18 preguntas que Puigdemont debe responder sobre Rusia

2. ¿En qué consistía genuinamente ese apoyo? ¿En el reconocimiento oficial de la anhelada independencia de la república catalana, al estilo de las repúblicas populares de Donetsk y Luhansk en Ucrania? ¿En fondos? ¿En mercenarios? ¿En bombarderos?

3. ¿Qué le contó el emisario catalán Víctor Terradellas a la vuelta de Moscú en septiembre de 2017? ¿No le prometió un encuentro en Rusia con un parlamentario muy cercano a Putin?

4. ¿Fue Rusia el único Estado ejemplar en el que buscó apoyo el procés? ¿Hay otros países, democráticos o autoritarios, que le dedicaran cinco minutos o más de interés o curiosidad?

5. ¿Libia, tal vez? ¿Siria? ¿Irán? Porque son esos los edenes de los derechos humanos que visitó el enlace entre la Generalitat y el Kremlin, Nikolái Sadovnikov, antes de viajar a Barcelona. Precisamente para una reunión, un día antes de la DUI, en la que el representante ruso puso sobre la mesa la condonación de la deuda catalana y 10.000 militares rusos para la defensa violenta de la secesión.

6. ¿Buscaba una réplica à la Barcelone del éxito de la diplomacia rusa en Alepo? ¿O confiaba en las estrategias de agitación que funcionaron en Crimea y terminaron con la bandera rusa plantada en suelo ucraniano?

7. ¿Se equivocan los informes de la Guardia Civil que sostienen la segunda tesis? ¿Pretendían o no emular en Cataluña los eventos de Crimea en 2014? ¿Aspiraban o no a culminar los sucesos del 1 y el 27 de octubre de 2017 (es decir, la celebración de un referéndum ilegal y su validación con una declaración unilateral de independencia) echándose en brazos de Putin?

8. ¿Acordó con el Kremlin la operación desinformativa que pusieron en marcha Russia Today y Sputnik, prohibidos desde marzo en la Unión Europea por servir como armas de guerra de Putin contra Occidente, a lo largo de octubre de 2017?

9. ¿Hasta dónde pretendía llegar la "oficina del president" para hacer cumplir los resultados de una votación sin las garantías democráticas más básicas? ¿Hasta el choque? ¿Hasta la guerra civil?

10. ¿Cuánta miseria justifica un sueño? ¿Cuántos huérfanos, cuántas viudas, cuántos torturados, cuántos mutilados, cuántos asesinados y cuántos refugiados? ¿Estaba dispuesto a que su pueblo pagara un precio más alto del que él mismo pretendía asumir? ¿Cuánto coraje exigió antes de esconderse en un maletero para escapar de las responsabilidades de sus actos?

11. ¿Cómo pensaba compatibilizar la conversión de Cataluña en una nación a merced de Rusia con la promesa de crear una república libre, democrática e integrada en la Unión Europea?

12. ¿Estaba abierto a hospedar un conflicto internacional, entre un miembro de la OTAN y la principal potencia nuclear, por un deseo minoritario en Cataluña?

13. ¿Cuál es su relación con Alexander Dmitrenko, ciudadano ruso al que se denegó la nacionalidad española por estar a nómina de los servicios de inteligencia de su régimen? ¿En qué quedaron sus esfuerzos para crear, con el impulso del Kremlin, un entramado financiero que costeara la causa soberanista?

14. ¿Cómo está sufragando su larga, tambaleante y prófuga estancia en Bélgica? ¿Ha recibido ingresos, por vía directa o paralela, de Rusia? ¿Le han facilitado negocios?

15. ¿Incluían sus planes, entre la declaración unilateral de independencia y el inicio de la invasión de Ucrania, una visita pública o privada a Putin?

16. ¿Por qué negó hace menos de dos meses, en una tribuna publicada en La Vanguardia, la existencia de encuentros con algún "dirigente, exdirigente o persona representante de la Federación Rusa"? ¿Por qué reconoce ahora que sí se produjeron, a 24 horas de la declaración, y que los rechazó por "inconvenientes y poco creíbles"? ¿Qué los habría convertido en muy creíbles o, lo que es peor, convenientes?

17. ¿Para qué voló su mano derecha, Josep Lluís Alay, a Rusia en varias ocasiones? ¿Por qué presumió de unas conversaciones en las que no se habló "ni de caviar, ni de ópera, ni de vodka", sino de la creación de "un Estado independiente"? 

18. ¿Cuántas verdades son necesarias para que admita que la amenaza rusa sobre España y la Unión Europea, azuzada con obstinación desde la Generalitat, es mucho más que un cuento madrileño? ¿A cuántos documentos de distancia estamos de persuadir a los remolones sobre el peligro que corrió Cataluña por el delirio de un puñado de fanáticos?