Pedro Sánchez, en el Congreso de los Diputados.

Pedro Sánchez, en el Congreso de los Diputados. Susana Vera Reuters

LA TRIBUNA

Nuestro hombre en Moncloa

La desventaja de Pedro Sánchez pasa por la credibilidad, que es por donde empieza el declive de casi todos los Gobiernos.

4 mayo, 2022 03:55

España es una novela de Graham Greene: Nuestro hombre en Moncloa. Y uno va mirando por las esquinas más que por si se encuentra con su ex, por si le están espiando. El CNI, los marroquíes, los rusos, los turcos, los americanos, los coreanos de Kim Jong-un, algún agente británico al servicio de su majestad, el espía del monólogo de Gila vestido de lagarterana o incluso el pequeño Nicolás. Si se sale a pasear por Madrid estos días hay que hacerlo con gabardina, sombrero y el periódico bajo el brazo. 

Pedro Sánchez, retratado en el Congreso de los Diputados.

Pedro Sánchez, retratado en el Congreso de los Diputados. Susana Vera Reuters

España siempre había sido un país de visillos y secretos de escalera más que de Estado. El país de Mortadelo y Filemón, no de Pegasus. Por eso, enterarse ahora de que se lleva más de un año espiando a través de un software a independentistas y que la única explicación sensata que se le ocurra al Gobierno sea una rueda de prensa para desviar el foco revelando que también espiaron al presidente y la ministra de Defensa es una trama propia de Ibáñez. Una forma de dejar a los españoles mucho más tranquilos, claro. ¿Quién espiaba al Gobierno y a sus socios?

Sólo faltó que desde Moncloa se apuntase a Isabel Díaz Ayuso, que es la técnica habitual del manual de distracción a la que nos tiene acostumbrados el PSOE. 

Hay guerra a las puertas de Europa, que es el argumento con el que empieza toda novela de espías. Lo que ocurre es que en España los espías no se llaman James Bond, sino que se apellidan Martínez y cosas así. Pero resulta que nos preocupan las filtraciones de Estado. Ahora, después de haber metido a EH Bildu y a los independentistas en la Comisión de Secretos Oficiales.

En España no tendremos a James Bond, no. Pero cinismo tenemos para exportar. Y como todas las crisis que se producen últimamente, porque desde que Pedro Sánchez es presidente nos hemos acostumbrado a una por semana, quedará sin resolver. Se darán vagas explicaciones en el Parlamento retrasándolas todo lo posible y acusando a la oposición de estar con los enemigos de España, sean cuales sean estos, porque nunca se llegará a descifrar. 

"No se puede pretender decirle a los ciudadanos una vez detrás de otra que ninguno de los problemas son culpa de su Gobierno"

Frente a aquellos que sospechan que el Gobierno pudiera haberse inventado lo del espionaje a Pedro Sánchez y a Margarita Robles para desviar responsabilidades, les recuerdo que esto es España. En Francia anunciaron hace un año que Emmanuel Macron había sido espiado y aquí no se les ocurrió comprobar los móviles porque se pensaban que los espías usaban el zapato en sus comunicaciones. Un Oxford picado, para más exactitud.

La desventaja de Pedro Sánchez pasa por la credibilidad, que es por donde empieza el declive de casi todos los Gobiernos. No se puede pretender decirle a los ciudadanos una vez detrás de otra (y así desde hace cuatro años) que ninguno de los problemas que tienen lugar en España son culpa de su Gobierno. Puede intentar hacerlo una última vez, pero teniendo muy presente que cualquier día de estos es probable que no le funcione más. 

España, sede de los servicios secretos internacionales y todo por esclarecer. Madrid, de noche, es como Casablanca a principios de los 40: casinos, espías, meretrices, el Ejecutivo desmoronándose "y tú y yo nos enamoramos".

Tanto espía suelto y parece mentira que sigamos sin saber las cosas verdaderamente importantes: si Sherlock Holmes vivía, como sospechan investigadores de la Generalitat, en Badalona y no en Baker Street. Si la receta original de la tortilla de patata incluía cebolla para acallar a todos esos sosos sin paladar. Qué fue antes, el pelo de Bono o Estambul. O si la cesión del Sáhara no nos deja en bragas con Marruecos, con Argelia y hasta con Noruega, ahora que es público que el presidente de España cede a los chantajes de terceros.

Misterios sin respuesta. Como tampoco dará explicaciones el Gobierno por esta nueva crisis que deja nuestra imagen internacional y la de todos nuestros agentes del Centro Nacional de Inteligencia a la altura de la T.I.A.

O peor, de la Moncloa.

*** Guillermo Garabito es periodista.

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