Emma Thompson, en 'Years and Years'.

Emma Thompson, en 'Years and Years'.

LA TRIBUNA

¿Demuestra 'Years and Years' que la política supera a la ficción?

Los acontecimientos descritos en la distopía televisiva Years and Years se cumplen con una inquietante precisión. ¿Será 2022 el año del caos global?

10 enero, 2022 06:04

Enero. El momento del año en el que hay más azúcar en nuestro torrente sanguíneo y más profecías agoreras en los medios. Motivos no les faltan. En una semanita tenemos el parlamento de Sudáfrica en llamas, un intento de magnicidio en Haití y Kazajistán hecho unos zorros. ¿Estamos a las puertas del Apocalipsis?

Si echamos mano de las pantallas, Hollywood nos ha dicho que este año tendría lugar una catástrofe en forma de tormenta de satélites en una película titulada Geostorm (Dean Devlin, 2017). Pero o mucho se esfuerza Elon Musk con el LSD (según ha confesado, lo consume para lanzar sus proyectos) o queda muy lejos.

Lo mismo podemos decir del 2022 en el que se ambientaba Cuando el destino nos alcance (Richard Fleischer, 1973): la escasez de alimentos conducía al ser humano a un infierno caníbal que, hoy por hoy, parece tan lejano como el paraíso del boniato con el que sueña el ministro Alberto Garzón.

Hay una ficción, sin embargo, que tal vez por ser más reciente parece mucho más atinada. Nos referimos a Years and Years, serie de televisión de la BBC que en España puede verse en HBO.

La miniserie creada por Russell T. Davis, una nada indisimulada respuesta a la paranoia brexiter, nos mostraba 15 años en la vida de una familia de clase media, los Lyons. Y ya sabemos que no hay nadie mejor que los británicos para dos cosas: la ingesta de alcohol y la fantasía prospectiva. Pero es que el grueso de sus pesimistas predicciones está a punto de cumplirse tan solo tres años después de su emisión.

1. La balsa de la Medusa

Según Russell T. Davis, en 2024 habría una crisis migratoria sin precedentes en el Reino Unido. Su previsión se ha adelantado tres años. En 2021, la ONG Migrant Watch UK ha contabilizado la llegada de hasta 28.401 inmigrantes a las costas británicas, más del triple de los que lo hicieron en 2020. El problema se ha colado en la agenda política del país, y Downing Street se muestra incapaz de detenerlo. Las coincidencias son todavía más macabras: el pasado 24 de noviembre, al menos 27 personas, la mayor parte de origen kurdo, murieron a bordo de una patera que, tras zarpar de Francia, intentaba alcanzar las costas de Inglaterra.

La realidad, desgraciadamente, siempre supera a la ficción. Concretamente, sin más zarandajas ni destripes narrativos, a la del cuarto capítulo de Years and Years, durante el cual moría uno de sus principales protagonistas. Un fenómeno que no tiene pinta de remitir.

2. Diplomacia para migrantes

Lo cierto es que Boris Johnson, con su habitual estilillo hooligan, ha lanzado bravatas sin parar hacia la falta de colaboración de los franceses con el problema de la inmigración. Estos, por su parte, despidieron el año con miembros del ejército haciendo trompos con sus 4x4 frente a los campos de refugiados de Calais. En una visión optimista, son lectores de Michel Houellebecq que lo han entendido mal; en la pesimista, son nietos de los cafres que ya hicieron gala de su habilidad para tratar a los que huían de la miseria y el horror durante nuestra Guerra Civil. Aunque no aparezcan en la serie, no le van a la zaga los supuestamente civilizados escandinavos.

Si en Years and Years el gobierno decidía crear “campos de concentración” para los inmigrantes, el parlamento de Dinamarca le ha dado una vuelta a la idea y ha aprobado por amplia mayoría una ley según la cual los solicitantes de asilo serán trasladados a “campos de concentración” fuera de las fronteras danesas. Lo mismo, en versión insular, que está haciendo el Gobierno de Australia.

3. La nueva Guerra Fría

Hace tres años, Davis tenía claro que el problema de Ucrania no se iba a solucionar. Así que se anticipó a las maniobras navideñas del ejército ruso en la frontera. Vladímir Putin se hacía con el poder en Kiev y provocaba una crisis de refugiados en Reino Unido. Davis se quedó corto: ahora, además de Ucrania, la Unión Europea tiene un problema morrocotudo con Bielorrusia y Kazajistán. En esta última ya ha entrado a poner orden la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, o lo que es lo mismo, don Vladímir Putin. Los refugiados tienen la pinta de ser el eslabón débil de una Nueva Guerra Fría en la que reverdece el terror nuclear. Mientras el líder norcoreano se divierte con su botoncito rojo, en la serie es Estados Unidos quien se harta de China y decide borrar del mapa una de sus islas.

4. Populismo popular

Uno de los personajes centrales de la serie es Vivienne Rook, interpretada por Emma Thompson. Una premier multimillonaria, mezcla de Nigel Farage y Boris Johnson, que pretende acabar con las redes sociales. ¿Su medida estrella? Someter a un test de inteligencia a los votantes, una idea sin duda inspirada en ese despotismo que circula por las redes y que sostiene que los ciudadanos “votan mal”. Y no solo en Reino Unido. En la visión de Davis, Francia será gobernada por la ultraderecha en breve. ¿Se cumplirá su vaticinio en las presidenciales al Elíseo que tendrán lugar en abril de este año?

5. Transhumanismo, divino tesoro

Years and Years no ha acertado solo en la macropolítica. Uno de los hallazgos más entrañables tiene que ver con la proto centennial Bethany. La chica decide dejar de ser humana y pasar a ser transhumana. No quiere ser carne y huesos, quiere ser digital y tener la cabeza (o, mejor dicho, el cerebro), en las nubes (digitales). La tecnología se lo permite, primero poniéndose filtros de Snapchat en la cara y, después, implantándose chips en el cuerpo de tal manera que su misma mano sea un teléfono.

Suena a aquel chiste de Eugenio con el frigorífico y el Federico, pero hay quien se lo ha tomado muy en serio. Una británica que se hace llamar Lepht Anonym ya se ha autoimplantado 50 microchips, imanes y antenas. Sin ir a estos extremos, 2021 ha sido el año en el que Mark Zuckerberg ha comunicado oficialmente que la vida real es un rollo, y que mejor que nos pasemos todos a lo virtual con Meta.

6. Las cosas del comer

El transhumanismo no es la única idea proveniente de Silicon Valley en la serie. Dado lo pesadito que se pone Bill Gates con la carne sintética, la aparición de este nuevo producto tampoco podía faltar. Eso sí, los filetitos se fríen al calorcillo de tarteras-sartenes. Por lo demás, se nos anuncia carestía de ciertos productos, como el cacao, los pajaritos y los insectos. A grandes males, grandes remedios: los Lyons se zampan unas hamburguesas hechas de monda de naranja que les saben a todo lo bueno. En fin… ¿hemos dicho ya que son británicos?

7. Negacionistas por doquier

Sinceramente, esta no la vimos venir. Tras su congreso internacional de 2017, los terraplanistas se apropiaban del planeta. Además de negar lo más esférico, también negaban lo más sucio: los gérmenes no existen. Y quien dice gérmenes, dice el virus Covid-19. De estos últimos ya sabemos bastante, gracias a Miguel Bosé y sus teorías de papito. De los antigérmenes, ha hecho fortuna el presentador de la FOX Pete Hegseth, que ha afirmado que lleva 10 años sin lavarse las manos y que no ve los microbios. Esperemos que mantenga su buena fortuna y tampoco le crezcan las lombrices en la palma de su mano. 

Y 8. ¿Qué hay de lo nuestro?

La lista de predicciones de Davis es larguísima. Algunas, como la muerte de Isabel II, son ley de vida, y otras perfectamente asumibles. Según Years and Years, Trump va a lograr un segundo mandato, Grecia dejará la Unión Europea harta de que la troika le baile el sirtaki sobre sus costillas y el sistema financiero entrará en un corralito global pasado mañana.

En lo tocante a España, no nos va mucho mejor: independencia de Cataluña en 2027, lo que provoca el ascenso al poder de un partido de ultraizquierda (pero xenófobo) llamado Nueva Esperanza. La familia real toma las de Villadiego y se instala en Mónaco y vuelve la entrañable peseta. Como el Nostradamus Russell T. Davis también acierte con esto, estamos apañados.

*** Rubén Romero Santos es crítico de cine y profesor en la Universidad Carlos III de Madrid.

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