Un médico colocándose un EPI en el Hospital de Sant Pau, en Barcelona.

Un médico colocándose un EPI en el Hospital de Sant Pau, en Barcelona. Reuters

LA TRIBUNA

En defensa de la Sanidad pública

Para frenar el grave deterioro de de la Sanidad pública de los últimos años es necesario rehacer de arriba abajo la Atención Primaria, introduciendo criterios de gestión empresarial.

16 enero, 2023 01:51

Allá por el año 2009 publiqué un artículo titulado En defensa de la Sanidad privada que fue premiado por uno de los principales medios de comunicación del sector sanitario como artículo del año.

Recuerdo que recibí el premio de manos del hoy consejero de Economía y Hacienda de la Comunidad de Madrid, Javier Fernández Lasquetty, entonces consejero de Sanidad. En su discurso dijo una frase que todavía recuerdo: "Es increíble que a estas alturas haya que premiar un artículo que ponga en valor la aportación de la Sanidad privada".

Manifestantes de la huelga de médicos en Madrid.

Manifestantes de la huelga de médicos en Madrid.

Esos fueron los "años de plomo" contra la privada a cuenta de las concesiones administrativas. Entrábamos de lleno en la crisis económica de esa década, se empezaban a resentir los presupuestos para Sanidad y se echaba la culpa a las famosas "privatizaciones" de la Sanidad pública.

Cuando nada tenían que ver, claro.

De hecho, cuando escribí esas líneas ya llevábamos varios meses de reuniones para poner en marcha la mayor herramienta creada hasta la fecha para poner en valor la aportación del sector privado y para la búsqueda de la mejor Sanidad para todo el mundo: la Fundación IDIS, que no vería la luz finalmente hasta el año 2010.

En el fondo, catorce años después, no han cambiado mucho los argumentos por parte de los de siempre contra las "privatizaciones". Esas "privatizaciones" siempre han sido el enemigo a batir para no tener que mirarse en el espejo y ver sus propias miserias.

Pero sí han cambiado mucho las circunstancias. 180 grados, de hecho. Hasta el punto de que hoy, quién lo iba a decir, me veo escribiendo este artículo.

Durante los años del reajuste presupuestario, y como consecuencia de la crisis económica, la Sanidad pública se fue deteriorando progresivamente.

A modo de ejemplo, durante los años 2008-2018 nuestro Sistema Nacional de Salud perdió el tren de la revolución tecnológica. Ahora, gracias a los fondos europeos de recuperación de la pandemia, trata de reponerse a marchas forzadas. Porque durante esos años apenas había para pagar los sueldos y para el mantenimiento de la obsoleta maquinaria sanitaria (ni de lejos para actualizarla).

"El sistema sanitario ha quedado roto de forma irreparable por el eje sobre el que pivota"

El problema es que nadie quiso ver que ese empeoramiento iba a ser definitivo. Porque nadie, obviamente, contaba con la llegada de una pandemia que en tres años ha arrasado todo. Y que ha hecho que, si había alguna posibilidad de reconducir el modelo, esta haya desaparecido totalmente. El sistema sanitario ha quedado roto de forma irreparable por el eje sobre el que pivota.

En nuestro sistema sanitario, la Atención Primaria es el primer escalón para acceder al sistema. Y de ahí, si es preciso, acceder a la atención más especializada o a la hospitalaria.

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Los facultativos de la Atención Primaria sufren un proceso de selección adversa. Porque no han encontrado forma alguna de poder mejorar sus emolumentos. Y sus competencias, lejos de aumentar en posibilidades, se han quedado tan exiguas que no pueden pedir ni una simple resonancia magnética. Su labor se limita prácticamente a cuestiones burocráticas.

En los hospitales los médicos, a base de guardias, de trasplantes, de unidades nuevas que requerían otra vez guardias, de peonadas o de la posibilidad de trabajar y complementar su sueldo con la asistencia privada, han podido compensar su pírrico sueldo base. En cambio, los profesionales de la Atención Primaria no han encontrado consuelo alguno ni en el sistema, ni fuera de él.

Al contrario. Sus propios representantes sindicales (tengo mis serias dudas de que esto lo compartan todos los médicos de familia) dicen que es imposible que se pueda pagar más por trabajar más en el mismo horario. Y no se les puede sacar de ahí.

"La Atención Primaria vive un círculo vicioso que o se corta de cuajo o se seguirá retroalimentando e irá a peor"

Entonces ¿para que van a trabajar más?

Esto nos lleva a ese fenómeno de selección adversa que hace que los médicos en Atención Primaria no tengan estímulo para trabajar más. Están desmotivados, no quieren trabajar ni lo básico y, al final, abandonan sus puestos de trabajo.

Y, obviamente, nadie quiere ir a cubrir esos puestos haciendo, al final, que no haya médicos que sostengan el primer nivel asistencial. Es decir, un círculo vicioso que o se corta de cuajo o sólo se va a retroalimentar más y para peor.

A partir de ahí, nuestro modelo sanitario se cae como un castillo de naipes. La gente no tiene posibilidad de acceder al sistema sanitario y se va a las Urgencias hospitalarias, saturando estas y colapsando la actividad hospitalaria normal.

Por la Covid, llevamos así tres años. Con la diferencia de que ahora el virus ya se ha establecido entre nosotros de forma endémica. Por tanto, no hay nada que nos haga pensar que las cosas puedan mejorar. Al contrario, todo irá a peor.

Las consecuencias, más allá del bloqueo del sistema sanitario público, se pueden dividir en directas e indirectas.

Entre las directas destacan los 30.000 fallecidos por encima de la mortalidad esperada que tuvimos el año pasado como consecuencia, entre otras cosas, del deterioro de la asistencia sanitaria.

Entre las indirectas, que los pacientes, ante lo que ocurre (las dificultades de acceso a la Atención Primaria, acuciadas últimamente por las huelgas de los profesionales, en mi opinión un tiro en un pie porque se pierde la principal razón de su ser: la continuidad en la atención de los pacientes), están empezando a ver a los profesionales de la Primaria ya no como un filtro, sino como un estorbo. Y por eso se hacen un seguro privado al menor coste que pueden para acceder a un médico especialista, con la consiguiente masificación de nuestro sector.

"No hay que inventarse teorías raras, como la oscura intención de privatizar nada, porque no existe tal cosa"

Pero esta es una consecuencia indirecta, porque el sector privado todavía funciona bastante mejor que el público en cuanto a la experiencia del usuario (y con una calidad asistencial igual). No se trata, por tanto, de un efecto directo y provocado con la intención de que el sistema público vaya mal.

De modo que no hay que inventarse teorías raras, como la oscura intención de privatizar nada, porque no existe tal cosa. No hay enemigos que batir más que los que se quieran mantener para distraerse y, como hace catorce años, para no afrontar la realidad del sistema sanitario público.

Hay que hacer reformas y no empeñarse en un sistema sanitario que está roto, tratando de que se suban los sueldos cuando no hay para todos los trabajadores del sector (porque las subidas llevan a que otros profesionales también las pidan en cadena).

Y, lo que es más importante, cuando no hay más profesionales, porque nadie quiere trabajar en estas condiciones.

Hay que rehacer la Atención Primaria de arriba abajo. Dije hace unos días en un foro que el flujo del dinero tiene que ir hacia la demanda y no hacia los profesionales. Y esto significa que se debe pagar más al que más hace y, por supuesto, no pagar nada a aquellos que no hagan un mínimo.

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Hay que tener métricas de eficiencia y resultados en Atención Primaria. Hay que introducir criterios de gestión empresarial y pagar más por trabajar más. Lo que implica acabar con el Estatuto Marco, al menos en la Atención Primaria, e ir hacia un modelo de pago por acto o capitativo a través de entidades jurídicas públicas o empresas públicas.

Además, hay que cambiar la función del médico de Atención Primaria para aumentar sus competencias y sus atribuciones dentro del sistema. Hay que empoderarles para que su labor pueda tener continuidad como médico responsable de sus pacientes en los hospitales.

Hay que darles herramientas para quitarse de encima la burocracia y que hagan realmente de médicos ante sus pacientes durante todo el proceso de sus enfermedades.

Y si no se cambia eso, ya podemos olvidarnos de la Sanidad Pública como la hemos conocido hasta ahora. Porque cada vez habrá más distancia entre la Sanidad pública y la privada. 

Nadie en el sector pretende sustituir a la Sanidad pública. Nadie quiere que la privada sea la vía de acceso al sistema sanitario. Todo lo que ocurra será culpa de aquellos que quieran mantener el statu quo del sistema sanitario público

*** Juan Abarca Cidón es el presidente de la Fundación IDIS.

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