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Moncho Borrajo, desde A Coruña: "Si no puedo reírme yo de lo mariquitas vamos apañados"

El artista llega este sábado a la sede de la Fundación Abanca con un espectáculo que repasa sus 50 años de historia sobre los escenarios
Moncho Borrajo
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Moncho Borrajo (Baños de Molgas, 1949) es un histórico del humor nacional, que llega a la ciudad de A Coruña este sábado con un espectáculo que es, precisamente, un pequeño homenaje por sus cincuenta años de historia. "Es un recorrido pequeño, porque no se pueden meter 50 años en un espectáculo", cuenta el humorista en una entrevista a este medio. La función es doble, a las 18:00 horas y a las 20:30), en la sede de AFundación en A Coruña (Cantón Grande, 8).

Esta gira que le está llevado por todo el país no es la de la retirada, porque esa ya la hizo aunque en realidad se apartó de los escenarios para cuidar a su padre en la última etapa de su vida. Sin embargo, tiene esa esencia porque recordará "chistes que han hecho reír a mucha gente, como mínimo tres generaciones", dice el artista. "Además, las funciones de hoy serán en castellano y gallego, que hay muchas cosas que en gallego tienen más gracia", añade.

De lo que casi no habrá en esta nueva propuesta que llega a la ciudad es humor con políticos porque "la gente está muy cansada de la política", dice. Además, confiesa que últimamente "la gente tiene la piel muy fina". "La frase de lo políticamente incorrecto ha hecho más daño que otra cosa", añade.

De lo que habla Moncho no es otra cosa que de los límites del humor, que cada vez están más presentes en el sector. En este punto, este gallego de 71 años afincado en Tenerife tiene claro que se ha producido un retroceso en la libertad de expresión de los humoristas, que años atrás. El reconoce que en los años ochenta y noventa "se hacían chistes machistas", pero la clave del humor están en el "cómo se dice".

Así, pone como ejemplo él mismo: "Si una persona me llama maricón y yo lo acepto como tal le quito el insulto", dice. "Si no puedo reírme yo de mariquitas vamos apañados", añade. Pone otro ejemplo con la forma de hablar de los andaluces, que pueden saludarte llamándote hijo puta o maricón y lo hacen con cariño, pero la palabra señorito tiene otras connotaciones: "Si en Andalucía dices, 'mira ese señorito', le estás llamando de todo".

Al final, el humorista vuelve a insistir en que "todo es según la forma en que se diga". Así, tiene claro que las bromas de mal gusto que tienen ánimo de ofender no van a ser reídas. "En el humor se nota mucho cuando alguien tiene mala leche y tiene odio, se hace un silencio enseguida", asegura. Además, señala que normalmente "los más ofendidos son a los que no le afecta la broma".

Por ello, recomienda que la gente se entregue al humor, vaya a su espectáculo y se ría. "Mis entradas debían venderlas en las farmacias, porque reírse es una necesidad en este país tal y como estamos y después de la pandemia", dice. "La gente respeta mucho a los médicos, pero los humoristas hacemos mucho bien a la sociedad", sentencia.

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