El eurodiputado popular Antonio López-Istúriz junto a Ursula von der Leyen en la celebración del Día de Muertos en el Parlamento Europeo.
México y la Unión Europea: una relación estratégica con desafíos compartidos
Europa mira a México con afecto y respeto, pero también con preocupación por la creciente violencia y la debilitación del Estado de Derecho. Y España, con quien comparte lazos tan profundos, debería ser la primera en advertirlo, no en maquillarlo por conveniencia política.
Hace unas semanas organicé, por primera vez en el Parlamento Europeo, un altar del Día de Muertos. Esta emblemática celebración mexicana, reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, es una de las más hermosas expresiones del alma de México.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y la del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, participaron en la inauguración, en una muestra de la importancia que la UE otorga a su relación con ese país.
En ese altar, levantado en Estrasburgo, rendimos homenaje no solo a quienes nos precedieron, sino también a los lazos profundos que unen a Europa y México. Fue un acto de diplomacia cultural y parlamentaria, una forma de tender puentes desde la emoción compartida y el respeto mutuo.
Pocos días después, presidí en Ciudad de México la XXXII Reunión de la Comisión Parlamentaria Mixta UE-México, un espacio de diálogo que demuestra que, más allá de los acuerdos comerciales, nuestra alianza se asienta en valores compartidos: democracia, Estado de Derecho, derechos humanos y desarrollo sostenible.
Sin embargo, el optimismo que siempre inspira el encuentro con México debe ir acompañado de realismo.
El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, ha lamentado el dolor causado a los indígenas mexicanos durante la conquista. Lo ha hecho durante la inauguración de una exposición dedicada a la mujer en el México indígena.#Canal24Horashttps://t.co/vVRqw1kiba pic.twitter.com/mWYGtbSGSI
— RTVE Noticias (@rtvenoticias) October 31, 2025
México vive una situación difícil en materia de seguridad y justicia. La violencia, la impunidad y la corrupción siguen siendo las principales preocupaciones de los ciudadanos. La reciente ola de asesinatos de autoridades locales o periodistas no son casos aislados, sino síntomas de un problema estructural que erosiona la confianza en las instituciones.
La fortaleza institucional no se construye con discursos identitarios ni con reinterpretaciones interesadas de la historia. En los últimos años hemos visto cómo el Gobierno mexicano ha recurrido a la retórica del pasado (incluso exigiendo disculpas a España por hechos ocurridos hace cinco siglos) para distraer la atención de sus graves carencias de gestión y de seguridad.
Es una maniobra tan vieja como ineficaz: convertir la historia en cortina de humo cuando el presente aprieta.
Y lo más preocupante es que el Gobierno de España ha decidido sumarse a esa narrativa revisionista. En lugar de defender con firmeza nuestra historia común, ha optado por el seguidismo complaciente.
España no puede permitir que la política exterior se guíe por complejos o por el miedo a molestar. Nuestra relación con América Latina debe basarse en la verdad, no en la resignación.
Europa mira a México con afecto y respeto, pero también con preocupación. La violencia creciente, la debilitación del Estado de Derecho y el populismo institucional son señales de alarma.
Y España, que comparte lazos históricos y culturales tan profundos con México, debería ser la primera en advertirlo, no en maquillarlo por conveniencia política.
"Defendemos una relación sincera y exigente con América Latina, que no se base en relatos reescritos, sino en valores reales. La verdadera amistad no consiste en aplaudir ni en justificar, sino en decir la verdad aunque incomode"
Desde el Partido Popular Europeo defendemos una relación sincera y exigente con América Latina, que no se base en relatos reescritos, sino en valores reales: libertad, justicia y respeto a la ley. La verdadera amistad no consiste en aplaudir ni en justificar, sino en decir la verdad aunque incomode.
La fortaleza institucional y la confianza social no se construyen con gestos simbólicos, sino con resultados concretos: protección de las comunidades, fortalecimiento del Estado de Derecho y políticas eficaces frente al crimen organizado.
Europa y México comparten desafíos globales (migración, corrupción, desigualdad) que no pueden afrontarse desde la complacencia ni desde la reinterpretación interesada del pasado. La historia debe servirnos para comprendernos mejor, no para distraer de los problemas presentes.
La cooperación birregional solo será sólida si se fundamenta en la verdad, el respeto y la transparencia. Atravesamos un momento decisivo ante la próxima firma del Acuerdo Global Modernizado, que abrirá una nueva etapa.
No se trata sólo de un tratado económico (con intercambios que ya superan los 82.000 millones de euros anuales), sino de un marco integral que fortalece la cooperación en ámbitos como la transición energética, la innovación o la ciberseguridad.
Sin duda, tenemos un futuro prometedor juntos. Pero para alcanzarlo, necesitamos gobiernos valientes que miren hacia adelante, no hacia el espejo retrovisor del revisionismo. Y España debería ser, de nuevo, la voz clara y orgullosa de esa verdad.
*** Antonio López-Istúriz es eurodiputado y presidente de la Delegación UE–México.