una meta y empiece a ser una costumbre.

Este cambio no requiere confrontación. Requiere sensibilidad, voluntad y una mirada amplia. Requiere entender que la accesibilidad no empieza en las rampas ni en los semáforos —empieza en las oportunidades. Y pocas oportunidades transforman tanto como un empleo digno.

A Coruña tiene la capacidad, el talento y la madurez para ser un referente nacional en esta materia. No desde la imposición, sino desde la convicción. No desde el gesto, sino desde la responsabilidad compartida de construir un lugar donde cada persona, con sus capacidades diversas, sea parte del motor de la ciudad.

Por eso lanzo esta propuesta con el corazón abierto: hagamos que trabajar para A Coruña signifique también trabajar con A Coruña; con todas sus personas, con toda su riqueza humana, con toda su diversidad.

Si damos este paso juntos, de verdad, podremos mirar a nuestra ciudad con orgullo y decir: A Coruña no solo habla de inclusión. A Coruña la practica. A Coruña la encarna. A Coruña la lidera.