Germán Iglesias, junto a las básculas antiguas de su frutería en la calle San Nicolás de San Nicolás.

Germán Iglesias, junto a las básculas antiguas de su frutería en la calle San Nicolás de San Nicolás. Quincemil

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A Coruña

La frutería de A Coruña que atendió a colas de clientes en el apagón con una antigua báscula

En Iglesias, en la calle San Nicolás, se despachó hasta las 20:30 con un sistema tradicional de peso. Agotaron mandarinas, peladillos y alimentos para ensaladas

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Quienes ayer lunes se alarmaron por el estado de su nevera en A Coruña cuando el apagón general y la pérdida de electricidad afectaron a toda la Península acudieron con rapidez a las tiendas de alimentación para asegurar provisiones. Fruterías, ultramarinos y supermercados fueron el objetivo de los consumidores, pero gran parte de estos establecimientos cerraron al no poder servir a los clientes por falta de flujo eléctrico. Alguna frutería, en cambio, se las apañó con medidas tradicionales para atender a clientes que formaron colas ante el mostrador mañana y tarde; otras bajaron la verja antes.

Desde las 12:30 hasta las tres de la tarde de forma ininterrumpida hubo a quien despachar en la frutería Iglesias, en la calle San Nicolás de A Coruña. Aunque no funcionaban las básculas eléctricas por falta de corriente, su propietario, Germán Iglesias, hizo uso de una antigua báscula mecánica con bandeja que soporta el peso de los alimentos e indica su peso con una aguja roja. Con el precio fijado por kilogramo, hubo que hacer cálculos mentales según los gramos de producto comprados.

"Esta báscula lleva aquí desde hace décadas", dice Iglesias junto a otra báscula de mayor tamaño, también antigua, para depositar mercancía en grandes cajas o paquetes. Ambas están en la trastienda y ya no se usan, solo las eléctricas, pero ante el mostrador, su empleada Susana Lama no podía utilizarlas por falta de alimentación eléctrica.

"Ella despachaba, me pasaba las bolsas con comida y yo las pesaba haciendo cuentas con papel y lápiz, que prefería no usar el móvil para ahorrar carga", cuenta el propietario. Por la tarde, la frutería abrió y no dejó de vender hasta las 22:30. "Ya no hubo tantos clientes, pero se les atendió de manera continua".

Tomates, lechugas, cebollas y zanahorias para ensalada fueron los productos más vendidos en esta tienda, así como peladillos y mandarinas. Esta mañana las cajas estaban más vacías de lo habitual. Iglesias volvió del mercado de la fruta sobre las 10:30, con algo menos de mercancía que de costumbre.

Otra frutería cercana, A Laranxa, en la calle San Andrés, dejó de trabajar sobre las tres de la tarde. "Vino gente que no es habitual o que nunca había venido, porque al estar cerrados los supermercados...", cuenta su responsable. Al perder batería las básculas eléctricas y sin medios operativos para cobrar con tarjeta de crédito tuvo que cerrar.