La equivocación en las dimensiones de los trenes de Cercanías de Cantabria va a provocar un retraso de unos tres años en la entrega de los 31 vehículos que debían estrenarse este año.

Durante el día de ayer, las acusaciones cruzadas y la elusión de culpabilidades solo añadieron confusión a esta insólita situación en la que los trenes encargados no caben por los túneles por los que han de pasar.

Pero, tal y como informa hoy EL ESPAÑOL-Invertia, Renfe tenía conocimiento desde 2021 de que había malinterpretado la declaración sobre la red de Adif. Es decir, la guía aportada por la responsable de la infraestructura con las medidas de gálibo, que Renfe empleó para describir las características técnicas de la renovación de la flota cuyo contrato adjudicó a CAF en 2020.

De este modo, Renfe busca exonerarse de la culpa atribuyendo a Adif el error en los gálibos. Pero todo apunta a que la compañía ferroviaria está tratando de escurrir el bulto, pues contaba en su poder con un informe técnico de Adif que alertaba las vías no soportarían los trenes encargados. Y a que hizo caso omiso a estos documentos hasta que se le ha acabado echando el tiempo encima.

Es evidente, en cualquier caso, que el Ministerio de Transportes ha formado un frente común con Adif contra Renfe, para cargar a la operadora pública con el grueso de la responsabilidad.

Y aunque es más que probable que esta imputación esté fundada, no cabe eximir sin más a Adif de su participación en esta torpeza mayúscula. Por eso, es bienvenida la contundencia de la ministra Raquel Sánchez, que anunció ayer "ceses inminentes" tanto en Renfe como en Adif.

La incógnita está ahora en cómo va Transportes, en el medio de este choque de trenes, a distribuir entre las dos empresas públicas la depuración de responsabilidades.

No parece que la cartera de Sánchez vaya a permitir que Renfe cargue con toda la culpa de la chapuza. Por lo que cabe esperar que Transportes va a pedir dimisiones de primer nivel en la entidad de transporte, y otros ceses menores en Adif.

Sea como fuere, este error imperdonable llega solo unos días después de que Pedro Sánchez presumiera en el Senado de dirigir "una España en la que los servicios públicos funcionan".

Pero España no sólo se juega la imagen de solvencia de sus servicios públicos que Sánchez quiere transmitir, así como el crédito de una red de infraestructuras de transporte en la que nuestro país siempre ha sido puntero.

También nos jugamos una fuente de ingresos importante. Porque no se puede olvidar que muchos de los fondos europeos Next Generation están ligados a proyectos ferroviarios.

Por todo esto, la auditoría interna que ha encargado la ministra de Transportes en Renfe y Adif debe esclarecer con la mayor brevedad posible lo que ocurrió y contribuir a solventar cuanto antes la demora en la fabricación de los trenes.