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Santa María de Oia, el monasterio gallego que mira al mar

En el municipio más meridional de Galicia, el mar parece respetar hoy al Monasterio de Oia, que antaño fue fortaleza defensiva y logró detener ataques de barcos enemigos, siendo uno de los pocos cenobios de Galicia construidos junto al mar.
Monasterio de Oia  (Foto: turismo.gal)
Monasterio de Oia (Foto: turismo.gal)
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“Los grandes edificios, como las grandes montañas, son obra de los siglos”. Eso decía Víctor Hugo en una frase que define a la perfección la evolución del Real Monasterio de Santa María de Oia, en Pontevedra, a lo largo de sus 872 años de vida, en los que ha sufrido batallas, constantes ataques por mar y continuos cambios de propietarios. 

Esta misma frase puede leerse como mensaje de bienvenida en la página web del monasterio, donde pueden realizarse las reservas para su visita guiada. Una exposición permanente, “Los presos del Mosteiro: memoria de la guerra civil española”, muestra los grafitos de los presos republicanos que fueron recluidos en el monasterio entre 1937 y 1939, tiempo en que el recinto fue utilizado como campo de concentración del bando sublevado. 

Una historia cargada de anécdotas

Monasterio de Oia junto al mar (Foto: turismo.gal)

No es esta la única anécdota histórica sobre Santa María de Oia desde su construcción, en el año 1149, cuando el rey Alfonso VII lo donó al lugar de Oia, aunque se dice que fue fundado mucho antes por anacoretas de tres comunidades distintas. En 1185 se une a la Orden Cisterciense, de ahí la austeridad de gran parte del conjunto monumental a pesar de las posteriores reformas de época barroca. 

El singular enclave del monasterio condicionó su historia posterior, pues su cercanía al mar acabaría convirtiéndolo en una auténtica fortaleza defensiva y en un verdadero arsenal. Así, la vida en Santa María de Oia se sucedía entre rezos y disparos para defenderse de los ataques por mar. El más famoso de ellos sucedió en 1624, cuando los monjes vencieron a cinco embarcaciones turcas y bereberes, lo que le valió al monasterio el título de Real e Imperial Monasterio de Oia concedido por Felipe IV.

Panorámica de Oia en su enclave marítimo (Foto: turismo.gal)

También se recompensó a los monjes con nuevas tierras próximas al monasterio, donde comenzaron a criar caballos salvajes instaurando, sin saberlo, la que después sería una de las mayores tradiciones gallegas: “a rapa das bestas”. 

A partir de la Desamortización, en 1836, comienza el abandono de la abadía y un continuo cambio de dueños, hasta que durante la Guerra Civil se convirtió en prisión y en la actualidad es propiedad del grupo hotelero de una entidad financiera y Bien de Interés Cultural desde 1931.

Visitando el Monasterio de Oia

Fachada del Monasterio de Oia (Foto: turismo.gal)

En el monumental conjunto arquitectónico de Oia se detecta, ya a simple vista, tres estilos arquitectónicos. Del románico sólo queda la iglesia y parte de la sacristía, de finales del S. XII, que es la zona que mejor representa la sobriedad de la Orden del Císter. Con planta de cruz latina, tiene tres naves con bóvedas de cañón apuntadas y en su entrada destaca una bóveda estrellada con un coro renacentista del S. XVI.

Detalle de la fachada (Foto: turismo.gal)

Manierista, con su retablo del S. XVII y barroco, cuya huella es constatable en dos puntos: la fachada de 1740 y la torre campanario del S. XVIII. Como buen monasterio, Santa María de Oia también tiene su claustro, llamado Reglar o de las Procesiones, se edificó  en el s. XIII y se reformó en el s. XVI con estilo renacentista. Estaba situado al norte, no se sabe el motivo, cuando en general los claustros se ubicaban al sur del edificio. 

La Plaza de Armas, los Patios de Naranjas y de Limones, el Cuerpo de Guardia y las bodegas, además de una huerta monacal, completan el magnífico conjunto de este monasterio que, contraviniendo lo establecido, decidió alzarse junto al mar. 

Otros rincones de Oia

Serra de A Groba (Foto: turismo.gal)

Una vez visitado el monasterio, se puede aprovechar para conocer algo más del municipio de Oia, que alberga un gran patrimonio arqueológico, artístico e histórico, no en vano su litoral costero es conocido como A Costa dos Castros. 

Los aficionados al senderismo que quieran unir deporte y cultura en un mismo paseo, pueden realizar la llamada Ruta Máxica en un recorrido de 18 kilómetros a lo largo de sus cuatro parroquias, en el que disfrutar de petroglifos, grabados y algunos asentamientos castrenses, o recrearse en las Pozas de Mougás, que forman parte de la ruta, o en las de Loureza. 

Miradores como el de O Cortelliño, situado en el alto de Serra de A Groba, a 663 metros de altitud, ponen el broche de oro a este paseo por el municipio de Oia. 

Emma Sexto

https://unmundoinfinito.com/

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