
Ángel Rodríguez, organizador del bingo del Sporting Coruñés, con cartones del bingo en la sede del club.
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El bingo, la "lotería social" que perdura en un par de clásicos del fútbol modesto de A Coruña
Sporting Coruñés y Sin Querer organizan desde hace décadas en sus sedes partidas para sus socios con las que recaudan fondos para gastos del club. Llegaron a juntar hasta cien jugadores tres días a la semana, ahora menos de veinte solo una noche
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Cartones con 15 números entre el 1 y el 90. Un bombo físico o digital con 90 bolas numeradas. Una voz que canta esos números según salen del bombo. Un bingo de toda la vida, una "lotería social", como les gusta llamarla a los clubes modestos del fútbol de A Coruña que aún mantienen esta tradición con sus socios.
Solo dos celebran estos bingos sociales hoy en día de manera periódica: el Sin Querer y el Sporting Coruñés. En este club con sede en la calle Justicia, en Monte Alto, Ángel Rodríguez lleva casi 40 años organizando la lotería para socios: todos los viernes de 21:00 a 22:30 horas, aunque en el pasado llegó a celebrarse tres noches a la semana.
"Nunca han tenido ánimo de lucro. Para el club han sido una fuente de ingresos que ha servido para arreglar nuestra sede cuando nos echaron de la antigua de la calle del Tren y nos mudamos a esta, donde antes no había nada”, explica Rodríguez, quien, salvo presidente, ha sido futbolista, entrenador, directivo y tesorero del Sporting Coruñés.
En el Sin Querer, los pequeños ingresos generados por su bingo, que se convoca “una o dos veces por semana y por la tarde, según la época del año”, se destinan a la compra de material deportivo para sus equipos, cuenta su presidente, Carlos Vidal.
"En las mejores épocas se juntaban 100 personas. Se pasaba un rato muy agradable. Por eso mantenemos el bingo, para que lo pasen bien sobre todo los socios mayores"
En la sede de este club en la calle Mauro Silva, en San Roque, pueden llegar a juntarse unas 50 o 60 personas, solo socios, y generalmente "gente mayor". Es el mismo perfil de jugador que en el local del Sporting Coruñés, donde ahora la concurrencia se ha reducido "a unos 15 jugadores con un par de cartones cada noche", sin apenas beneficios.
"En las mejores épocas jugábamos 100 personas cada día, socios del barrio que compraban una serie de seis cartones. Teníamos 16 mesas y 64 sillas y no cabíamos, había que jugar desde el exterior, y durábamos hasta las doce de la noche. Se vivían momentos de tensión y se pasaba un rato muy agradable. Por eso mantenemos la tradición, para que lo pasen bien los mayores", comenta el tesorero del Sporting.
Sporting Ciudad, Orillamar
A 2 euros la línea y 6 el bingo, los ganadores obtenían también algún obsequio al cantar premio, incluso un jamón. El juego fomentaba la camaradería entre los socios del club, alguna sana rivalidad también; creaba vínculos, "hacía sociedad", con el fútbol siempre como motor.
Otros clubes modestos coruñeses apostaron en el pasado por tener su propio bingo, esta suerte de "lotería social". Como el Sporting Ciudad en la plaza de Azcárraga de la Ciudad Vieja.
Incluso en las xuntanzas tradicionales de final de temporada, el Orillamar recurre a este popular juego para, con los ingresos por la venta de cartones, obtener un pellizco de inversión para el propio club. Los niños dejan un rato el fútbol y los juegos después de la comida y se juntan con sus familias para cantar línea o bingo (o "lotería", como en el Sporting), y, si la suerte los acompaña, llevarse a casa un balón, una mochila o un sabroso jamón.