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A Coruña rendirá homenaje a los deportados a campos nazis con "piedras que hacen tropezar"

Los Stolpersteine son pequeños monumentos, en forma de adoquín, creados por un artista alemán en memoria de los deportados a campos de concentración nazis
Un stoperlsteine colocado en Berlín
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Un stoperlsteine colocado en Berlín
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Un adoquín sobresale del suelo, de forma cuadrada tiene una placa con los datos de una persona. Los hay en Praga, Berlín y en varias ciudades de España y todos tienen algo en común, la persona a la que recuerdan fue deportada a un campo de concentración nazi. En la ciudad de A Coruña están identificados 17 hombres que pasaron por campos como Mauthausen o Gusen, algunos salieron con vida, otros no. A partir de julio de este año tendrán delante de sus hogares de nacimiento, o donde pasaron su vida, un Stolpersteine (expresión alemana que se puede traducir como "piedras que hacen tropezar"), un adoquín conmemorativo, obra del artista alemán Gunter Demnig, que hará tropezar a los coruñeses con la memoria de un vecino, que es también la de la ciudad. En Europa ya hay más de 75.000 réplicas repartidas por 25 países.

La iniciativa la impulsa la delegación gallega de la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), desde donde realizan, con apoyo del Concello, un trabajo de identificación e investigación para rescatar del olvido las biografías de estos hombres, así como el testimonio de sus familiares, guardianes en muchos casos de documentos y cartas que acreditan el paso de padres, abuelos o tíos por estos campos de exterminio. "Desde la asociación comenzamos a investigar un campo desatendido, a contactar con familiares y divulgar sus historias" explicó Carmen García, portavoz de la asociación. También hizo un llamamiento para encontrar a descendientes de algunos de los fallecidos, cuyos nombres estarán disponibles en la página web de la Concellería de Educación y Memoria Histórica. La alcaldesa Inés Rey declaró que el objetivo de la colocación de los Stolpersteine va "más allá de un homenaje, que los vecinos sepan que quién vivió ahí luchó por preservar los valores de la democracia".

Testimonios de los familiares

La iniciativa se presentó hoy en María Pita, en el mismo edificio donde fue concejal durante la Segunda República Martín Ferreiro, que murió en el campo de concentración de Gusen. Su nieto lo recordaba hoy, junto a otros familiares de deportados: "Nuestras familias tienen historias trágicas, pero esto trasciende más allá. Cuando los republicanos ganaron en este Concello, con 35 representantes de varios partidos republicanos frente a 5 monárquicos, eso tuvo consecuencias que sufrieron millones de españoles. No sabemos qué fue de muchos de ellos. El alzheimer en una sociedad es trágico porque lo que vivieron estos hombres por dar un paso al frente, puede volver a pasar". Relató ante otros familiares, representantes de la ARMH y del Concello, visiblemente emocionados.

El sobrino de Adolfo Bregua Mouriño relata cómo su tío logró sobrevivir en un campo de concentración

"Tenemos una carta en la que mi tío le escribe a su amigo que el día siguiente lo van a fusilar", contó Juan Carlos Martínez, sobrino de Julio Martínez Arias. Juan Carlos contó como en el caso de su familia, fueron las cartas y documentos guardados en el hogar, lo que les hizo poder reconstruir su historia. Cartas que cuando iban dirigidas al padre de Julio, eran "en clave", para que este no perdiera su trabajo por tener un hijo de ideas republicanas. En el caso de Consuelo e Iria, sobrinas de Eduardo Sánchez, su tío fue liberado, aunque no fue hasta años después cuando la familia descubrió que seguía vivo. "Sabíamos que tuvo que escapar de España, pero nunca se supo más de el", explicaron. Eduardo logró salir del campo nazi, en donde tuvo que sobrevivir realizando "tareas terribles". Escapó con un amigo, con el que se quedó en Francia, pensando que ya no tenía familia en A Coruña y ante el temor de regresar a una España bajo el mando de Franco. En el país galo creó una empresa maderera, que años después lo trajo de vuelta a Galicia y a través de otro empresario, contactó con su familia. Había enviado cartas, pero nunca llegaron. "Fue increíble saber que estaba vivo, escuchamos una clase de historia dura pero necesaria", relata su sobrina.

Adolfo Bregua Mouriño, sindicalista, también logró sobrevivir, gracias a su afición por el fútbol. Lo contó su sobrino, emocionado, recordando cómo su tío tuvo que huir a Francia y allí, con la llegada de los alemanes a París, fue capturado. "Allí lo ficharon", cuenta, y fue la pasión por el balón, de interés para el entretenimiento de los nazis en el campo, lo que le permitió sobrevivir hasta la llegada de los aliados. Finalmente pudo escapar y vivió "muy bien" en Brasil hasta los 95 años.

Estas historias, y muchas otras, son las que recordarán estos adoquines de 10x10 centímetros repartidos por la ciudad. También un mapa web, recorridos con guía por estos lugares o la publicación de un libro, son otros ejes en los que la ARMH y el Concello trabajan para que las vivencias, y las lecciones, de estos hombres no se pierdan.

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