El discurso de investidura de Juanfran Pérez Llorca este jueves en las Cortes Valencianas ha sido recibido como una grata sorpresa.
Contra los pronósticos que anticipaban una sesión marcada por la tensión y las concesiones a Vox, el recién investido presidente de la Generalitat ha optado por la moderación y la serenidad.
Cabe recordar que se llegaba a la sesión con suspense. Vox no había confirmado el sentido de su voto y había condicionado su apoyo a la satisfacción con el discurso del candidato. Por eso, la izquierda aguardaba el menor gesto de claudicación para presentarlo como una rendición del PP a los postulados más radicales.
Pero la intervención de Pérez Llorca neutralizó ese relato antes de que pudiera afianzarse, al execrar desde el principio la "gresca" y el "insulto" que han imperado en la política valenciana desde la dana.
Es cierto que el nuevo presidente ha asumido ciertas demandas de Vox, como la pretensión de averiguar los datos de origen de los delincuentes o el rechazo al Pacto Verde de la Unión Europea.
Sin embargo, se trata de compromisos ya verbalizados en su día por Carlos Mazón en el marco de las negociaciones presupuestarias con Vox que no sólo no añaden ninguna nueva concesión, sino que tienen un carácter puramente discursivo. No revisten implicaciones legislativas concretas ni modifican el posicionamiento del PP en asuntos clave.
Lo relevante, más allá de esos guiños retóricos, ha sido el talante conciliador escenificado en su discurso.
En ese sentido, resulta muy significativo que Pérez Llorca haya iniciado su alocución pidiendo perdón a las víctimas de la dana, comprometiéndose a que su primera iniciativa como presidente será hacerlo "en nombre de la Generalitat". El nuevo presidente ha querido marcar discurso propio respecto a su predecesor, que tardó un año en disculparse de manera explícita con los damnificados.
Que sus palabras programáticas hayan estado dedicadas a rechazar la "confrontación", la "política del fango" y la "descalificación" supone un indicio esperanzador sobre la oportunidad de dejar atrás una etapa dominada por la crispación.
Y si Pérez Llorca honra su promesa de mantenerse en la centralidad "no sólo hoy, sino en todo lo que queda de legislatura”, podrá decirse que, además de lograr una investidura exitosa, el PP habrá facilitado también pasar página e inaugurar un tiempo de reconstrucción y gestión.
Frente a quienes esperaban la entrega de la Generalitat a la ultraderecha, el nuevo presidente ha ofrecido una lección de elegancia que augura un giro necesario en la manera de hacer política en la Comunidad Valenciana.