Santa Mariña, la legendaria joven gallega que fue martirizada por el Imperio Romano
Se considera a San Esteban como el primer mártir cristiano de la historia, un diácono que se dedicaba a distribuir comida y caridad entre los miembros más pobres de Jerusalén. Un día algunos judíos congregados en una sinagoga debatieron con él, pero no fueron capaces de rebatir sus argumentos, por lo que, enfadados, sobornaron a algunos testigos para que dijeran que había blasfemado contra Moisés y Dios. En su juicio, Esteban dio un largo discurso criticando a las autoridades judías que le juzgaban, por lo que fue condenado a la lapidación. Su martirio fue contemplado por Saulo de Tarso, un joven que se convertiría tiempo después en uno de los apóstoles de Jesús, San Pablo. En Galicia, tan solo 100 años después, una joven se convirtió en el capricho de un gobernador romano que, ante la negativa de la muchacha a ceder a sus deseos, la sometió a torturas durante días hasta que finalmente la decapitó. Lo increíble de esta historia es que existen restos arqueológicos y edificaciones que parecen probar esta extraordinaria y mágica leyenda: el martirio de Santa Mariña de Augas Santas.
Mariña, nacida en el año 123, era hija de Theudio o Teódulo, un poderoso personaje de la zona de Xinzo de Limia, una población muy romanizada por la que transcurría la Vía XVIII romana, conocida también como Vía Nova, una calzada construida a finales del siglo I, que unía las ciudades de Braga y Astorga. Los romanos llevaban en Galicia casi 300 años y su poder era incontestable.
La madre de Mariña había fallecido durante el parto, por lo que su padre la entregó a una mujer de un pueblo cercano para que la criara. Esta mujer educó a Mariña como su propia hija y la bautizó en la fe cristiana, lo que provocó que su padre, ciudadano romano, se desentendiera de ella.
Mariña se dedicaba al pastoreo junto a su madre adoptiva y le encantaba hilar bajo un viejo roble que había cerca de su casa. Un día, mientras cuidaba del ganado cerca del camino que conducía a una villa romana conocida como Armea, su propietario, el gobernador romano Olibrio, se quedó prendado y encaprichado de ella. Pero Mariña, que tenía 15 años, se negó repetidamente a las pretensiones del romano.
Al no resultar correspondido el romano decidió ejecutar su venganza sometiéndola a todo tipo de males, torturas y castigos. Primero la encerró en los calabozos de su villa, más tarde la azotaron hasta casi la muerte, la hirieron con peines de hierro, intentaron quemarla con telas en llamas y la lanzaron a un estanque atada de pies y manos… Su calvario fue indescriptible, pero milagrosamente la niña siempre se curaba tres días después de cada castigo.
El romano, desesperado, decidió quemarla en un horno, pero salió viva por un agujero que la muchacha afirmaba que había abierto San Pedro, que la llevó a calmar sus heridas en unas pilas cercanas llenas de agua.
Finalmente, Olibrio decidió que, dado que estaba vigente el Decreto de Trajano, podía ser condenada a morir si no renunciaba al cristianismo. Durante el juicio no renegó de su fe, por lo que fue condenada a morir decapitada, la pena que correspondía una ciudadana romana. Era el año 138 y Mariña era ejecutada. Cuando fue decapitada, su cabeza dio tres botes de donde brotaron tres manantiales de aguas cristalinas con propiedades milagrosas.
Los cristianos de la zona que fueron testigos del calvario y su ejecución guardaron memoria de lo ocurrido y enterraron los restos, que pronto comenzaron a ganar fama de santidad, por lo cual se levantó una pequeña ermita donde estos restos fueron custodiados y adorados durante siglos, hasta que alrededor del año 800 se iniciaba un culto “oficial” en torno a la memoria de Santa Mariña.
Pero lo sorprendente de toda esta legendaria y mágica historia es que parecen existir vestigios de los lugares en los que todo esto ocurrió.
En la capilla de Santo Tomé podemos encontrar el Pozo de la Santa, una de las primeras fuentes milagrosas de las que se habla en la leyenda de Santa Mariña.
Muy cerca, en pleno bosque, encontramos la Basílica de la Ascensión, una construcción inacabada en cuya cripta podemos encontrar el “Forno da Santa”, el supuesto horno en el que Olibrio intentó quemar a la pobre Mariña y en el que podemos ver el agujero por el que supuestamente escapó la muchacha.
En esta cripta existió un enterramiento megalítico y se cree que el horno era para baños de vapor o como crematorio para los castros próximos. Sea como sea la cripta es impresionante, con elementos mágicos, lápidas medievales, un gran altar y extraños relieves. Sobre esta cripta fue levantada la basílica, nada más y nada menos que por caballeros de la Orden del Temple, los templarios.
Desconocemos el motivo para hacerlo o qué importancia tenía este lugar para semejante despliegue de medios y recursos en un olvidado bosque gallego y, sobre todo, ¿por qué no lo acabaron? Hay quien teoriza que fue por el desplazamiento de la población a la actual población de Santa Mariña, donde se construyó otra magnífica iglesia en el lugar en el que se enterró a la joven, la iglesia de Santa Mariña de Augas Santas.
Se cuenta que donde se erigió este santuario existía un templo anterior, del siglo VIII o IX, en el que se descubrió el sepulcro de la santa y sobre el cual se construyó el mausoleo o “Camarín da Santa” que hoy se sitúa en el interior de la iglesia. Este santuario comenzó a construirse en el siglo XII por mojes de la orden de San Agustín, pero serían de nuevo los templarios lo que terminarían la obra en el siglo XIII.
Y si todo esto no nos parece suficiente, a pocos metros encontramos las “Piocas”, las dos pilas o hendiduras donde según la leyenda San Pedro alivió las quemaduras de Mariña y en las que hay agua de manera permanente.
En el siglo XVI, Santa Mariña de Augas Santas fue canonizada por el Papa Gregorio XIII, celebrándose desde entonces su festividad el día 18 de julio.
Durante varios siglos la zona entró en decadencia, pero el rey Felipe II decidió recuperar su esplendor renovando la iglesia y convirtiéndola en parte del Patronato Real hasta que en el siglo XVII toda la aldea pasó a depender del Obispado de Ourense.
Realidad o ficción, la historia de Santa Mariña bien merece ser contada y recordada, porque esto es Galicia, un mágico lugar donde podemos encontrar leyendas que se entremezclan con la historia, los mitos y la fe y donde lo desconocido aún está por descubrir.
Iván Fernández Amil. Historias de la Historia.
Referencias:
- es.wikipedia.org
- lavozdegalicia.es
- viajarverencontrar.com
- caldaria.es
- farodevigo.es
- dbe.rah.es
- galiciamaxica.eu
- diariodepontevedra.es
- escapalandia.com
- blog.turismo.gal
- deallarizamaceda.gal
