Un manifestante vestido de mono protesta por la pasividad del Gobierno mejicano frente a la viruela del mono.

Un manifestante vestido de mono protesta por la pasividad del Gobierno mejicano frente a la viruela del mono. Reuters

La tribuna

La viruela del mono: entre buenismos y mandangas

Si no se pone coto a la enfermedad en su origen, es decir en el paciente infectado, esta se irá extendiendo lentamente como una capa de aceite, infectando a cada vez más personas. 

12 agosto, 2022 01:11

"España recibe 7.110 nuevas vacunas para la viruela del mono", dice la prensa. Es difícil entender la estrategia de nuestras autoridades sanitarias para erradicar esta enfermedad en España.

En el caso de la Covid-19, por ejemplo, no todos los pacientes infectados tenían por qué presentar síntomas. Eso impedía que se pudiera controlar la difusión de la enfermedad. Y de ahí los encierros obligatorios tras un diagnóstico positivo.

Un enfermo de viruela del mono con sus características pústulas.

Un enfermo de viruela del mono con sus características pústulas.

Pero en el caso de la viruela del mono no sucede así. Esta se transmite a través del contacto con las pústulas o las lesiones provocadas por la enfermedad en todos o la gran mayoría de los casos.

Y en vez de tratar de contener la enfermedad obligando a que aquellos que desarrollen pústulas se queden en su casa hasta que pasen la enfermedad, incluso con medidas coercitivas y sanciones si es necesario, lo que hacemos es promover la vacunación de los potenciales futuros pacientes, ahora sanos, que puedan participar en encuentros sexuales múltiples con los infectados.

El mundo al revés.

[La viruela del mono, fuera de control en España: casi 5.000 casos y nuevos perfiles de infectados]

Me van a perdonar, pero en este caso las cosas se han enfocado de manera absurda y errónea, posiblemente para no estigmatizar determinados hábitos sexuales.

Y lo digo en pasado porque si se hubieran tomado medidas desde el principio, desde el origen de la epidemia, es decir, centrándonos en el infectado, a lo mejor nos hubiera ido mejor.

¿Y si el supuesto enfermo potencial que participa en este tipo de encuentros múltiples no se quiere vacunar para no ser estigmatizado?

Porque… ¿y si el contagiado no tiene un encuentro sexual múltiple, sino uno esporádico con otra persona, hombre o mujer, que mantenga sólo relaciones esporádicas individuales?

Es decir, ¿hasta dónde debe llegar el alcance de la vacunación?

¿Quién es la siguiente víctima potencial?

¿Y si el supuesto enfermo potencial que participa en este tipo de encuentros no se quiere vacunar para no ser estigmatizado?

Mientras el virus siga circulando informaría, desaconsejaría (no prohibiría) y alertaría del riesgo de participar en este tipo de encuentros multitudinarios. Pero, sobre todo, sería más duro con aquellos que, siendo conscientes de que tienen lesiones por la enfermedad, sigan participando en encuentros múltiples o esporádicos.

[La viruela del mono ha cambiado: los síntomas desconocidos hasta ahora del nuevo brote]

No se trata de estar a favor o en contra de medidas que vayan en contra de la libertad individual. Es que el que, sabiendo que está enfermo, pone en riesgo a otros está cometiendo, cuando menos, un delito. Y hay precedentes jurídicos por transmitir el VIH. Recordemos que la viruela del mono ya ha matado a dos enfermos en España. Dicho de otra manera, se trata de una enfermedad raramente letal, pero no inofensiva. 

La viruela del mono no se va a erradicar con la vacunación de ninguna forma. Bien porque haya gente que no se identifique como potencial futuro enfermo o porque no quiera ser señalado.

Y poco a poco, mientras no se ponga coto a la enfermedad en su origen, es decir, en el paciente infectado, esta se irá extendiendo lentamente como una capa de aceite, infectando a cada vez más personas a través de relaciones esporádicas.

Hay que dejarse de buenismos y mandangas y cortar con la enfermedad en seco y desde el origen. Los que transmiten la enfermedad, sabiendo que están contagiados, están cometiendo un delito y no pueden quedar impunes.

*** Juan Abarca Cidón es presidente de HM Hospitales y de la Fundación IDIS.

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