Los españoles han votado por un cambio radical de ciclo político que le ha dado la victoria al PP en 29 de las 50 capitales de provincia, incluidas Sevilla, Valencia, Zaragoza, Cádiz, Palma de Mallorca y por supuesto Madrid, donde José Luis Martínez-Almeida ha conseguido una cómoda mayoría absoluta que le permitirá gobernar sin Vox. El PP podrá así gobernar en al menos siete de las diez capitales más pobladas del país. Además, con sus 71 diputados, Isabel Díaz Ayuso, ha rubricado la doble mayoría absoluta madrileña.

Los españoles han rechazado así a Pedro Sánchez en el primer examen al que se ha sometido en este año electoral. Los resultados son una enmienda a la totalidad del modelo que ha gobernado España durante los últimos cinco años. Y por eso no parecen desencaminados Ayuso y Almeida cuando, al término del escrutinio, han vaticinado el comienzo de la "derogación del sanchismo". Ni Feijóo cuando adelantó que la auténtica moción de censura contra Sánchez sería el 28-M.

Y es que, con independencia del marco plebiscitario que han querido imponer Sánchez y Feijóo a este 28-M, es inevitable que, celebrándose cerca de unas generales, las elecciones municipales y autonómicas permitan anticipar tendencias. Salvo en 2007, el partido ganador en la urna municipal siempre se hizo a continuación con el Gobierno de la nación.

Con el vuelco que el PP le ha dado hoy al mapa político de 2019 (cuando los socialistas aventajaron a los populares en 1.600.000 votos), Sánchez y su mitología de la resistencia han sufrido un duro golpe del que no parece fácil que puedan recuperarse. El presidente insistió en ligarse a unos candidatos que pidieron dejar más espacio para los galones de la gestión local y autonómica. Será por tanto difícil que las voces críticas de su partido no le responsabilicen de la derrota, y que Sánchez no salga muy debilitado. Lo cierto es que, en condiciones normales, un secretario general que ha arrastrado a sus mejores activos hacia una derrota tan estrepitosa debería dimitir inmediatamente.

Porque no sólo Sánchez ha salido derrotado de este plebiscito sobre su proyecto político. Los españoles también han dado un sonoro portazo a su política de alianzas con los elementos más radicales del arco parlamentario.

Mal augurio

Con la excepción de EH Bildu, todos los socios del PSOE han cosechado pésimos resultados. Podemos ha quedado fuera de los ayuntamientos y las asambleas de Madrid y Valencia. ERC ha sufrido una fuerte caída en Cataluña. Y con el fracaso de Ada Colau en Barcelona, ni los 'comunes', ni Compromís, ni Más Madrid consiguen resultados mínimamente esperanzadores. Un mal augurio con vistas a las generales para Sumar, que podría acabar con la única posibilidad para Sánchez de revalidar su Gobierno de coalición con Yolanda Díaz.

Destaca que el PSOE haya muerto en trincheras ajenas. O sea, a consecuencia de iniciativas que no llevaban su firma, sino la de sus socios radicales, como la ley del 'sí es sí', la indulgencia con la okupación y el tope a los alquileres, o la reforma de la sedición y la malversación.

Aún así, las elecciones autonómicas y municipales siempre plantean una dificultad interpretativa mayor que las generales. Los partidos intentan maquillar sus derrotas mediante el relato. Además, los resultados no pueden escindirse de las expectativas sembradas. Y, a nivel autonómico, la importancia de los pactos postelectorales impide sacar conclusiones precipitadas sobre el día después.

Pero el indicador más fiable que permite sentenciar qué partido ha ganado unas elecciones como estas es el total de votos municipales. Y ahí el triunfo del PP ha sido inapelable (y así lo ha reconocido el PSOE al final de la noche electoral). Con el 99% escrutado, el PP ha ganado los comicios con una diferencia de 687.000 votos sobre el PSOE.

Y lo ha hecho con una contundencia incluso mayor de la que contemplaba el más optimista de los sondeos, habiéndose materializado finalmente esa marea azul que va mucho más allá de la absorción del voto de un Ciudadanos que ha rubricado hoy, lamentablemente, su desaparición definitiva.

Juego de expectativas

No ha habido por tanto un mero reajuste de los bloques por la fragmentación de las formaciones a la izquierda del PSOE, sino una desmovilización de su propio electorado. Ni siquiera en las elecciones municipales y autonómicas de 2011, que preludiaron la llegada de Rajoy a la Moncloa, el PSOE perdió tantos gobiernos autonómicos y capitales de provincia como este domingo.

No hay posibilidad para el retorcimiento retórico de unos resultados que hablan por sí solos. Porque aún entrando en el juego de bajas expectativas que Sánchez quiso sembrar durante la campaña, el PP ha arrebatado al PSOE las plazas simbólicas a las que intentó agarrarse durante la campaña. Ni Valencia, ni Barcelona, ni Sevilla.

Especialmente sintomático es el dato de la victoria del PP en siete de las ocho capitales andaluzas. Una señal de que el cambio que se ha empezado a fraguar este 28-M es muy profundo. Y una continuación de la dinámica inaugurada por la mayoría de Ayuso en 2021, que impulsó a su vez la mayoría absoluta de Juanma Moreno, que a su vez propulsó el liderazgo de Feijóo.

Durante los próximos días comprobaremos qué alianzas se forman y cómo se concretan en la práctica algunas victorias en votos que necesitarán de aliados incómodos para materializarse

Alberto Núñez Feijóo ha ganado la arriesgada apuesta que ambos se lanzaron mutuamente al convertir el 28-M en una primera ronda de las elecciones generales. En este juego de suma cero en el que el ganador se lo lleva todo y el perdedor, nada, el PP se lo ha llevado todo. 

Los españoles han avalado de este modo la gestión del PP en los lugares donde gobierna. Y han abierto, en consecuencia, un nuevo escenario político.

Un país diferente

En cuanto al mapa autonómico, el PP vence en Valencia, Extremadura, Canarias, Baleares, Murcia, Madrid, Ceuta y Melilla, Cantabria, La Rioja y Aragón. Al PSOE sólo le queda Castilla-La Mancha y Asturias. Cabe recordar que hace cuatro años, el PP sólo fue primer partido en Ceuta y Melilla. El único magro resultado del que los socialistas pueden presumir es de haber empatado como segunda fuerza con Más Madrid en la Comunidad.

Este lunes, los españoles despertarán en un país radicalmente diferente al de hace sólo 24 horas. Las autonómicas y las municipales no son las generales, pero el mensaje que han lanzado las urnas es inapelable: lo que se ha vivido en España durante los últimos cinco años no puede repetirse.

Y esto vale también para Feijóo, que en los próximos meses tiene la oportunidad de demostrar que se toma en serio su compromiso de hacer ganar a "la centralidad frente al radicalismo" que pronunció en la celebración electoral. Porque aunque el bloque de la derecha ha ganado claramente al de la izquierda, Vox se ha posicionado como la tercera fuerza. Y será decisivo en varias comunidades autónomas.

Está por ver cómo maneja el PP la negociación con Vox para llegar a acuerdos de investidura que no conviertan también a los de Feijóo en esclavos del extremismo. Si logra evitar esos pactos, Feijóo habrá dado un paso de gigante para llegar a la Moncloa