24 diciembre, 2023 01:56
Ismael Monzón Domingo Díaz

La guerra de Irak lo cambió todo. La invasión estadounidense de 2003 propició la aparición de una insurgencia armada que apuntaba a cualquier objetivo occidental. El ejército estadounidense no era capaz de proteger todos sus intereses, por lo que dejó en manos de compañías privadas la seguridad de funcionarios o instalaciones estratégicas. Allí nació el mito de los mercenarios de Blackwater. Por esos años, David Morales era todavía un infante de marina del Ejército español. Trabajó para las Fuerzas Armadas de 1991 a 2008, pero entonces se dio cuenta del potencial del negocio de la seguridad privada. Reclutó a una serie de exmilitares como él y fundó una compañía con la que garantizaba la protección, entre otros lugares, de las aguas que separan el Golfo de Adén y el mar Rojo, hoy amenazadas por las milicias hutíes.

La empresa se llamaba UC Global y ese pedazo de mar que separa los 30 kilómetros entre la punta oriental de Yemen y las costas de Yibuti es el estrecho de Bab el-Mandem. Allí han concentrado sus agresiones a los barcos mercantes occidentales las milicias hutíes de Yemen. Sólo en la última semana han sido atacados una docena de buques, con misiones organizadas con drones o helicópteros. Los grupos rebeldes cuentan con misiles de más de 400 kilómetros de alcance y un poderío militar impensable hasta hace poco. 

Los hutíes justifican sus acciones como un boicot a los países que apoyan a Israel en su ofensiva contra Gaza, lanzada como respuesta a los ataques terroristas de Hamás. "Enfrentarte a la situación actual con seguridad privada es muy difícil. Porque si el objetivo es hundir un barco, meterte un zambombazo, da igual el armamento que puedan llevar los miembros de la seguridad privada", asegura David Morales

Un helicóptero de las milicias hutíes ataca el carguero 'Galaxy Leader' en noviembre de este año

Un helicóptero de las milicias hutíes ataca el carguero 'Galaxy Leader' en noviembre de este año Reuters

La profesionalización de estas acciones armadas ha llevado a Estados Unidos a anunciar esta semana la llamada operación 'Guardián de la prosperidad', por la que una serie de países enviarán barcos militares a la zona para proteger el tráfico marítimo que pasa por el mar Rojo a través del Canal de Suez. En un primer momento, la Casa Blanca comunicó la participación de Países Bajos, Reino Unido, Seychelles, Bahréin, Canadá, Francia, Italia, Noruega y España. El Gobierno español mostró su escepticismo.

La UE debatió después la cuestión y aprobó apoyar a Estados Unidos en el marco de la operación europea Atalanta, que se puso en marcha hace más de una década para proteger a los barcos comerciales de los piratas en el Cuerno de África y en la que participa nuestro país. Pero horas más tarde España vetó por sorpresa la decisión de sumarse a la misión estadounidense en el Grupo de Trabajo de Consejeros de Relaciones Exteriores de la UE en el que se requiere la unanimidad de los países miembros para adoptar medidas de este tipo.

Según revelaron fuentes diplomáticas a El ESPAÑOL, la medida se tomó "sin dar ningún motivo ni poner condiciones". La espantada podría interpretarse como un desaire al socio americano, que tampoco había consultado antes al Gobierno español. El presidente estadounidense, Joe Biden, llamó a Pedro Sánchez. Y en un último giro de guión, el Ministerio de Defensa propuso que la UE lance una nueva operación para apoyar a Estados Unidos en el mar Rojo, al margen de la ya existente Atalanta, pero rechazó sumarse a ella. Mientras, el Ministerio del Interior ha elevado el nivel de alerta terrorista para los buques mercantes y barcos de pasajeros con pabellón español que naveguen por estas aguas.

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Según el exmilitar español, en estas condiciones, la única solución es "que haya de nuevo escoltas militares. Poner un portaaviones allí, con toda la superioridad aérea, y asegurar que el tránsito y las mercancías de los petroleros sea normal". Con apoyo o no de la UE, la misión comandada por Estados Unidos convivirá con la operación Atalanta contra la piratería, por la que España mantiene desplegada en esas aguas la fragata Victoria. 

En ese contexto del incremento de la amenaza en el Cuerno de África fue cuando compañías como UC Global vieron su oportunidad. "Nosotros estuvimos desde el inicio en buques de mercancías, embarcaciones privadas o yates. La protección armada es una prevención suficiente para evitar este tipo de conflictos. Pero lo que nosotros conocimos, una piratería muy básica, con actos casi de delincuencia, ha ido a otro escenario. En su día yo advertí a mis clientes de que el peligro no era el pirata, sino que aquello se profesionalizase y se convirtiera en objetivo terrorista. Ahora existe una milicia perfectamente coordinada, no son los cuatro desarrapados de antes. Cuentan con un servicio de inteligencia porque saben perfectamente los barcos que pretenden atacar y los identifican como un objetivo político y militar", asegura quien fue propietario de la compañía. 

David Morales a bordo de una misión en el Mar Rojo

David Morales a bordo de una misión en el Mar Rojo Cedida

El declinar del mercenario

David Morales y su comando de mercenarios subían a los barcos con un fusil de asalto y un equipo de armas largas que les permitían repeler los ataques que pudieran recibir desde lanchas o pequeñas embarcaciones rápidas. Por sus cláusulas de confidencialidad con sus clientes no puede revelar la mayoría de los episodios a los que tuvo que enfrentarse, aunque sí que reconoció haber protegido desde la cubierta al crucero de lujo estadounidense MS The World de un asalto de este tipo en el Golfo de Adén. En aquel momento bastó con que los asaltantes comprobaran las grandes dimensiones del barco y que en su cubierta impusieran su presencia varios tipos armados. 

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El equipo de UC Global solía estar formado por cuatro o cinco operadores de seguridad, como ellos se autodenominan, que cobraban unos 500 dólares al día. Desde la empresa no hablaban de la cuantía de sus contratos, aunque Morales reconoció a este periódico en una entrevista anterior que llegó a facturar 8 millones de euros anuales por éste y otros trabajos.

Su compañía y Segur Ibérica, que fue presidida por el ex ministro de Defensa Pedro Morenés, se repartieron durante años la hegemonía de este tipo de operaciones. Pero UC Global cerró en 2019 —David Morales fue acusado de obtener información de forma ilegal de Julian Assange, cuando éste estaba exiliado en la Embajada ecuatoriana en Londres, y venderla a la CIA— y Segur Ibérica fue liquidada en 2017 dejando en la calle a cerca de 4.000 trabajadores. EL ESPAÑOL | Porfolio ha intentado localizar a varios miembros de esta segunda compañía, pero ninguno ha accedido a hablar para este reportaje. 

La tripulación del 'MS The World' y uno de los mercenarios españoles, junto al radar del barco

La tripulación del 'MS The World' y uno de los mercenarios españoles, junto al radar del barco Cedida

Desde 2009, año en el que fue secuestrado por piratas somalíes el atunero Alakrana, el Gobierno español permite a los barcos contratar personal armado para garantizar su seguridad, siempre que éste cumpla con la formación requerida y la empresa para la que trabajen esté registrada en el Ministerio del Interior. Hubo otras sociedades que se dedicaron a ello, aunque pocas son las que han seguido adelante.

Consultado por este periódico, Interior confirma que sólo una ofrece actualmente servicios en el Golfo de Adén, aunque esto no significa que alguien los esté contratando. Desde la Asociación de Navieros Vascos, que representa a los buques mercantes, niegan que ellos lleven este tipo de seguridad. Mientras que los atuneros, a través de la agrupación Inpesca, también insisten en que en estos momentos no demandan estos servicios. 

Un barco 'protegido' con la silueta de un vigilante de cartón

Un barco 'protegido' con la silueta de un vigilante de cartón Cedida

El negocio, por tanto, de los vigilantes de seguridad privados en el mar Rojo y el Golfo de Adén languidece ante la nueva amenaza. Aunque antes de que los hutíes doblaran su desafío, los mercenarios que operaban en esta zona ya se quejaban de que la situación era demasiado peligrosa y de que habían entrado en escena otros operadores locales que habían abaratado demasiado los precios. Por ejemplo, lo que antes hacía un empleado de UC Global u otra compañía occidental por alrededor de 500 dólares al día, hoy lo hace un paramilitar pakistaní por unos 250 dólares por misión. Además, pasaron de ser cuatro hombres en cubierta a solo dos. Incluso, algunas naves pusieron 'espantapájaros' de cartón con fusiles para disuadir a los piratas.

El abaratamiento de los costes ha convertido la guerra en un negocio low cost, como se lamentan desde el Pentágono —según publica 'Politico'— al comprobar que cada uno de sus misiles disuasorios contra las milicias vale 2 millones de dólares por los 2.000 euros que les cuesta a los insurgentes disparar desde un dron.

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Secuestros de película

El español Alejandro Santos es director de Palm Charter, otra compañía privada que se dedica a ofrecer apoyo logístico en el mar a las empresas de seguridad privada. "La piratería estaba desde hace unos años muy tranquila, sin eventos importantes, pero desde que secuestraron el 'Galaxy Leader', las milicias aprovecharon la tensión para incrementar sus acciones", asegura.

El pasado 19 de noviembre, los rebeldes hutíes asaltaron el mencionado carguero, vinculado a un magnate israelí, y se hicieron con el control. La operación fue fotografiada por las propias milicias, que difundieron las imágenes de sus combatientes armados en la cubierta del barco. Actualmente lo mantienen retenido cerca de la costa yemení, donde están permitiendo que cientos de personas al día lo visiten para sacarse fotos y vídeos que después suben a las redes con el objetivo de promocionar sus hazañas.

Asalto al carguero 'Galaxy Leader' el pasado 19 de noviembre

Asalto al carguero 'Galaxy Leader' el pasado 19 de noviembre Reuters

"Si quieren entrar en un barco, van a entrar. No hay servicios de seguridad privada a día de hoy que estén capacitados para enfrentarse a sus equipos militares, armamento, helicópteros o barcos de todo tipo", insiste el director de Palm Charter. "Reciben notificaciones de los barcos que pasan y a la distancia a la que están. Miran quiénes son los armadores, qué carga llevan y, a los que están relacionados con el conflicto entre Israel y Palestina, les dicen que van a ser abordados. Les avisan casi por burofax: Prepárate para ser retenido".

La empresa para la que trabaja Alejandro Santos tiene sede en Panamá, aunque cuenta con oficinas en A Coruña, y sirve como una especie de plataforma flotante en la que los mercenarios pueden completar su entrenamiento y partir desde allí a un buque que reclame sus servicios. Según el director de la compañía, la mayoría de los barcos comerciales por esa vía que desciende del Canal de Suez hasta el estrecho de Bab el-Mandem sí que utilizaban seguridad privada, aunque ahora algunas grandes navieras han empezado a evitar esa ruta. "Siempre se puede intentar calmar un poco más al cliente, pero no podemos evitar el abordaje de estos terroristas", sostiene, por lo que cree que la misión estadounidense tendrá un "efecto disuasorio" hasta que logren "recuperar la sensación de seguridad".

Cedida

Maniobras militares a bordo de un barco de Palm Charter Group

Maniobras militares a bordo de un barco de Palm Charter Group Cedida

El comercio mundial, en manos de las milicias

La ruta que pasa por el Canal de Suez y atraviesa el mar Rojo concentra actualmente entre el 10% y el 15% del comercio marítimo. Y por allí pasa el 12% del suministro de crudo y el 8% de gas natural licuado mundial. Desde hace una semana, los grandes conglomerados de transporte marítimo como Mediterranean Shipping Company (MSC) o la petrolera BP han anunciado la cancelación esa ruta y otros, como el grupo danés Maersk, han anunciado que se desvían rodeando toda África a través del Cabo de Buena Esperanza.

El viaje supone casi dos semanas adicionales de navegación e incrementa los costes, por lo que sólo algunos gigantes se lo pueden permitir. La situación recuerda al cierre del Canal de Suez hace un par de años, cuando el carguero 'Ever Given' quedó allí bloqueado. Los expertos recalcan que la situación actual será más efímera, aunque en la práctica eso queda en manos de las milicias hutíes. 

Mapa de la zona con el estrecho de Bab el-Mandem entre el Mar Rojo y el Golfo de Adén

Mapa de la zona con el estrecho de Bab el-Mandem entre el Mar Rojo y el Golfo de Adén Google Maps

Este grupo rebelde de carácter islamista nació en la década de los noventa, se empezó a hacer fuerte en los 2000, aunque ganó definitivamente protagonismo en 2011, en el marco de la primavera árabe, cuando la población yemení se levantó contra el dictador Alí Abdalá Saleh. El tirano cayó, pero la lucha por el poder prosiguió hasta que los rebeldes hutíes lograron tomar el control de la capital del país en 2014 con ayuda del propio Saleh.

"Se habla de ellos como una milicia, pero realmente no son una milicia, son el Estado; o, al menos, un Estado dentro del Estado", detalla David Hernández, doctor en Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid y experto en los países del Golfo. "Controlan más de la mitad del territorio y, lo más importante, tienen acceso a los principales puertos del país desde donde lanzan esas ofensivas en el mar Rojo".

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Los hutíes cuentan con entre 100.000 y 200.000 combatientes, según distintas estimaciones. Sin embargo, su mayor fuerza radica en que son un grupo chií que cuenta con el apoyo político político y logístico de Irán, el principal país del mundo musulmán donde es mayoritaria esta rama del islam. De ahí que cuando los hutíes se hicieron con el control en buena parte de Yemen, un país pobre pero con una importante posición geoestratégica, la vecina Arabia Saudí lanzara una brutal ofensiva que provocó el bloqueo en la importación de alimentos y la consiguiente crisis humanitaria.

"Sin el apoyo iraní sería impensable que los hutíes hubieran logrado el nivel de importancia que han alcanzado. Y eso les ofrece una doble oportunidad: por un lado, sus acciones les permiten reafirmar su poder interno en la guerra contra Arabia Saudí; y, por otro, les convierte en una herramienta externa desde la que Irán puede escalar el conflicto en Gaza", opina David Hernández. 

Grupo armado hutí durante una marcha en Saná, la capital yemení

Grupo armado hutí durante una marcha en Saná, la capital yemení Reuters

El estrecho de Bab el-Mandem ya es una región extremadamente militarizada, con bases estadounidenses, una china en Yibuti y la tradicional guerra de poder entre los países del Golfo. "Desde allí todos los actores que están implicados de alguna forma en la guerra en Gaza pueden medir hasta qué punto pueden tensar la situación. Israel lleva tiempo retando a la comunidad internacional hasta dónde le deja llegar e Irán [aliado de Hamás] lo hace a su modo, amenazando el comercio internacional. Mientras, Estados Unidos, la Unión Europea y las potencias regionales como Arabia Saudí, Qatar o Emiratos Árabes pretenden evitar una escalada del conflicto", explica el experto de la Universidad Complutense.

La misión estadounidense en el mar Rojo debería servir como medida disuasoria, pero las guerras se libran así, en diferentes escenarios. Y como suele ocurrir en todos ellos, su futuro dependerá de quien frene primero.