Vladímir Putin durante una rueda de prensa.

Vladímir Putin durante una rueda de prensa.

LA TRIBUNA

El nuevo telón de acero de Putin

Las compañías tecnológicas deben ayudar a los periodistas a seguir informando desde suelo ruso y ucraniano, contrarrestando el aislamiento de la red que pretende el Kremlin.

22 marzo, 2022 03:23

Hace seis meses, fui obligado a abandonar mi casa en Rusia para evitar una pena de prisión. ¿Mi crimen? Ser un periodista independiente. Tres años atrás, fundé un portal de periodismo de investigación llamado Proekt. Esto nos valió a mí y a mi equipo el atraer, con toda su fuerza, al aparato represivo instaurado por Vladímir Putin para silenciar a los medios críticos.

Fotomontaje con el logo de Twitter y la bandera de Rusia.

Fotomontaje con el logo de Twitter y la bandera de Rusia. Reuters

Primero nos acusaron de difamación.

Después, y tras haber sido detenidos e interrogados varias veces, Proekt fue declarada una "organización indeseable". La mayoría de mis empleados, incluyéndome a mí, fuimos tildados de "agentes extranjeros". Nuestra empresa está registrada en los Estados Unidos, por lo que los salarios percibidos por nuestros empleados cuentan como financiación extranjera. Ante la amenaza de una sentencia de cárcel, me exilié a Estados Unidos hace seis meses.

Desde entonces, he continuado con mi labor desde el extranjero y he puesto en marcha una agencia de periodismo de investigación en lengua rusa.

Hasta la invasión de Ucrania, los rusos podían acceder a nuestras noticias a través de internet. Ahora es cada vez más difícil hacerlo. El proceso de supresión de voces independientes que el Kremlin inició hace aproximadamente una década ha alcanzado nuevas cotas totalitarias.

En mi país natal, cualquier periodista dispuesto a llamar "guerra" a lo que está sucediendo en Ucrania se ha convertido en enemigo del presidente ruso. También se han vuelto blancos de la nueva ley rusa contra las fake news, que impone penas de cárcel de hasta quince años.

El pasado 4 de marzo, varios medios de comunicación internacionales, incluidos CNN Internacional, ABC News, Bloomberg y CBS News, suspendieron sus actividades en Rusia para proteger a sus periodistas.

"Los medios críticos fueron acusados de 'promover acciones extremistas y el uso de la violencia' y de difundir 'información falsa' sobre la invasión de Ucrania"

Antes de eso, la BBC fue acusada de haber ejercido un "papel determinante en el socavamiento de la estabilidad y la seguridad de Rusia" por haber informado de la invasión rusa de Ucrania. A pesar de ello, la BBC continúa (cautelosamente) informando en lengua inglesa. 

Las autoridades rusas han cerrado también Dozhd, el único canal independiente de televisión. El Kremlin, además, ha clausurado Ekho Moskvy, la cadena de radio independiente más antigua del país, bloqueando sus páginas web y su emisión en las ondas.

Estos medios fueron acusados de "promover acciones extremistas y el uso de la violencia" y de difundir deliberadamente "información falsa" sobre la invasión rusa de Ucrania.

Cuando escribo esto, un buen número de agencias de comunicación extranjeras se ven obstaculizadas para realizar sus labores informativas. Las restricciones se explican por las propias acciones del Gobierno ruso, pero también por las decisiones tomadas por las compañías tecnológicas, que se ven en el fuego cruzado de las leyes restrictivas del Kremlin, por un lado, y de las sanciones internacionales, por el otro.

Lo que pueda suceder a partir de ahora es incierto. Rusia todavía está muy lejos de poder desarrollar un cortafuegos al estilo chino para suprimir toda la información crítica que aparezca en internet. Los expertos creen que aún le faltan los recursos y la destreza para poder hacerlo.

Rusia posee desde 2019 una ley para la "soberanía en internet" que permite al Kremlin cortar el acceso del país a la red siempre que quiera. Pese a ello, pocos piensan que Moscú disponga de la capacidad técnica para aislar completamente a Rusia de la red mundial.

En cambio, el Gobierno ruso se sirve de una estrategia que descansa en tres puntos cardinales:

1. Asfixiar y bloquear a los medios de comunicación extranjeros.

2. Fomentar que los rusos confíen más en sitios de búsqueda web controlados férreamente por el Gobierno, como Yandex.

3. Ejercer una enorme presión a la antigua usanza, impidiendo cualquier tipo de disenso, como las protestas callejeras o el periodismo independiente. Esto me lleva de vuelta al comienzo.

La consecuencia más probable de esta conjunción de leyes represivas y sanciones podemos anticiparla recordando lo sucedido en 2014 en la Crimea ocupada por Rusia. Los jóvenes que viven allí, ahora veinteañeros, pasaron sus años de instituto en una burbuja de información prorrusa. La realidad en la que vivían fue modelada completamente por la propaganda del Kremlin. El peligro ahora es que esta burbuja se extienda al resto de Ucrania y a toda Rusia.

"Las tecnológicas deben movilizar su talento emprendedor e innovador y hacer cuanto puedan por romper el nuevo telón de acero de Putin"

Mientras tanto, el servicio ruso de la BBC anuncia que vuelve a lo esencial. Retomará sus boletines radiofónicos en emisiones de onda corta, a Ucrania y a distintos lugares de Rusia, tal y como hizo cuando informó en la Europa ocupada por los nazis y durante la Guerra Fría.

En el otro extremo está la donación con la que Elon Musk ha respondido a la amenaza rusa de interrumpir las comunicaciones por satélite. Ha enviado terminales de la pequeña red de comunicaciones Starlink, fabricadas por su compañía SpaceX. Con ellas dota a Ucrania de una alternativa para conectarse a internet en áreas sin fibra óptica o sin antenas de telefonía.

Soy periodista, no experto en tecnología. Por eso no puedo ofrecer nuevas soluciones tecnológicas con las que poder vencer las barreras normativas y establecer contacto con mis colegas rusos. Pero sé que los gigantes tecnológicos no deben claudicar, sino seguir resistiendo la presión de Putin que pretende acallar las voces críticas.

Las tecnológicas deben movilizar el talento emprendedor e innovador con el que han asombrado al mundo y hacer cuanto puedan por romper el nuevo telón de acero informativo de Putin.

Aún hay tiempo para plantarse y levantarse contra él, y así evitar lo peor. Para hacerlo, no sólo debemos apoyar a los periodistas independientes en Rusia. Debemos salvaguardar el ecosistema tecnológico en el que operan.

Los rusos, y el mundo entero, necesitan saber la verdad.

*** Roman Badanin es un periodista ruso. Es investigador, fundador y editor jefe de las agencias de noticias Proekt y Agentstvo. También dirigió Forbes Rusia y la RBC.

*** Texto original traducido por Víctor Núñez.

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