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Ruta por las piscinas naturales del río Pedras, la joya fluvial de A Pobra do Caramiñal

Enmarcadas en plena península do Barbanza, estas pozas naturales se reparten bajo las faldas del monte da Curota en un enclave mágico rodeado de bosques, cascadas y leyendas
Las piscinas naturales del Río Pedras.
Concello da Pobra do Caramiñal.
Las piscinas naturales del Río Pedras.
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La naturaleza de Galicia ofrece al visitante un sinfín de rincones repletos de encanto y belleza. Las piscinas naturales y pequeñas cascadas que serpentean entre paisajes boscosos y montañosos conforman algunos de los escenarios más mágicos de todo el territorio. De todas cuantas existen, la más conocidas de Galicia son las Pozas de Melón y Tourón en Ourense, y las de Mougás y Loureza en Oia. No obstante, la región gallega alberga otros muchos tesoros fluviales desde su costa al interior, uno de ellos enclavado en plena península do Barbanza, en los límites territoriales de A Pobra do Caramiñal. Se trata de las piscinas naturales del río Pedras, un enclave natural único ubicado bajo las faldas del monte da Curota y con unas extraordinarias vistas sobre la ría de Arousa.

Formadas por la acción de la naturaleza y la erosión del agua al caer con fuerza sobre las rocas durante siglos, las pozas del río Pedras conforman una auténtica maravilla natural en el corazón de A Pobra do Caramiñal. Las charcas naturales se encuentran enmarcadas en un paraje virgen y rocoso realmente espectacular, cobijado entre frondosos bosques verdes que le confieren al lugar un carácter del todo mágico y salvaje. De igual modo, otros ríos y riachuelos como el Barbanza o San Xoán también descienden al encuentro de las aguas de la ría de Arousa, formando a su paso un sinnúmero de saltos de aguas, pozas y pequeñas cascadas esculpidas sobre el terreno a lo largo del tiempo.  

La riqueza natural y paisajística del río Pedras

Una de las pisicinas naturales del río Pedras. Foto: Shutterstock

En los alrededores del alto de A Curota, la Ruta por las Pozas del Río Pedras (PRG-91) constituye una de las caminatas más extraordinarias de A Pobra do Caramiñal debido a su enorme riqueza natural y paisajística. Para llegar al punto de partida de esta agradable senda tendremos que acceder con el coche desde el núcleo del pueblo, tomando un desvío cerca de la Praza Maior por una carretera de ascenso que nos dirige hacia las piscinas naturales, situadas un par kilómetros más arriba de la pequeña iglesia de Santa Cruz de Lesón. Existe unazona habilitada para aparcar desde donde tendremos que iniciar nuestro recorrido a pie, superando las instalaciones de la antigua Fábrica da Luz hasta alcanzar el entorno del Puente Medieval da Misarela y las ruinas de la Ermita de San Xoán. 

Cabe destacar que la ruta está catalogada con una dificultad media alta y como zona de difícil acceso debido a los enormes desniveles y las piedras resbaladizas que recorren todo el itinerario. En cualquier caso, siempre y cuando se esté en una buena forma física y se extremen las precauciones, la aventura, sin duda, merecerá la pena. Pero volviendo al recorrido, desde la pasarela de piedra da Misarela podríamos decir que la ruta se divide en dos caminos. Uno de ellos se abre paso a la izquierda del puente y asciende cerca de las cascadas por una senda estrecha, exigente y agreste, si bien el premio de superar esta dura caminata será disfrutar de unos espectaculares saltos de agua, varios toboganes naturales y la mejor panorámica sobre la ría de Arousa. En el caso particular de la senda de la derecha, la cual resulta un poco más accesible, esta sigue la estela del río Pedras en un enclave mágico donde se localizan la mayoría de piscinas naturales recomendadas para el baño.  

Un lugar plagado de leyendas

Póster conmemorativo con las leyendas del río Pedras elaborado por Miguel Robledo en 2020. Foto: apobra.gal

Una buena parte de la historia e idiosincrasia de Galicia también se construye gracias a la tradición oral, los mitos y las leyendas. Lo cierto es que son muchos los rincones del territorio que se encuentran vinculados a este tipo de relatos que fusionan elementos reales y fantásticos para dar explicación a todo tipo de fenómenos y sucesos. En el caso particular del río Pedras, este tesoro fluvial va descubriendo todo tipo de leyendas a su paso. Una de las fábulas más conocidas es la de San Amaro y su barca de piedra, una narración anotada por Martín Sarmiento en 1745 que describe cómo este peregrino venerado como santo de la iglesia católica, huyendo de los mouros (criaturas mitológicas de Galicia), cubrió el curso del río de enormes rocas para tratar de dificultar el avance de estos seres. Del mismo modo, se dice también que a los pies del Monasterio da Misarela todavía se puede observar petrificada la antigua embarcación de San Amaro, más conocida hoy en día como la barca de San Xoán. 

Sin embargo, la de San Amaro no es la única leyenda que envuelve a las piscinas naturales del río Pedras. Otro de los relatos más sonados en el imaginario popular de la zona tiene que ver con una de sus charcas más profundas, el conocido como Pozo Negro. Al parecer, según cuenta la leyenda, se trata de un lugar que no encuentra final bajo sus aguas y donde habitan temibles monstruos (como grandes serpientes) y brujos de lo más poderosos. En el mismo escenario, un texto recogido de Ramón Mariño Millán por Manuel Gago, explica que en lo más hondo de este pozo sin fondo se encuentra plantado un peral que da frutos de oro. El mito también advierte que cuando dicha Pereira de Ouro seque, la sierra se vendrá abajo soltando todas las aguas que guarda e inundando el mundo entero. 

Por su parte, la leyenda de As lavandeiras da aldea Vella cuenta la historia de unas mujeres que se quedaron atrapadas en el Alén tras morir durante el parto. Estas damas lavaban cada noche sus ropajes ensangrentados en el curso del río, rodeadas por unas pequeñas luces flotantes y mariposas blancas y negras que sobrevolaban sus cuerpos. Si en algún momento de este ritual alguna persona las encontraba, esta quedaba encantada y debía ayudarlas con el trabajo, escurriendo la ropa en el sentido contrario al de las lavandeiras. De hacerlo bien, la persona tenía la opción de curar alguna enfermedad, mientras que si se equivocaba se encontraría con su propia muerte.  

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